La energía es un elemento fundamental para el desarrollo socioeconómico; se puede hablar de energía renovable y no renovable. La primera se obtienen de fuentes naturales, tiene capacidad de renovación y se obtiene del agua, el sol, el viento y la tierra; en cambio la energía no renovable se refiere a las fuentes que si bien se encuentran en la naturaleza lo están en cantidad limitada, por lo que se agotan en la medida en que consumen y se clasifican de manera general en combustibles fósiles y nucleares. Sus fuentes principales son: el petróleo, el gas natural, la energía nuclear y el carbón mineral. 

Diagrama de energía; 1. Renovable, no contaminantes o limpias, mareomotriz, geotérmica, hidráulica, eólica. 2. No renovables, contaminantes o sucias, combustibles  fósiles... Petróleo, Gas natural, Carbón. Combustibles nucleares, nuclear.

Mark Z. Jacobson, investigador de la Universidad de Stanford, comenta que la medida más viable para sustituir las energías contaminantes por unas fuentes de energías modernas, asequibles y fiables, puede ser a través del uso de las energías limpias (fundamentalmente eólica, hidráulica y solar) pero para ello se requiere invertir en nuevas tecnologías específicas y configurar estrategias políticas, económicas y sociales orientadas a generar cambios en el uso de la energía. Asimismo, hace énfasis en que la transición al uso de energías limpias es necesario ya que vendría acompañada a la creación de empleos estables, la prevención de millones de muertes causadas por la contaminación y una drástica reducción del calentamiento global.

La meta 7.2. “de aquí a 2030, aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas”, podemos visualizar a la población joven como un actor central pues serán quienes vivirán la transición energética producida por combustibles fósiles hacia energías renovables. Esta transición de paradigma energético podemos rastrearlo en dos variables de los modos de la vida cotidiana de los y las jóvenes: el transporte y la vivienda. Las oportunidades para aumentar el uso de energías limpias en los hogares con jefaturas juveniles es amplia, pues aunque el 98.1% de las viviendas tiene focos ahorradores, solo el 2.9% utiliza calentador solar y solo el 0.5% utiliza paneles solares. Hay grandes espacios para la adopción de energías, siempre y cuando sean asequibles, lo cual poco a poco se ha venido generando. El costo de focos ahorrados ha disminuido de manera sostenida a la par de una mayor durabilidad de los mismos y una evidente diminución del consumo promedio en los hogares.

En materia de transporte, solo el 4.9% de la población joven utiliza bicicleta para llegar al trabajo y el 1.1% la utiliza para llegar a la escuela. También se señala que el uso de la bicicleta predomina en jóvenes hombres ya que el 6.8% la utiliza y tan solo el 1.1% de las jóvenes se desplazan por este medio. El uso de medios de transporte no contaminante solo el 0.9% de jóvenes se desplazan en metro, metrobús o tren ligero para llegar al trabajo y a la escuela. Sin lugar a dudas, la disponibilidad y planeación urbana y semiurbana por parte de los gobiernos nacionales y subnacionales, tendrá que contribuir de manera significativa para incentivar tanto el uso de transporte público no contaminante, como la habilitación de ciclovías y espacios seguros para el uso de la bicicleta.

Caminar como modo de traslado es quizá la forma más amigable para la movilidad aunque esté limitada a desplazamientos cortos. El 36.5% de la población joven camina para ir a la escuela y 21.3% lo hacen para ir al trabajo, esto se debe principalmente a las menores distancias entre la casa y la escuela, en comparación con la casa y el trabajo.; nuevamente, son los hombres jóvenes quienes más uso hacen de esta forma de movilidad, aunque las diferencias son menores.

Otro dato a señalar, es el tiempo de traslado entre jóvenes varía dependiendo el motivo del viaje. La mayor proporción de jóvenes que se desplazan a la escuela suelen dedicar solo 15 minutos (40.1%), seguidos de quienes hacen entre 16 y 30 minutos (32.9%) y con menor porcentaje aquellos que viajan entre 31 minutos y hasta una hora (16%). Reducidos casos son los que llegan a hacer en su traslado más de una hora y hasta dos ya que representan un 6.8%, aunque en términos absolutos son más de un millón de jóvenes.

La falta de acceso a servicios energéticos confiables y asequibles representa un claro obstáculo para el desarrollo humano, social y económico para el logro de la Agenda 2030. Para ello, es imprescindible cambiar el paradigma de educación y estilo de vida, contemplando el carácter innovador y transformador de la población joven en relación con el uso y consumo de energía. Con quienes es indispensable sensibilizar que a partir de cambios en la vida cotidiana se puede generar un impacto en pro del desarrollo sostenible, acciones como apagar los aparatos electrónicos cuando no se estén utilizando, procurar bañarse con agua tibia, desconectar los enchufes por las noches, no sobrecargar la lavadora y secar la ropa al aire libre, son pequeños cambios que podemos ejercer en la vida diaria.

Fuentes de consulta

  • AIE, Página oficial, Dirección de la URL:  Aquí
  • AMIA, Reporte enero 2018
  • INEGI, Encuesta Intercensal 2015.
  • Jacobson, Mark Z., “100% Clean and Renewable Wind, Water, and Sunlight All-Sector Energy Roadmaps for 139 Countries of the World”, Joule, EUA, 2017.
  • SENER, Prospectiva de Energías Renovables 2016-2030, México, 2016.
  • SEMANART, Guía de programas de fomento a la generación de energía con recursos renovables, 2015.