“La poesía viene con uno, viene amarrada con el cordón umbilical […]. Los niños indígenas aprendemos a sentir el fuego, a mirar la lluvia, a disfrutar el sol, a sudar, y a vivir la naturaleza; la observación es lo que nos trae la inspiración que a veces buscamos en todas partes. Creo que desde chicos se nos invita a conocer la naturaleza, y en el niño que es observador va naciendo la literatura”, expuso el poeta en lengua náhuatl Juan Hernández Ramírez.

En la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, Juan Hernández Ramírez sostuvo una charla con el escritor y músico Jesús Antonio Rodríguez Aguirre Frino, en el marco del ciclo La Primera Raíz, actividad coordinada por la Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Coordinación Nacional de Literatura del INBA.

En opinión de Frino, Juan Hernández Ramírez es un poeta sólido, concreto, contundente, que no se formó en las aulas, sino en un pueblo rural de Veracruz, lugar que le ofreció los mejores elementos para armar versos.

“Estamos ante un poeta que vive de forma cotidiana la poesía, desde la más tierna infancia, cuando las palabras empezaron a salir de su boca estaba introyectada en la poesía a través de los vegetales, de la fauna, con la que convivió todos los días”, apuntó el también músico.

El Premio Nezahualcóyotl a la Literatura en Lenguas Mexicanas 2006 fue cuestionado sobre el panorama de la poesía indígena, a lo cual abiertamente dijo no ser un conocedor de las literaturas, sino que simplemente se ha dedicado a escribir.

“Me importa que mi poesía sea sencilla, que llegue a todos. Esta literatura escrita por hablantes de lenguas indígenas creo es reciente, apenas está navegando para ver a qué puerto llega. Un problema es que las casas editoriales no ponen los ojos en esta literatura, tienen miedo a perder su dinero en una publicación de este género”.

Originario de Colatlan Ixhuatlán de Madero, Veracruz, Hernández Ramírez comentó que cuando escribe a veces no encuentra las palabras en español y las escribe en su lengua natal, y viceversa. “Para mí no es un problema escribir en las dos lenguas, a veces lo hago al mismo tiempo, pero hay que estar solito, que no interrumpan los nietos”, comentó entre risas el poeta de 63 años de edad.

Abundó que el trabajo del escritor es duro, porque produce hasta que le invitan a publicar, y otra de las cuestiones es que los tirajes de literatura en otras lenguas o dialectos son reducidos.

“Esta literatura debe llegar a dos mundos: a los náhuatl - hablantes de mi tierra, de la Huasteca, y a las escuelas que nos han enseñado a no leer en lenguas indígenas, donde el texto que llega se lee en español. La literatura no llega a todos, tenemos que conquistar estos espacios; hay que seguir escribiendo y produciendo hasta que lleguemos a todos los rincones. Hay que enseñar a los niños y jóvenes a leer, escribir y a que nos escuchen”, explicó el autor de Chikome xochitl (Siete flor) y Totimej intlajtol (La lengua de los pájaros).

El poeta galardonado con el Premio Canto de América 2008 aseguró ser un poeta del monte, quien para crear poesía debe tener un plan de trabajo y tiene entre sus planes traducir lecturas del español al náhuatl, lo que calificó como un reto.

“Tengo la idea de traducir al náhuatl El llano en llamas, de Juan Rulfo; creo que empezaré a escribirlo. De los poetas que me gustaría traducir hay muchos, por nombrar a alguien: Jaime Sabines”.

Juan Hernández Ramírez se refiere en su poesía a la tierra, al maíz, la flor, el sol, el fuego, las abejas, el rocío, el canto. Escucha lo que las flores cantan, por lo que en opinión de Frino, el autor trae con su obra un testimonio de vida, no sólo un trabajo literario.

Durante el evento los asistentes tuvieron la oportunidad de cuestionar y hacerle comentarios al invitado, así como escuchar en su idioma nativo poemas de sus distintas publicaciones.

Información: DAF

Documentos

Descarga el PDF Kit de prensa