Resulta paradójico que los países ricos han aumentado su gasto en salud desde 2020, pero sus resultados para la atención de diversos padecimientos son poco halagadores. En muchos casos, alcanzan casi 10% de su PIB, mucho más del presupuesto prepandemia, sin embargo, su servicio se mantienen a la baja.

En diciembre, el Congreso de Estados Unidos aprobó un incremento de 9.3% el presupuesto en salud respecto a 2022. No obstante, las tasas promedio de ocupación hospitalaria superaron recientemente 80%, por primera vez. Ni siquiera en los días más oscuros de la pandemia se llegó a reportar que las salas de Pediatría estaban bajo estrés, situación que ocurrió en noviembre.

En Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud construyó siete nuevos hospitales para atender la pandemia, con una inversión de 532 millones de libras (12 mil 500 mdp). Algunos de estos hospitales no trataron a un sólo paciente. A pesar de contar con más presupuesto, sus usuarios perciben un servicio médico de menor calidad. Se tiene registro que una de cada cuatro mujeres, y uno de cada cinco hombres, han experimentado retrasos en la atención médica en el último año.

En Canadá, los tiempos de espera han alcanzado su máximo histórico, con un retraso promedio de medio año entre el diagnóstico y el tratamiento. Esto, a pesar de que el gobierno asignó lo equivalente a 28 mil 222 mdp en fondos adicionales para eliminar retrasos en la atención, esto, añadido a los 63 mil mdp que ya habían presupuestado para la atención de COVID-19.


Por su parte, Alemania registra una gran ola de mortalidad general: desde septiembre de 2022, las muertes semanales en el país se han incrementado hasta 10% por encima de lo normal. En diciembre alcanzaron su máximo, 23% por arriba del histórico.

Es desconcertante esta situación, pues en 2022, el gasto en salud aumentó 6.5% en términos reales, en comparación con 2019. ¿Qué hicieron los países ricos con el incremento de su presupuesto en salud? Habrá que ir al fondo en cada caso, pero es claro que hoy, en los países ricos, los sistemas de salud están haciendo menos con más dinero.


Gastar más no se ha traducido en servicios de mejor calidad. Ante este panorama es reconfortante ver que en México las cosas van por buen camino. Particularmente el Seguro Social, que no necesitó de grandes inversiones para recuperar su productividad.

De 2019 a 2021 incrementó el gasto de funcionamiento 3.79% en términos reales, de acuerdo con los informes anuales. Según cifras compartidas por su director, en noviembre de 2022 se recuperó a 100% la atención de un día normal de operación en atenciones. No cabe duda de que las crisis representan oportunidades para quienes sepan identificarlas.

Todavía hay retos pendientes, pero la experiencia del IMSS es una referencia para otras instituciones prestadoras de servicios que quieren mejorar el servicio gastando bien, sin gastar más.

POR ARTURO DE LUCIO

DIRECTOR EJECUTIVO DE PROYECTOS, CONFERENCIA INTERAMERICANA DE SEGURIDAD SOCIAL

PUBLICADO EN EL HERALDO DE MÉXICO EL 3 DE FEBRERO DE 2023.