Ya sean pequeñas piezas que se pueden colocar en la mesa o en el librero de una casa, o las monumentales que pesan varias toneladas y ocupan el espacio urbano, las esculturas de Yvonne Domenge son como joyas: representan la permanente búsqueda de la perfección.

Una de esas joyas, titulada Conocimiento, acaba de ser instalada en el campus de la Universidad Estatal de Michigan, en Estados Unidos, donde los alumnos, profesores y personal que ahí labora, pueden apreciarla a la entrada de su estadio. Se trata de una esfera conformada por el listón sin fin de acero, terminado en pintura color blanco con un toque de brillos verdes, tiene 4 metros de diámetro, está realizada con acero al carbón y pesa cinco toneladas.

En entrevista, Yvonne Domenge cuenta que a partir de que el director de la Universidad Estatal de Michigan vio su obra en el Millennium Park de Chicago, donde fue invitada a exhibir en 2011 al lado de artistas como Anish Kapoor, quiso que una de sus piezas formara parte del campus.

“Se trata de una universidad dedicada a los deportes de pelota, de ahí salen muchos de los atletas que representan a Estados Unidos en el mundo. Cuando conocí el espacio supe que había que poner algo con referencia a la esfera, al balón, pero se trata de una esfera en movimiento, una especie de futurismo de la esfera”, expuso la escultora, quien reconoció que se inspiró en Umberto Boccioni, pintor y escultor italiano que fue el principal exponente del movimiento futurista.

Yvonne Domenge visitó la Universidad para conocer el espacio y ver cuáles eran las necesidades, qué personas habitan el lugar, quiénes convivirían con la pieza. Incluso durmió en el campus, donde lo hacen los estudiantes. “Para mí el deporte no es una pasión, pero trato de estar muy abierta para percibir lo que provoca en toda la gente”.

Yvonne Domenge (Ciudad de México, 1946) además de escultora es una psicóloga que desde los seis años de edad comenzó a modelar figuras con migajón y barro. Actualmente está celebrando 40 años como escultora profesional y es de las pocas mujeres que hace piezas de gran formato que están ubicadas en aeropuertos, vestíbulos, parques, carreteras, escuelas. “Siempre con el orgullo enorme de que la placa diga México. Yo firmo Domenge México”.

Para Yvonne Domenge, hacer una escultura es traducir un sueño, una idea, un deseo, algo que va con el espacio, en tercera dimensión, porque ella piensa en tercera dimensión. “Parece sencillo pero hay detrás una serie de cálculos matemáticos muy complejos. La geometría es perfecta, no es un juego, exige mucho”.

La escultora creció escuchando pláticas familiares acerca de temas filosóficos de Diógenes, Aristóteles y Leibniz, de quienes retoma la idea de que el hombre es un resumen del universo o del macrocosmos. Casi todas sus esculturas están basadas en absolutos, son parte del cosmos, de la espiritualidad, de la verdad, los laberintos, péndulos y relojes solares que hablan del tiempo. Le gusta la limpieza, el trazo que no se rompe, la continuidad de la mirada, la línea.

“Soy una obsesiva de la perfección, me gusta que la línea sea perfecta, no resisto una línea quebrada. El amor por la línea y la búsqueda de la perfección es lo que hace que mis piezas sean como joyas, chiquitas o grandes, están perfectamente realizadas. Como hija de filósofo, las pláticas con mi padre eran sobre la búsqueda de la perfección”, señala.

La obra de Yvonne Domenge se encuentra en el acervo de varios museos, como el de Arte Moderno del INBA, el Museo Universitario del Chopo, Universum, Museo de Arte Moderno del Estado de México; Centro Cultural Tijuana; Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, Zacatecas; y Museo de Arte e Historia de Guanajuato.

En el extranjero, su obra se encuentra en el Banco Mundial, Washington D.C; Toyamura General Center, Abutagun Hokkaido, Japón; en las empresas PG & Energy Services Company y Novell Inc., San Francisco, California; Chevron Texaco, San Ramón California; así como en el Hermann Park, en Houston, Texas; en el Surrey Memorial Hospital, Canadá; y en el McNichols Building de la ciudad de Denver, Colorado; y ahora también la Universidad Estatal de Michigan, en Estados Unidos.

Hacer piezas para ciudades extrajeras ha modificado la forma de trabajar de la escultora. Tuvo que cambiar su logística e inventar un sistema de armado para que las obras puedan viajar de una manera más económica y práctica. “Si trabajara en el país que me pide la pieza tendría que dejar mi vida aquí, a mis obreros, que son la extensión de mis manos, y yo quiero seguir haciendo mis piezas en México, porque así las reviso. Soy muy obsesiva, quiero ver detalles todo el tiempo”.

Actualmente Yvonne Domenge realiza una profunda investigación sobre la migración de los corales que siguen la temperatura del agua. El resultado será una serie de dibujos y esculturas que realizará próximamente para que la gente vea algo de la naturaleza que no todos pueden conocer debajo del mar.

Próximamente también ingresará a la Academia de las Artes como “Académico de Número”, algo que la tiene muy emocionada y orgullosa por contribuir a mostrar al mundo el mejor rostro de México.
 

Información: MAC

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