El transporte público bien diseñado y operado puede contribuir a la seguridad y eficiencia de la red de transporte por carretera. Las autoridades reguladoras del transporte público tienen la responsabilidad de garantizar que los vehículos sean seguros y adecuados a las características de las vías, y de que los conductores y operadores estén debidamente calificados, ya que el transporte público es la única opción para muchos viajeros. Las rutas deben planificarse para atender a todas las calles principales. Se deben proporcionar bahías de autobuses más allá de las intersecciones y los puntos de embarque deben estar ubicados convenientemente y conectados a las redes de peatones. Los carriles, bahías y áreas de detención de autobuses deben construirse en concreto hidráulico para minimizar problemas de mantenimiento debidos a los efectos de ablandamiento generados por fugas de aceite y combustibles. Las bahías deben estar fuera de los carriles que van de frente.