La pandemia por Covid-19 trastocó la vida de mujeres y hombres de todo el mundo, y lo hizo a una velocidad impresionante.

Desde aquel 27 de febrero de 2020, en que se confirmó el primer caso en México, todos hemos padecido los efectos en la salud, lo social y/o lo emocional, pero no todas las personas son conscientes de ello o, muchas otras no han sido capaces de asimilar los cambios.

En un primer momento se identificó que derivado de la presión a la que hemos estado sometidos por esta alteración de la vida cotidiana y a los cuidados intensos que tomamos a fin de evitar infectarnos o a nuestros seres queridos, se registró un incremento de los trastornos mentales como la ansiedad y la depresión.

El miedo al contagio, los sensibles fallecimientos, la pausa obligada de la convivencia familiar y social, tuvieron impacto directo en el ánimo de muchas personas, generando incertidumbre que afectó en la salud mental.

Sin embargo, la ciencia ha identificado también la presencia de síntomas neurológicos y psiquiátricos a corto y largo plazo como consecuencia de la Covid-19, ya que dicha infección ocasiona un síndrome inflamatorio intenso en el tejido neurológico y de otros órganos como el cardíaco, hepático y renal.

Lo que es un hecho es que la enfermedad tiene una dimensión mayor a los síntomas respiratorios que se identificaron inicialmente, que deben ser atendidos por especialistas desde los primeros síntomas.

Con este objetivo, en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) aceleramos la recuperación integral de los servicios de salud en las Unidades Médicas de los tres niveles de atención para diagnosticar a tiempo y brindar el apoyo profesional que requiere un tema de salud pública importante como es la atención de los trastornos mentales.

En este proceso, identificamos que la pandemia por Covid-19 no solo provocó un aumento importante de nuevos casos de ansiedad y depresión, sino que otros pacientes con antecedentes de algún trastorno mental tuvieron exacerbación de la sintomatología, debido a las medidas de confinamiento, así como la situación económica y laboral y, por supuesto, las sensibles pérdidas experimentadas a lo largo de esta pandemia.

Fue el caso de Elizabeth, una derechohabiente que, en mayo de 2021, recibió con optimismo el resultado de la prueba que demostraba que había superado la Covid-19 sin mayores complicaciones. Sin embargo, al paso de las semanas y meses, se le dificultaba, cada vez más, encontrar fuerza para levantarse y comenzó a aislarse en su cuarto, solo acompañada por una tristeza a la que no le identificaba causa.

Cuando las noticias reportaron una disminución en los contagios, intentó recuperar su vida cotidiana pero apenas caminó unas calles, tuvo un ataque de pánico que la obligó a regresar a su habitación.

Y es que, hoy sabemos que en un sentido psicológico y fisiológico nuestros sistemas de defensa y supervivencia no han dejado de estar activos la mayor parte del tiempo desde que inició la pandemia, provocando una actitud defensiva ante las amenazas reales o no, una situación que ha afectado directamente a la salud mental.

En el caso de los trastornos depresivos se tiene registro de un aumento mundial del 27 por ciento de casos, relacionados o no con la infección por Covid-19.

Cuando Elizabeth acudió al IMSS fue atendida y se le explicó que estos trastornos pueden ser tratados con recomendaciones para el autocuidado, apoyo dietético con aumento de antioxidantes y proteínas, intervenciones psicoeducativas y psicosociales en las Unidades Médicas y Unidades Operativas de Prestaciones Sociales Institucionales (UOPSI), además de manejo, bajo vigilancia médica, de antidepresivos y medicamentos neuromoduladores, es decir, se le brindó un tratamiento integral por el equipo multidisciplinario de salud.

Para el caso aquí referido y para toda la derechohabiencia, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), brinda atención de los trastornos mentales en las Unidades de Medicina Familiar, además otorga consulta de Psicología y de Psiquiatría, de acuerdo a las necesidades de los pacientes, que son referidos desde su Unidad de Medicina Familiar o servicios de urgencias para tratamiento.

Anualmente en el IMSS se diagnostican y tratan a más de 3.5 millones de personas con alguna enfermedad mental.

Con el propósito de atender con oportunidad a las y los derechohabientes, hemos diversificado los canales de primera atención, como es el caso del servicio de Orientación Médica Telefónica Covid-19 en el número 800 2222 668, opción 4, que tiene un horario de servicio de lunes a viernes de 8:00 a 20:00 horas.

Del otro lado de la línea, las personas contarán con el apoyo de personal especialista en psicología, con el objetivo de brindar apoyo a las necesidades de salud mental, incluidos casos extremos como la posibilidad suicida.

El IMSS también dispone de Cursos en Línea en https://climss.imss.gob.mx/  orientados a promover el equilibrio físico y mental, y se brindan herramientas para que los usuarios identifiquen el estrés y prevengan trastornos mentales como ansiedad, depresión o abuso de bebidas alcohólicas o tabaco.

Se cuenta con redes sociales como Facebook @imss.mx y Twitter @Tu_IMSS, donde se dan recomendaciones a la población para promover la salud mental, siendo medios informativos veraces que suelen ser de ayuda para resolver dudas en torno al tema.

No perdamos de vista que la pandemia sigue activa, y aunque la enfrentamos de manera diferente gracias a las vacunas, no podemos perder de vista que es necesario seguir cuidándose y, en los casos de quienes la han padecido, atender cualquier síntoma persistente o posible secuela como podría ser el caso de los trastornos mentales.

Por Dr. Hugo Alberto Andriano Vicencio, médico psiquiatra del Hospital de Psiquiatría Morelos, CDMX.

PUBLICADO EN SDP NOTICIAS EL 18 DE AGOSTO DE 2022.