Una de las bebidas que ha acompañado al hombre casi desde los inicios de su historia es el vino, el cual se produce gracias a las uvas, fruto de la vid. La viticultura se define como el arte y ciencia del cultivo de la vid, para usar uvas en la producción del vino.

De acuerdo a diversos testimonios arqueológicos la historia del vino data del año 6000 a.c. donde, en la actual Armenia, se encontró una bodega para almacenar esta bebida. Sin embargo, la documentación sobre el cuidado de la vid, cosecha y prensado de las uvas viene desde los griegos en el siglo VII a.c.

Posteriormente, el consumo de vino se extendió hacia el sur, llegando hasta Egipto, en la ya célebre ciudad de Bahariya durante el Imperio Medio.  Cabe destacar que el vino, a lo largo de la historia, ha estado muy bien considerado por la alta sociedad, siendo testigo imprescindible en cualquier acontecimiento o banquete de importancia; alrededor de él se han firmado los grandes tratados y acontecimientos históricos de occidente.

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Es por eso que los productores de esta bebida, los viticultores (persona dedicada al cultivo y cosecha de la vid), han puesto una gran atención en todo lo relacionado con su tratamiento para obtener los vinos de más alta calidad. Basta con buscar en internet hoy día para encontrar miles o millones de páginas y consejos para quienes desarrollan esta actividad.

Su historia en México comienza con las primeras vides que fueron traídas por los conquistadores españoles. Una vez consumada la conquista se comenzaron a extender los sembradíos desde el centro hacia los diferentes puntos del país, sobre todo en las regiones septentrionales como Querétaro y Guanajuato; pero donde mejor se desarrolló y se explotó el potencial vitivinícola del país fue en la parte norte en los estados de Baja California y Sonora, pues al comprobar que se tenían las condiciones idóneas para una producción de mejor calidad se introdujeron variedades francesas de la vid en México.

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Esta actividad comenzó a generar un cambio en la economía social de dichas regiones pues se logró desarrollar comunidades completas gracias a los trabajos que se generaban en los sembradíos, permitiendo que las familias de las zonas donde se producía pudieran obtener un sustento.

En el año 1900 una plaga destruyó gran parte de la viticultura en el país, aunado a que en ese momento, a pesar de los esfuerzos, el vino producido no era de la mejor calidad, pese a ello los emprendedores del ramo no se dejaron vencer y estuvieron tecnificando y puliendo sus procesos logrando que al final de los años 80 se iniciara en el país la producción de vinos de alta gama.

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Aunque el vino que se consume actualmente en el territorio nacional es principalmente importado, el vino mexicano ya es reconocido mundialmente pues desde el año 2000, además de las grandes empresas, han surgido pequeñas viñas de producción reducida pero de una calidad innegable.

El INAES apoya diversos proyectos productivos vitivinícolas en el país para permitir que esta actividad se siga desarrollando, y que los productores puedan cumplir los estándares de calidad internacional y así lograr un mayor reconocimiento del vino mexicano a nivel internacional.