La profesional fue una de las personas expertas que participaron en el evento denominado Cuidando al Cuidador, organizado por el Inapam el martes pasado, en conmemoración del Día Internacional del Alzheimer, que se celebra hoy. Su participación fue un testimonio de la labor de una cuidadora.

Con el lema de El corazón no olvida, los especialistas abordaron diversos aspectos de la vejez y el envejecimiento. La doctora Luz Esther Rangel López, coordinadora de la Clínica de la Memoria del Inapam, puso énfasis en los cuidadores, quienes también son muy importantes, pues los pacientes dependen de ellos, y por eso, es muy importante “cuidar a nuestros cuidadores”.

–Me pidieron que hablara del sentimiento de un cuidador, no en términos personales sino cómo tres mujeres enfrentaron esto en casa, Ellas son, mi madre, mi hermana y yo –señaló la psicóloga Pardavell. Cuando me han pedido abordar el tema encuentro que ha sido un parteaguas en mi vida, pues la enfermedad llegó sin avisar; no nos pidió permiso. De eso se trata mi vivencia.

–Como les decía la enfermedad llego sin avisar; tiene un comienzo, y esto lo saben muy bien la familia y los cuidadores, pero también tiene un final. Todo un camino por recorrer, sin fecha definida y además muy puntual, pues hasta en el último momento el enfermo sigue siendo una persona. Esa es otra de las grandes cosas que debemos entender –explicó.

–Esto es lo que científicamente nos involucra, preocupaciones futuras, cambios de actividades cotidianas, creencias sobre las enfermedades, problemas de dinero porque hasta el más simple cuesta trabajo conseguir el medicamento, cambios de alimentación, de comunicación, en lo que esperamos cuando muera. Ser cuidador, auténticamente cuidadora, es convivir con la devastación –enfatizó.

–¿Por qué es convivir con la devastación?, porque las transferencias afectivas de los problemas del enfermo los tienen que atender la familia, porque la repetición de situaciones conflictivas son todos los días y porque la imposibilidad de dar de sí mismo, de forma continua, está rota.

–Alguien que permanece como cuidador siempre tiene la esperanza de que se acabe, pero siempre vuelve. Entonces, sólo las personas capaces de amar intensamente pueden sentir un gran dolor, pero esta misma necesidad sirve para dominar el dolor y curarlo. A esas personas se les llama cuidadores, y quiero invitarlos a que también piensen en ser acompañantes.

Acompañar al paciente es, en simples palabras, estar ahí al lado de quien nos necesita. No es indispensable hablar, pero sí respetar siempre. Acompañar es proteger sin molestar o dañar.

El cuidador da calidad de vida al enfermo sin intentar alargar la supervivencia. Para compartir angustias y esperanzas está la medicina, esa que a veces, por los egos, se nos olvida.

–Es difícil asimilar que cuando no se puede curar, hay que aliviar o al menos consolar. Si no vemos abuelos, menos vemos abuelos con demencia. Hablo de verlos como las personas que son, no como un vegetal. Nuestros enfermos son personas con una forma distinta de vivir –concluyó.