El insomnio es la dificultad para conciliar el sueño, despertarse muchas veces por la noche o despertarse muy temprano por la mañana, aunque se cuenten con todas las condiciones necesarias para dormir, como tener sueño, ambiente tranquilo, comodidad, entre otras. Tiende a estar acompañado de otras molestias como cansancio, dificultad para concentrarse, irritabilidad y somnolencia.

El insomnio NO es una consecuencia normal del envejecimiento; aunque el envejecimiento implica diferentes cambios a nivel biológico y psicosocial, estos no son determinantes a la hora de padecer insomnio, sin embargo, si se padecen enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión arterial, la posibilidad de tener insomnio aumenta, por ello siempre es adecuado tener un buen control de estas enfermedades si se presentan.

Algunas causas ambientales que pueden promover el insomnio son: el ruido, la luz excesiva durante la noche, las temperaturas extremas, una cama no confortable y la tensión nerviosa derivada de la pandemia por COVID-19.  Otros factores que favorecen la aparición del insomnio son los cambios en el estilo de vida (como la jubilación), los cambios fisiológicos (como tener que levantarse varias veces al baño) y la reducida actividad física.

También hay factores psicológicos que propician la aparición del insomnio, com los problemas para caminar y hacer ejercicio, así como la tristeza y ansiedad derivada de dificultades de la vida.

Existen varias cosas que se pueden hacer para mejorar la calidad y cantidad de sueño, desde luego, cada persona es distinta, así que se deben ajustar considerando lo que le sea posible:

  1. Acostarse y levantarse siempre a la misma hora, esto hace que el cuerpo se acostumbre a dormir en un horario fijo.
  2. Evitar realizar otras actividades en la cama como ver televisión, comer, hablar por teléfono o discutir. La cama sólo debe usarse para dormir y tener relaciones sexuales.
  3. Retirar los relojes de la habitación o el celular, ya que esto distrae la mente para poder dormir.
  4. Las siestas deben de durar menos de 30 minutos y preferentemente realizarlas sólo una vez por semana, ya que esto podría alterar el patrón del sueño en la noche.
  5. Tratar de limitar el consumo de líquidos y cafeína después de las seis de la tarde (té, café, refrescos de cola) porque alteran el sueño y aumentan la necesidad de orinar en la noche.
  6. El alcohol y el tabaco, además de perjudicar la salud, afectan el sueño, evítalos.
  7. Realizar actividades relajantes como leer, tejer, hacer ejercicios de respiración y yoga, todo esto ayuda a tener tranquilidad y por ello, a disminuir la ansiedad.
  8. Mantener el dormitorio a una temperatura agradable y con niveles mínimos de luz y ruido durante la noche, hacer una rutina para irse a dormir para que el cuerpo se programe a esto.

Si el insomnio persiste y comienza a afectar el desempeño cotidiano, recomendamos acudir a valoración médica con una persona especialista en trastornos del sueño para determinar las causas y recibir el tratamiento apropiado.

 

El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores reconoce la importancia del sueño adecuado como un elemento importante de la calidad de vida de las personas mayores. Por ello, brinda información acerca de este evento y la comparte con la población en general con el fin de mejorar su bienestar.

 

Fuentes:

  • Guía de Referencia Rápida Diagnóstico y Tratamiento del Insomnio en ancianos Guía de Práctica Clínica GPC Catálogo maestro de guías de práctica clínica: IMSS-492-11.
  • Kryger M, Roth T, Dement W.C. Principles and Practice of Sleep Medicine. Sixth edition. Philadelphia, Elsevier; 2017.
  • D. Riemann et al. European guideline for the diagnosis and treatment of insomnia. J Sleep Res. (2017). 26, 675–700
  • El Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, quinta edición (DSM-5)
  • Clasificación internacional de trastornos del sueño, tercera edición (ICSD3)