Después de más de un año de no asistir a la escuela, como medida preventiva para evitar la propagación del virus SARS-COV2 causante de la COVID-19, niñas, niños y adolescentes deben regresar a clases presenciales, con todas las medidas sanitarias recomendadas por las autoridades de salud, a fin de hacer valer su derecho a la educación y a la sana convivencia, y no afectar su correcto desarrollo, coincidieron especialistas del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF).

Explicaron que el regreso a las aulas contribuirá a hacer frente a problemas que se han agudizado con la contingencia sanitaria y que afectan de manera directa a la niñez y la adolescencia en el país, como son el sedentarismo, la desnutrición, la obesidad y el sobrepeso; la violencia en los hogares, los embarazos adolescentes, el trabajo infantil, la deserción escolar, el aislamiento, la depresión y la ansiedad, por mencionar algunos.

Según las y los expertos del DIF Nacional, es urgente que niñas, niños y adolescentes retomen, en medida de lo posible, su rutina y se integren a clases presenciales para continuar con su aprendizaje, ya que la educación, la alimentación, la salud y el sano esparcimiento son derechos establecidos en la Constitución que permiten garantizar el Interés Superior de la Niñez.

Como medida de protección ante la pandemia, el Gobierno de México decidió cerrar las escuelas a finales de marzo de 2020 y optar por un modelo de educación a distancia para concluir el año; en enero de 2021 dio inicio el Programa Aprende en Casa, y después se han realizado esfuerzos para retomar clases presenciales en distintos estados de la República, según lo ha permitido el semáforo epidemiológico de la Secretaría de Salud.

Para evitar contagios y regresar de manera segura a los centros educativos, precisaron las y los especialistas, es recomendable el uso de máscaras faciales, distanciamiento físico, controles de temperatura, limpieza y ventilación de los espacios; actividades al aire libre, señalización para evitar aglomeraciones, evaluaciones, detección y seguimiento de la salud de las y los estudiantes, entre otras medidas.

Puntualizaron que las clases presenciales optimizan el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes, ya que además del aprendizaje de historia, matemáticas o geografía, también adquieren habilidades sociales y emocionales, realizan actividades lúdicas y deportivas, tienen acceso a servicios de salud y atención, a internet y equipos de cómputo, así como a recibir comidas saludables.

Como lo destacó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lograr un retorno seguro a las aulas es un trabajo de equipo en el que el apoyo y colaboración de todas y todos cuenta: maestras y maestros, madres y padres de familia, personal educativo, líderes sindicales y autoridades de los tres niveles de Gobierno.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), las escuelas de más de 168 millones de niñas, niños y adolescentes en el mundo cerraron por completo casi un año debido a los confinamientos impuestos. América Latina y el Caribe sigue siendo la región del mundo con el mayor número de estudiantes que no asisten a las aulas, lo que deja a unos 114 millones de estudiantes sin escolarización presencial.
 

En este sentido, hace unos meses, el organismo internacional señaló, en el informe “COVID-19 y cierres de escuelas. Un año de la interrupción de la educación”, que México se encontraba en el octavo lugar entre los países que han mantenido las escuelas cerradas por mayor tiempo, lo que repercute a una crisis de aprendizaje, tras más de 180 días de cierre, de marzo de 2020 a febrero de 2021. Cifra superior a los 158 días en promedio en América Latina y el Caribe, y el doble, con 95 días, de la estimación global.