Primer momento: cambio de rumbo y volver al origen. El 23 de mayo del 2019, el licenciado Andrés Manuel López Obrador me otorgó el más alto honor que he tenido en mi vida pública: dirigir el Instituto Mexicano del Seguro Social. Para recuperar la visión solidaria que le dio origen había que cambiar el rumbo: resarcir el daño del periodo neoliberal; cuidar la salud de las finanzas, pero sin descuidar la salud de las personas; dejar atrás la atención curativa y hospitalaria y regresar a lo preventivo.

En la historia del instituto se hallaban algunas respuestas. Con la máxima de Jesús Reyes Heroles: “Para actuar hay que conocer, pero para conocer hay que actuar”, tomé la decisión de ser el director general con más “territorio”. Esto era dirigir el IMSS desde las unidades, no desde Paseo de la Reforma, dialogar con los trabajadores, con los órganos de gobierno, con los directivos de hospitales y de unidades médicas.

Mi primer diagnóstico concluyó que el problema era el tiempo. El tiempo de espera para recibir una consulta o una cirugía programada y el tiempo perdido en el que la derechohabiencia creció, pero esto no se reflejó en inversión de equipo e infraestructura o en contratación del personal médico y de enfermería necesario para una atención digna.

Segundo momento: atención humanitaria de la pandemia. Apenas llevaba 230 días al frente del IMSS, cuando la OMS declaró una emergencia de salud pública de importancia internacional: nos iba tocar el reto más desafiante para todo el mundo en los últimos 70 años: la pandemia por covid-19. En el IMSS optamos por un camino, el único: crecer en nuestra capacidad de atención para garantizar que todo aquel que lo requiriera tuviera acceso a una cama o un ventilador mecánico.

En el momento de mayor velocidad de transmisión del virus llegamos a tener 19 mil 999 camas para atender la pandemia. También innovamos: construimos 34 centros de atención temporal que ahora son espacios de expansión para hospitales de segundo nivel y aceleramos la construcción de hospitales que se encontraban en proceso. Hicimos de un Autódromo el hospital más grande de atención covid y atendimos a más de 300 mil mexicanas y mexicanos.
 

Tercer momento: recuperación de servicios. De acuerdo a la OMS, todos los sistemas de salud del mundo tuvieron una reducción de más del 50 por ciento en sus servicios y rezagos importantes en sus operaciones. Después del momento más crítico, en el IMSS nos propusimos recuperar y alcanzar mínimamente los datos del mejor año en productividad de la historia del seguro: lo logramos con 20 jornadas extraordinarias en 2022 y hoy seguimos combatiendo el rezago, pero con una visión radicalmente preventiva.

Cuarto momento: transformación y porvenir. A 4 años de distancia, hoy tenemos un IMSS más fuerte: reservas históricas por 401 millones de pesos, 13 años de suficiencia financiera, una recaudación récord de 438 mil millones de pesos en 2022. Un IMSS con 10 mil 100 médicos y con 7 mil 744 enfermeros y enfermeras más. De 56 obras inconclusas en 2019, 49 se han concluido y 6 están en proceso. Y esto sin contar los nuevos proyectos de infraestructura.

El Seguro Social también acude al llamado histórico de contribuir a los propósitos de la Cuarta Transformación: extender sus alas y abrazar a todos los mexicanos y mexicanas en los momentos de incertidumbre y de enfermedad. La universalidad del acceso a la atención médica por el simple hecho de nacer mexicano o mexicana.

A quienes hacen posible tener un IMSS de pie, con rumbo y porvenir, muchas gracias. La mejor época del Seguro Social, sin duda, está por venir.