Este proceso tiene su origen en el incremento de la esperanza de vida, la disminución de las tasas de natalidad y mortandad, la urbanización y los cambios en la estructura social y familiar.

En México, el porcentaje de personas mayores a 60 años actualmente es del 12%, donde el 6.4% corresponde a mujeres, debido a que este grupo tiene una mayor longevidad, lo cual se conoce como feminización de la vejez. Dadas estas cifras, los países del mundo enfrentan el reto de crear estrategias que permitan satisfacer las necesidades económicas políticas y sociales de las personas mayores, a través de una perspectiva de género, derechos humanos y curso de vida

Empleo y envejecimiento demográfico.

Como consecuencia del aumento en la esperanza de vida, el requerimiento de recursos y servicios para la satisfacción de las necesidades sociales, incluyendo el trabajo, siempre está presente. Asimismo, dado que muchas personas mayores llegan a la vejez en condiciones de salud aceptables, es usual que se mantengan activas y trabajen en alguna actividad remunerada, inclusive después de la edad tradicional de retiro. Esto puede responder a una infinidad de circunstancias, como son:

  • Muchas personas llegan a la vejez sin acceso a una pensión y no cuentan con recursos económicos suficientes para vivir, motivo por el cual su inserción laboral se vuelve indispensable.
  • Es frecuente que las personas mayores que aún gozan de funcionalidad y autonomía, busquen seguir activas y trabajar de forma remunerada, lo cual las hace sentirse útiles y autorrealizadas, además de que les permite obtener reconocimiento por las habilidades, aptitudes y saberes que aportan a la sociedad.
  • La creciente participación económica de las mujeres, además de factores como la viudez, mayor esperanza de vida y vulnerabilidad económica y patrimonial, las orilla a seguir trabajando durante su vejez.
  • Quienes tienen acceso a una pensión, no siempre pueden cubrir sus necesidades, por lo que el trabajo se convierte en una alternativa para obtener mayores ingresos.

 

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La situación laboral que viven las personas adultas mayores en México es propia de los países con un envejecimiento demográfico incipiente, donde el sistema de pensiones se encuentra debilitado, existe un aumento en el mercado de trabajo informal y condiciones laborales poco favorables que ponen riesgo su integridad y dificultan el acceso a satisfactores básicos (vivienda, alimentación, vestido) y a servicios de salud de calidad.

Estrategias para garantizar el derecho al trabajo para las personas adultas mayores y su protección social.

Es necesario elaborar estrategias que respondan a las necesidades de las personas mayores y consideren factores como la ubicación geográfica (contexto rural/urbano), condición de género, estado de salud, nivel de funcionalidad, condiciones socioeconómicas, contexto familiar y trayectorias de vida, a fin de asegurar protección social, acceso a la jubilación, pensiones de calidad y oportunidades laborales dignas y seguras.

Es indispensable:

  1. Garantizar el acceso a empleos formales, dignos y seguros para todas las personas a lo largo de su proceso de envejecimiento y todo su ciclo de vida, a fin de evitar desigualdades sociales y económicas acumuladas, que puedan acentuarse durante la vejez.
  2. Fortalecer y extender el sistema actual de pensiones, de manera que permita ofrecer ingresos adecuados a las necesidades de la población envejecida, lo que reduciría la tendencia de búsqueda de empleo en edades avanzadas.
  3. Fortalecer los sistemas de protección social, a través de programas sociales con transferencias económicas o pensiones no contributivas.
  4. Capacitar a entes públicos y privados sobre temas de vejez y proceso de envejecimiento, para sensibilizar y coadyuvar en la generación de espacios libres de violencia, discriminación y exclusión laboral, por motivos de edad, género o condición de salud.
  5. Generar entornos sociales que favorezcan el envejecimiento activo de la población y permitan que las personas se sigan manteniendo activas hasta llegar a edades avanzadas, respetando su independencia y autonomía.
  6. Garantizar oportunidades laborales dignas, formales y bien remuneradas, para las personas adultas mayores, con enfoque de género y derechos humanos.
  7. Reconocer las habilidades, aptitudes, saberes y experiencia que pueden aportar las personas adultas mayores en el del campo laboral y romper con el paradigma que relaciona la productividad como un valor inherente a la juventud. Los mercados laborales deberán asumir la intergeneracionalidad como base para el desarrollo social y económico.
  8. Crear programas de inserción laboral que fomenten la participación de las mujeres a partir de su edad productiva y durante las distintas etapas de su proceso de envejecimiento.

La suma de estos elementos permitirá generar condiciones favorables de empleo para las personas, permitiéndoles gozar de una mejor calidad de vida durante su vejez.

Si bien la población está envejeciendo, todas las personas envejecen de forma distinta, por lo que los planes de acción que se emprendan deberán asumir la heterogeneidad en este proceso, a fin de dar un enfoque integral a las políticas públicas en materia de empleo y envejecimiento.

BIBLIOGRAFÍA.