Señoras y señores.

Muy buenas tardes a todas y a todos ustedes.

Señores Presidentes de las Mesas Directivas de la Cámara de Diputados y del Senado de la República.

Señor Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Señor Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Y señores Gobernadores que hoy, aquí, nos acompañan.

Muy distinguidos integrantes del Gabinete del Gobierno de la República.

Señores representantes de la sociedad civil de nuestro país, que ha participado de manera muy activa en la construcción de este nuevo marco legal para combatir la corrupción y la impunidad.

Quiero saludar a las y los Legisladores Federales que hoy aquí nos acompañan.

A dirigentes de partidos políticos.

A dirigentes de distintas organizaciones empresariales y de sociedad civil.

A los titulares de los organismos autónomos del Estado mexicano.

Y a todos los ciudadanos hoy, aquí, reunidos en este acto.

Señores representantes de los medios de comunicación:

Hoy inicia la puesta en marcha del Sistema Nacional Anticorrupción.

Estoy convencido de que en unos años recordaremos este día como el inicio de una nueva etapa para la democracia y el Estado de Derecho en México.

Hoy, los mexicanos, como aquí lo han referido quienes ya me antecedieron en el uso de la palabra, nos sentimos lastimados y dolidos por la corrupción.

Todos los días, en buena medida gracias a las nuevas tecnologías de la información y a la libertad de expresión, la sociedad se entera de actos de corrupción de servidores públicos y de particulares.

Frente a ello, la ciudadanía tomó la iniciativa de combatir con decisión este cáncer social.

Y a esta exigencia, el Estado mexicano ha dado respuesta con la creación de dos nuevos pilares institucionales: el Sistema Nacional de Transparencia y, a partir de hoy, el Sistema Nacional Anticorrupción.

El sistema anticorrupción es fruto de la activa participación de la sociedad civil organizada, de académicos y de expertos, en favor de la honestidad, la integridad y la rendición de cuentas.

La corrupción es un reto de la mayor magnitud, que requiere acciones de la sociedad y de las instituciones, y estoy convencido de que tiene solución.

Si queremos recuperar la confianza ciudadana, todos tenemos que ser autocríticos; tenemos que vernos en el espejo, empezando por el propio Presidente de la República.

En noviembre de 2014, la información difundida sobre la llamada Casa Blanca causó gran indignación. Este asunto me reafirmó que los servidores públicos, además de ser responsables de actuar conforme a derecho y con total integridad, también somos responsables de la percepción que generamos con lo que hacemos, y en esto, reconozco, que cometí un error.

No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el Gobierno.

En carne propia sentí la irritación de los mexicanos. La entiendo perfectamente, por eso, con toda humildad, les pido perdón.

Les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé.

Cada día, a partir de ello, estoy más convencido y decidido a combatir la corrupción.

De ahí la importancia del sistema nacional con el que estoy comprometido y el que habré de impulsar con toda determinación.

Estoy seguro de que en México habrá un antes y un después de este sistema.

Con el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción trabajaremos para erradicar los abusos de quienes no cumplen con la ley, de quienes dañan la reputación de millones de servidores públicos que se desempeñan de forma íntegra y honesta.

Como Presidente reitero mi reconocimiento al Congreso de la Unión, a las y los legisladores Federales por la aprobación de las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción.

Quiero resaltar la activa y positiva contribución de la sociedad civil. Sus valiosas aportaciones y liderazgo fueron esenciales para concretar esta gran transformación institucional.

Éste es un logro de México.

La democracia fue la vía para construir consensos y eso es lo que hoy celebramos: una reforma histórica, que se alcanza con la participación de todos.

El sistema que estamos construyendo es único. Nació de los ciudadanos, será presidido por los ciudadanos y servirá a los ciudadanos.

Crea instituciones fuertes y autónomas para prevenir y castigar la corrupción.

Con él, se eliminarán los trámites innecesarios y hará que las contrataciones y obras públicas se realicen con total transparencia.

El servicio público será más íntegro y habrá una real y efectiva rendición de cuentas.

Para lograrlo, se cuenta con una Fiscalía Anticorrupción y salas especializadas en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa.

De igual forma, se fortalece a la Auditoria Superior de la Federación y a la Secretaría de la Función Pública, cuyo titular ahora deberá ser ratificado por el Senado de la República.

En los términos de la Constitución, durante el próximo Periodo Ordinario de Sesiones del Congreso de la Unión, enviaré a ratificación el nombramiento del titular de la Secretaría de la Función Pública.

En suma, el nuevo sistema representa un cambio de paradigma, que dota al país de nuevos instrumentos para fortalecer la integridad en el servicio público y erradicar la corrupción.

Ahora tenemos que demostrar su efectividad.

Hasta no ver resultados contundentes, la ciudadanía verá en nuestros discursos solamente eso, discursos.

Señoras y señores:

El Sistema Nacional Anticorrupción es una importante transformación para nuestro país.

Así como en su momento la creación del Instituto Federal Electoral fue un paso decisivo para nuestra democracia, estoy convencido de que este sistema será un paso hacia nueva era en el servicio público.

A partir del éxito del Sistema Nacional Anticorrupción, podremos reconstruir la confianza ciudadana en sus instituciones y en sus autoridades.

Por su atención, muchas gracias.