La palabra paliativo proviene del latín “pallium”, que significa manto o cubierta, de esta forma se hace referencia al hecho de mejorar síntomas o sufrimiento. Se fundamenta en aliviar el dolor, así como otros síntomas que acompañan la enfermedad; también considera los problemas psicológicos, sociales y espirituales con el objetivo de alcanzar la máxima calidad de vida tanto para el paciente como para su familia.

Un paciente paliativo es aquel que padece una enfermedad crónica, debilitante o amenazante sin importar su edad. El método tiene como eje el alivio del sufrimiento físico, psíquico, y espiritual que se origina por la enfermedad, por su tratamiento o por el hecho de estar próximo a la muerte.

El procedimiento paliativo se debe construir con base a las metas y preferencias del paciente y su familia, de esta forma y con el apoyo de los profesionales de la salud deben ser capaces de tomar decisiones informadas.

De estos tratamientos queremos hacer hincapié en esta ocasión, a la parte espiritual, sin referirnos a ningún tipo de creencia o religión.  De acuerdo con la Guía de Manejo Integral de Cuidados Paliativos emitida por el Consejo de Salubridad General (CGS) “la espiritualidad es el conjunto de pensamientos, valores, conceptos, ideas, ritos y actitudes a través de los cuales articulamos nuestra vida y buscamos el sentido, el propósito y la trascendencia de la vida impulsados por nuestro espíritu”.

La Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) subraya la necesidad de una atención integral que considere los aspectos físicos, emocionales, sociales y espirituales del paciente, de la misma manera la Guía de Criterios de Calidad en Cuidados Paliativos plantea evaluar las necesidades generadas a partir de estos aspectos. Ambas consideran prioritario atender las necesidades espirituales de las personas enfermas para ayudarles a morir en paz.

Algunas de las necesidades espirituales propuestas son:

Ser reconocido como persona. El enfermo pierde su identidad de lo que era, ante esto, necesita que los demás le sigan considerando como antes de la enfermedad.

Volver a leer su vida. El paciente necesita hacer un balance positivo y significativo de su vida para así poder aceptar más fácilmente su final.

La búsqueda del sentido. Encontrar significado y propósito a su existencia coloca a la persona frente a lo esencial.

Liberarse de la culpa y de perdonarse. El paciente intenta buscar respuestas terrenales a cuestiones existenciales como el morir. Necesita encontrar al responsable o culpable de su dolor.

Sentirse perdonado. El facilitar el perdón del paciente hacia los otros puede llevarlo a reorientar sus emociones, pensamientos y conductas promoviendo emociones positivas como la compasión, la empatía y el amor.

Establecer su vida más allá de sí mismo. Existe la necesidad  de trascender, de prolongar la vida individual hacia las dimensiones de la humanidad entera o de la divinidad.

Necesidad de continuidad. En relación al futuro, el tiempo limitado puede ser vivido como una frustración, pero también puede estar abierto a lo trascendente. La proximidad del fin confronta al considerar una nueva jerarquía de valores.

Auténtica esperanza, no ilusiones falsas. La esperanza suele nacer de las experiencias positivas que se hacen en la vida, aunque sea en medio del sufrimiento.

Expresar sentimientos religiosos. Muchas personas, independientemente de su orientación religiosa, tienen una forma específica de expresar sus sentimientos religiosos cuando se acercan a la muerte.

Amar y ser amado. El paciente necesita tener una relación positiva con su entorno, con sus seres queridos y con los que le atienden. Se puede dar consuelo a los enfermos con una caricia suave, acunándoles en los brazos o respirando al mismo ritmo que ellos.

Es así que el acompañamiento espiritual repercute en el bienestar físico y psicológico de las personas mayores enfermas al final de su vida, es a través de estas necesidades enunciadas que se busca hacer que la persona cuente con herramientas para que pese a la enfermedad, tenga calidad de vida. Asimismo ayuda a mejorar la relación con su círculo social cercano: familia, amigos y cuidadores.