Los principales tipos de estrés abiótico que se espera aumenten en respuesta al cambio climático son el calor, se quía, salinidad, saturación del suelo e inundación (Reynolds y Cruz, 2010). El calentamiento del sistema climático es inequívoco y, desde la década de los años cincuenta, muchos de los cambios observados no tienen precedente en las últimas décadas o, en algunos casos, milenios. En la atmósfera y los océanos las temperaturas han aumentado, las cantidades de nieve y hielo han disminuido y el nivel del mar ha aumentado (IPCC, 2014).
Los nuevos escenarios que indican el impacto del cambio climático en variables como temperatura y precipitación pluvial son llamados “trayectorias de concentración representativas” (RCP, por sus siglas en inglés), basados en el desbalance energético (entre la radiación entrante y la saliente) y se refieren al posible aumento global de energía radiativa en W/m2. El escenario RCP8.5 es el más extremo y supone un aumento de 8.5 W/m2 para el año 2100, debido al aumento de gases de efecto de invernadero (IPCC, 2014).