La sociedad contemporánea se enfrenta a un desafío fundamental que es construir puentes sólidos entre generaciones para fomentar una convivencia armoniosa y enriquecedora. En este contexto, la práctica intergeneracional emerge como una estrategia clave para promover el respeto y la comprensión mutua entre jóvenes y personas adultas mayores.

El INAPAM ha implementado programas y acciones que buscan no solo integrar a las generaciones, sino también fortalecer los lazos de respeto hacia las personas adultas mayores, quienes poseen una riqueza invaluable de experiencia y sabiduría.

La conexión entre generaciones es esencial para la cohesión social, vivimos en una época en la que, paradójicamente, a pesar de estar más conectados digitalmente, las brechas entre generaciones parecen haberse ensanchado. Las diferencias en valores, costumbres, y formas de ver el mundo pueden generar malentendidos y, en algunos casos, distanciamiento. Sin embargo, el intercambio entre jóvenes y personas adultas mayores puede ser profundamente beneficioso para ambas partes. Los jóvenes pueden aprender de la experiencia y las historias de vida de los mayores, mientras que estos últimos pueden encontrar en los jóvenes una fuente de energía, innovación y nuevas perspectivas.

El INAPAM reconoce que fomentar este intercambio no es solo deseable, sino necesario para una sociedad inclusiva y respetuosa. A través de sus programas intergeneracionales, el INAPAM busca crear espacios donde estas interacciones puedan florecer, siempre bajo principios que aseguren el respeto y la dignidad de las personas adultas mayores.

Principios Fundamentales para la Práctica Intergeneracional

Para que las interacciones intergeneracionales sean efectivas y promuevan el respeto hacia las personas adultas mayores, es necesario basarse en una serie de principios clave. A continuación, se describen algunos de los más importantes, en los que el INAPAM ha centrado sus esfuerzos:

 

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El principio del respeto mutuo es la piedra angular de cualquier interacción intergeneracional. Reconocer y valorar las diferencias entre las generaciones es fundamental para construir una relación basada en la dignidad y el aprecio. Las personas adultas mayores, a menudo subestimadas en una sociedad que prioriza la juventud, deben ser vistas como fuentes de sabiduría y experiencia. En los programas promovidos por el INAPAM, se enfatiza la importancia de escuchar activamente a los mayores, respetando sus opiniones y experiencias, y evitando cualquier forma de discriminación o condescendencia.

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Otro principio esencial es el de la colaboración y el aprendizaje mutuo. Las actividades intergeneracionales deben estar diseñadas para que tanto los jóvenes como los adultos mayores puedan aportar y aprender. Este enfoque bidireccional no solo enriquece la experiencia de todos los participantes, sino que también fortalece la autoestima de las personas adultas mayores al reconocer su papel activo en la sociedad. El INAPAM ha desarrollado programas en los que los mayores pueden compartir sus conocimientos en áreas como historia local, artesanía o cocina tradicional, mientras los jóvenes les enseñan sobre tecnología o nuevas tendencias.

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El empoderamiento es un principio clave en la práctica intergeneracional. Las personas mayores deben sentirse valoradas y empoderadas, no solo como receptoras de ayuda o conocimiento, sino como actores activos en la sociedad. El INAPAM promueve este principio a través de iniciativas que permiten a los mayores liderar proyectos, tomar decisiones y asumir roles de mentoría. Este enfoque no solo mejora la percepción social de las personas adultas mayores, sino que también contribuye a su bienestar emocional y mental.

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Para que la práctica intergeneracional sea efectiva, debe ser inclusiva y accesible para todos, sin importar las capacidades físicas o mentales de las personas mayores. El INAPAM trabaja para asegurar que sus programas sean accesibles para todos, desde aquellos con movilidad reducida hasta aquellos que enfrentan desafíos cognitivos. La inclusión también implica la creación de un entorno en el que todas las voces sean escuchadas y valoradas, sin prejuicios ni estigmas.

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Las necesidades y capacidades de las personas adultas mayores son diversas y pueden cambiar con el tiempo. Por esta razón, los programas intergeneracionales deben ser flexibles y adaptables, permitiendo ajustes en función de las circunstancias individuales. El INAPAM ha implementado un enfoque adaptable en sus programas, permitiendo que las actividades sean modificadas según las necesidades de los participantes, lo que asegura que todos puedan participar de manera significativa y sin barreras.

La práctica intergeneracional no solo beneficia a los individuos directamente involucrados, sino que también tiene un impacto positivo en la sociedad en general, al fomentar el respeto y la comprensión entre generaciones, se contribuye a la creación de una cultura más inclusiva y equitativa, donde las personas de todas las edades son valoradas y respetadas. Además, estas interacciones pueden ayudar a romper estereotipos negativos sobre el envejecimiento y a promover una visión más positiva y realista de la vejez.

El INAPAM, a través de sus iniciativas intergeneracionales, está ayudando a cambiar la narrativa sobre el envejecimiento en México. Al crear espacios de interacción entre jóvenes y personas adultas mayores, el INAPAM no solo promueve el respeto, sino que también construye una sociedad más cohesiva, en la que las contribuciones de todos los grupos de edad son reconocidas y celebradas.

El trabajo del INAPAM en este ámbito es un ejemplo inspirador de cómo las políticas públicas pueden influir positivamente en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. Al continuar promoviendo la práctica intergeneracional, estamos no solo honrando a nuestras personas mayores, sino también construyendo un futuro en el que todas las generaciones puedan convivir y prosperar juntas.

 

Referencias y bibliografía

 

  1. Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores. Disponible en https://www.gob.mx/inapam