Ello se debe a que la configuración de las redes se ve afectada por las nuevas conexiones, los cambios en la operación y el incremento de la demanda, que no siempre se refleja en una mayor disponibilidad.

El servicio tandeado en las redes de agua potable, así como las grietas o rupturas, ocasionan una disminución en la calidad del agua, ya que mientras la red se encuentra presurizada, pierde cierto porcentaje de su gasto, pero cuando se suspende el servicio y las tuberías se despresurizan, por esas mismas grietas o rupturas ingresa agua del subsuelo, la cual puede contener agentes contaminantes.

Por otra parte, el tandeo propicia la construcción de almacenamientos domésticos (como tinacos y cisternas), que por lo general no reciben el mantenimiento adecuado e  incrementan el tiempo de residencia del agua en la red. En resumen: la calidad del agua que se consume en las viviendas no es la deseable.

Por esta razón es necesario que los organismos operadores adopten prácticas e implementen acciones que les permitan administrar la red de forma continua y controlada, de tal manera que los usuarios reciban un servicio de calidad tanto en los aspectos hidráulicos (volumen y presión) como en el de pureza de acuerdo con los parámetros de la NOM-127-SSA1-1994.

Una de esas prácticas es la sectorización de las redes de agua potable que se constituye en un elemento del proceso de mejora de las eficiencias física y comercial, cuyo objetivo principal es generar zonas de suministro independientes dentro de la propia red de distribución. De esta manera, cada sector podrá funcionar por separado de los demás y, con ello, mejorar la redistribución y el control del caudal suministrado, así como sus presiones, en beneficio de la red de distribución en su conjunto.

De esta manera se optimizará el funcionamiento de la red con la consecuente disminución de pérdidas físicas, la homologación de la calidad del servicio que reciben los usuarios y, con ello, se reducirá el volumen que se suministra a la red, así como los costos por bombeo. Además se contará con la capacidad de conducir el volumen de agua excedente a otras zonas de la red.

La sectorización debe ir acompañada de un programa de reducción de pérdidas físicas por medio de la gestión de presiones, que consiste en instalar equipos de medición de presión y gasto, registro, transmisión de parámetros hidráulicos, así como una plataforma de monitoreo de los datos medidos. Con ello se controlará la presión a la entrada del sector con un intervalo aceptable que permita disminuir la cantidad de agua que se pierde por grietas o fracturas.

Actualmente, a solicitud de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) y de la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) de Chihuahua, el IMTA realiza un proyecto de sectorización de la red de distribución de la zona norte de la ciudad, en el que habitan poco más de diez mil usuarios. El proyecto busca recuperar caudales y lograr un suministro continuo en ocho distritos hidrométricos, así como mejorar el servicio de agua al eliminar el tandeo.

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