Los recientes movimientos sociales urbanos se caracterizan por su componente juvenil y el uso de las redes sociales. Desde ahí, las y los jóvenes pugnan por que se aborden temas que les interesan e interpelan, pero también por su derecho a participar en las decisiones que construyen las ciudades que todos habitamos.

El Objetivo 11 de la Agenda de Desarrollo Sostenible está estrechamente vinculado a la Nueva Agenda Urbana (NAU), aprobada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), en octubre de 2016 y refrendada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre del mismo año.

Las metas específicas del Objetivo 11 que se articulan para lograr ciudades y comunidades sostenibles consideran aspectos físicos como: la vivienda y los servicios básicos adecuados; sistemas de transporte seguros, asequibles y accesibles; zonas verdes y espacios públicos seguros e inclusivos, y; el patrimonio cultural y natural, entre otros. Además, destaca que es necesario poner atención a: los vínculos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales; reducir los desastres y la vulnerabilidad de la población, y; reducir el impacto ambiental de las ciudades. Finalmente, es de destacar que existe una meta específica sobre la planificación y gestión participativas, como un elemento necesario para lograr comunidades inclusivas.

El Plan de aplicación de la NAU considera que para la transformación en pro del desarrollo urbano sostenible, los asentamientos humanos deben ser inclusivos, prósperos, resilientes y ambientalmente sostenibles, tal como se plantea en el ODS 11. En este sentido, la NAU no sólo está vinculada con la Agenda 2030, sino que es un plan de acción para las metas de un objetivo específico.

En el trasfondo de la NAU, lo que se plantea es el ideal de “el derecho a la ciudad”, entendido como que todas las personas gocen de igualdad de derechos y de acceso a los beneficios y oportunidades que las ciudades pueden ofrecer. Sin embargo, para algunos autores como David Harvey, el derecho a la ciudad es mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo, sino que también es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo con nuestros deseos.

Aunque tanto el Objetivo de “Ciudades y Comunidades Sostenible” y la “Nueva Agenda Urbana”, incorporan elementos de participación ciudadana y gobernanza urbana dentro de sus metas y plan de acción, no ocupan la centralidad ni el mismo enfoque que Henry Lefebvre y David Harvey lo otorgan a la capacidad de construir, decidir y crear la ciudad por parte de los habitantes como un derecho humano.

En este sentido, los nuevos movimientos sociales urbanos, preocupados por reivindicar temas como la desigualdad social y la pobreza, el cambio climático y cuestiones medioambientales, el uso de medios de transporte no contaminantes, la violencia de género, los derechos sexuales y reproductivos, y la defensa de áreas verdes y el espacio público, entre otros, pueden contribuir a abogar por el derecho de los habitantes a la capacidad de imaginar, crear y construir las ciudades y comunidades que habitan.

En estos nuevos movimientos sociales, es posible distinguir dos características que todos tienen en común, sobre todo en los años recientes: a) una alta participación y protagonismo de las y los jóvenes, y b) el uso intensivo de redes sociales y medios digitales de comunicación.

Es quizá en el espacio digital, donde las y los jóvenes han encontrado la mayor capacidad para crear y gestionar sus propios espacios, para platicar, conocerse y encontrarse, pero también para compartir información, organizarse y demandar a los diferentes actores sociales, sobre los temas que les interpelan. En tiempos recientes, hemos visto como las manifestaciones en las redes sociales “salen” del internet para trasladarse a las calles y plazas públicas. Y en este sentido, nadie como las y los jóvenes para entender y vivir estas nuevas épocas.

Así pues, las grandes metas para lograr ciudades y comunidades compactas, resilientes, seguras y sostenibles, pero también inclusivas y participativas, deben considerar a las y los jóvenes como actores con capacidad de movilización en favor de causas específicas, donde el trasfondo es pugnar por su derecho a la ciudad, es decir, tener acceso a los beneficios y las oportunidades que concentran las ciudades y comunidades, pero también derecho a la capacidad y posibilidad de transformar los lugares que habitan de acuerdo a sus expectativas.

Los esfuerzos por la recuperación del espacio público, el uso de la bicicleta, el acceso a vivienda adecuada, a seguridad pública y servicios públicos, y muchos más temas, puede leerse desde este enfoque como esfuerzos para construir las ciudades que queremos, donde los jóvenes tienen mucho que decir y donde su capacidad de reflexión e innovación pueden y deben contribuir a la construcción de ciudades y comunidades sostenibles.

Figura 1. Metas del objetivo 11 “Ciudades y comunidades sostenibles”

Cuadro que muestra el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11;  Planificación y gestión participativas; Reducir desastres y vulnerabilidad; Proteger y promover el patrimonio cultural; Reducir impacto ambiental en las ciudades; Vínculos entre zonas urbanas, periurbanas y rurales; Sistemas de transporte, seguros asequibles y accesibles; Viviendas y servicios básicos adecuados; Zonas verdes y espacios públicos seguros e inclusivos

Referencias:

David Harvey (2013), Ciudades rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana. Madrid: Akal, 2013.