El agua de lluvia (huella hídrica verde), agua superficial y subterránea (huella hídrica azul), y agua contaminada (huella hídrica gris).

La huella hídrica, es decir, la apropiación humana del agua dulce, es un indicador tanto del volumen de agua utilizado para producir algo, como de su origen: agua de lluvia (huella hídrica verde), agua superficial y subterránea (huella hídrica azul), y agua contaminada (huella hídrica gris).

El estudio de la huella hídrica nos permite visualizar el uso oculto del agua y nos indica el camino por el que transita a través de un producto, proceso, industria, consumidor, cuenca, estado o país, lo cual nos da la posibilidad de evaluar su sostenibilidad e identificar cómo y dónde el consumo en un lugar impacta los recursos hídricos en otro sitio. Por ello es tiempo de reconocer que los problemas del agua no pueden ser resueltos solamente mediante su gestión.

El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, IMTA, afiliado a la Water Footprint Network (Red de Huella Hídrica) y a la Alianza de Investigación en Huella Hídrica, es pionero en la aplicación de la huella hídrica para concientizar y evaluar políticas gubernamentales, ha producido diversos estudios publicados en 2017 en el libro Huella Hídrica en México, análisis y perspectivas, prologado por el profesor de UNESCO-IHE Arjen Y.Hoekstra, creador en 2002 del concepto de huella hídrica como un indicador alternativo del uso del agua.

Como resultado de estos trabajos sabemos que la huella hídrica detectada en los productos de origen animal representa la mitad de la que se encuentra en la totalidad de los alimentos que consumimos en México; para el 2005 el 2.3% de la huella hídrica mundial pasaba por nuestro país con un consumo per cápita de 1 978m 3 /año (43% superior al promedio mundial), lo que nos convirtió en el segundo importador neto de agua virtual en el mundo y primero en América a través de los comercios agrícola, pecuario e industrial.

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