México está en un proceso de transición demográfica, epidemiológica, social y económica, expertos de CONAPO señalan que la población mexicana tendrá cada vez más personas mayores y menos niños, tendencia que se verá reflejada a partir de 2050. Esta transición demanda atención hacia los nuevos retos que trae consigo el envejecimiento: mayor esperanza de vida, mayor longevidad, feminización, multigeneracionalidad, enfermedades crónicas no transmisibles, fragilidad, demencias, discapacidad, dependencia, maltrato, entre otros.
El envejecimiento resulta de la suma de los cambios morfológicos y funcionales que ocurren a través del tiempo en los seres vivos, desde su concepción hasta la muerte, es individual, dinámico, progresivo e irreversible, se produce en el ser vivo con relación al paso del tiempo. El conocimiento en los cambios morfológicos y fisiológicos que se presentan durante el envejecimiento, así como las técnicas adecuadas de intervención, son definitivas para una atención con calidad y un envejecimiento saludable, activo, productivo y digno.
El término activo hace referencia a la participación continua de las personas mayores en forma individual y colectiva, en los aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos.
El envejecimiento activo, según la OMS, es el proceso de optimización de las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez. Existen tres pilares que permitirán esta optimización:
1. Salud (Bienestar físico). Se refiere a la prevención de la enfermedad y a la promoción de hábitos saludables, con el objetivo de retardar la dependencia, considera la accesibilidad a los servicios médicos, los medios para desplazarse y el ingreso económico para poder acceder a ellos.
2. Participación (Mental). Las personas mayores son capitales para su propio desarrollo psicoemocional. Se les toma en cuenta como titulares de derechos, con voz y voto; destaca la inclusión laboral y promueve las relaciones intergeneracionales para favorecer su participación.
3. Seguridad (Social). Garantiza una protección adecuada frente a situaciones de riesgo o necesidad, incluye el derecho a la seguridad social así como acceso a los servicios y participación en la vida pública.
La definición de envejecimiento activo se interrelaciona con el grado de funcionalidad de una persona desde un contexto integral. Incluye las intervenciones adecuadas de rehabilitación, la capacidad de adaptación y participación en diferentes circunstancias, la readecuación en ciudades para que sean amigables para las personas adultas mayores, el acceso a trabajos remunerados y la participación cívica y social de este grupo poblacional.
De acuerdo con el INEGI, el 85% de las personas adultas mayores entre 60 y 75 años de edad son independientes para realizar sus actividades de la vida diaria, gozan de salud y la mayoría aporta un ingreso económico a la familia; un 45% de las personas mayores de 76 años requieren de algún tipo de asistencia o apoyo para realizar sus actividades cotidianas.
El tiempo de vida funcional e independiente para las personas entre 65 y 69 años es de 10 años; entre 80 y 84 años es de 4.7 años; y para los mayores de 85 años es de 2.9 años de funcionalidad.
La ONU invita a los gobiernos y a las organizaciones no gubernamentales a estudiar medios eficaces para construir proyectos dirigidos a sostener el mayor grado de independencia en las personas mayores. Para lograrlo, habrá que considerar actividades de prevención y promoción integral de la salud, control de las enfermedades crónicas no transmisibles, servicios sanitarios eficientes y accesibles, así como cambios a favor de un buen estilo de vida.
Los cambios bio-psico-sociales que caracterizan el envejecimiento poblacional y a las personas mayores, más allá de las cifras, implican una readecuación y transformación de políticas, programas, estrategias y acciones específicas; las intervenciones que hagamos, permitirán gozar a este grupo etario de un mayor bienestar, por lo que debemos seguir formando y capacitando recursos humanos especializados, desarrollar infraestructura, equipamiento y generar políticas públicas con programas preventivos y de rehabilitación.
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Fuente: Geriatría INAPAM
Sitios de referencia:
https://envejecimientoactivo.wordpress.com/envejecimientoactivo/