Todo surgió cuando, allá por 1963, el escritor Vicente Leñero, que por entonces vivía en el pueblo de San Pedro de los Pinos, Distrito Federal, una mañana abrió las llaves de la regadera y el lavabo y, aterrorizado, se dio cuenta de que no salía una sola gota de agua, ya que nunca faltaba el recurso que llegaba a su casa todos los días, a todas horas y con una presión, que, en ocasiones, vencía la fuerza de contención del tinaco con que contaban todas las casas de las colonias, digamos, bien ubicadas.

Por otra parte, Leñero conocía bien la situación cotidiana de la escasez de agua en los suburbios marginados en donde vivía la mayoría de los habitantes de la ciudad, quienes la soportaban con singular estoicismo.

Esta anécdota le dio pie al autor de Los albañiles para escribir, en 1983, la novela La gota de agua, publicada en 1984 y que, en su momento, fue premonitoria de uno de los problemas más difíciles y complejos que al correr del tiempo enfrentaría no solo la Ciudad de México, sino prácticamente todo el país: la falta de agua potable en los hogares.

El periodista y dramaturgo Leñero aprovechó esta oportunidad para narrar, por cierto con gran sentido del humor, y denunciar los motivos que originaron este problema, como son la falta de planeación urbana, la sobrepoblación, la gran desigualdad socioeconómica que existe entre los mexicanos, así como la corrupción de una gran cantidad de servidores públicos y su falta de compromiso para cumplir con sus promesas.

No dejes de leer esta novela, reeditada por el Fondo de Cultura Económica, la cual nos hace reflexionar sobre la, importancia, trascendencia y necesidad del trabajo que realizamos en el IMTA.