Añadió que el cuidado debe ser siempre humano y tener en cuenta los valores de las personas mayores y los propios, y considerar esos aspectos como parte del desarrollo humano para mirar esta actividad con un enfoque ético.

–Aprendamos a convivir con los sentimientos de las personas, tanto positivos como negativos, y procuremos una auténtica relación de cuidado basada en la ayuda y en la confianza, mediante la empatía y la comunicación estrecha –recomendó.

–El cuidado que brindemos a las personas mayores tiene que ver con nuestra forma de ser y la manera de conectarnos con su ser. La mejor forma de hacerlo es con amor. De otra forma, aunque sepamos todas las técnicas científicas utilizadas, no tendrá buenos resultados –añadió.

–Aun cuando parece que nuestra postura profesional no compromete nuestra parte emocional con la otra persona, siempre estamos vinculados. Por eso es muy importante destacar siempre la parte humana, en la que entregamos amor –explicó.

–Además –prosiguió–, las personas mayores tienen dos condiciones que son importantes, la autonomía influenciada de manera negativa por las enfermedades y por el propio proceso de envejecimiento, y la funcionalidad reducida o completamente abatida.

–Cuando hablamos de enfermedades neurodegenerativas, consideramos un deterioro gradual y progresivo, que muchas veces nos hiere en el alma, porque hay personas que dicen: “yo conocí a mi mamá, pero después de esta enfermedad ya no la conozco, ya no sé cómo es, cómo se comporta”.

Todo eso causa heridas profundas que se reflejan en el cuidado de la persona, además de que se afectan sus habilidades y funciones. Una persona que puede movilizarse hoy hasta el sanitario, en la tarde noche ya no lo puede hacer, y eso es dramático.

–Los problemas que vive cada familia son colectivos; vivimos en un país con muchas personas mayores, y debemos entender la afectación tan grande que esto conlleva, como aspectos de dependencia y vulnerabilidad. Además, las personas con deterioro cognitivo están expuestas a riesgos de toda índole, social, físico y emocional.

–El cuidador tiene qué ver con lo que da al otro y lo que se da a sí mismo; el cuidado se refleja en aspectos como dignidad, humanidad, integridad y la condición indisoluble de cada persona. Por eso, cuidar significa hacer algo por alguien, como hacemos todo el tiempo, es, en síntesis, una intervención terapéutica.

–Cuando escuchen, “no hay nada más que hacer por su paciente”, consideren que podemos hacer mucho en el cuidado físico, emocional y espiritual; un cuidador recibe agradecimiento, satisfacción, aprendizaje, cariño y reconocimiento.

–Debemos ver el cuidado como una oportunidad para ser mejores personas. Muchas de las cosas que usamos mecánicamente adquieren otro sentido cuando nos convertimos en cuidadores de alguien –concluyó.

6 mujeres sonriendo. Es un grupo de cuidadoras de adultos mayores.