A partir de su gusto temprano por los trajes y textiles mexicanos, y los conocimientos adquiridos de su contacto directo con las comunidades indígenas, y en especial con cooperativas de mujeres que elaboran prendas tradicionales a mano, aunado a sus estudios como historiadora del arte y diseñadora de moda, Carla Fernández concibió El manual de la diseñadora descalza, libro bilingüe español/inglés recién editado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Conaculta.

Obra que decidió dedicar a todos los artesanos mexicanos “quienes poseen las mejores manos e imaginación”, El manual de la diseñadora descalza, de acuerdo a la autora, rinde homenaje al Manual del arquitecto descalzo (1981) de Johan Van Lengen, quien recorrió México observando cómo la arquitectura vernácula respondía al clima de cada región, utilizando los materiales que la tierra misma proporcionaba en el sitio.

Asimismo, se inspira en la tradición de los ‘médicos descalzos’ de la República Popular China, que surgieron ante la necesidad de proveer de servicios de higiene y medicina básica a comunidades de campesinos en regiones remotas. En los años 30, la enorme población y extensión territorial de esa nación le hicieron reducir su dependencia de la medicina occidental y recuperar la herbolaria y acupuntura como formas de sanación.
Carla Fernández agrega que otro episodio importante para concretar este proyecto, fue su trabajo en el desaparecido Museo de la Indumentaria Indígena, donde tuvo acceso a los acervos de la colección y pudo estudiar con detenimiento como estaban confeccionadas las prendas.

“No podía descoserlas, pero sí trazar sobre papel cada una de las piezas que las componían. Este ejercicio de deconstrucción me permitió saber cómo estaban estructuradas. Para mi sorpresa, casi la totalidad de estas prendas estaban confeccionadas usando exclusivamente cuadrados y rectángulos; todos y cada uno de los lienzos eran papalelepípedos. Las formas geométricas se doblaban y plegaban para envolver al cuerpo”.

Agrega que fueron esas formas las que vincularon sus estudios de moda con la licenciatura en historia del arte, pues conoció las bases de su profesión desde el punto de vista teórico pero también desde el práctico.

“Me interesaban en especial las primeras vanguardias, aquellos artistas que habían incursionado en el campo del vestido: los uniformes diseñados por Vladimir Tatlin, Varvara Stepánova, Nadejda Lamanova  y otros constructivistas; el manifiesto ‘El vestido antineutral’ de los futuristas Giacomo Balla y Filippo Marinetti; los vestuarios teatrales de Kazimir Malévich, la moda de Sonia Delaunay, entre otros.

“A través de este enfoque empecé a observar a la indumentaria indígena no como un objeto primitivo, sino en su condición plástica y constructiva. Asimismo, sería capaz de demostrar que, contrario al estereotipo kitsch que se exporta de México, el patronaje antiguo que conforma esta vestimenta es un increíble y elaborado sistema de pliegues, dobleces y costuras que construyen una inmensa variedad de prendas utilizando únicamente cuadros y rectángulos”.

Fernández relata que comenzó entonces a colaborar con las Escuelas Itinerantes de Diseño (EIDAS) que enviaban diseñadores a las comunidades, y crearon el Taller Flora, un laboratorio móvil de moda que viaja por el país visitando principalmente cooperativas de mujeres que elaboran textiles hechos a mano. En estos viajes enfrentaron obstáculos como el idioma, y el uso de dedos, palmas y antebrazos para realizar mediciones, en lugar de centímetros y pulgadas.

“En ese momento entendí que lo natural era usar los códigos que las artesanas indígenas dominaban; tuve que pasar un largo tiempo observando sus métodos para familiarizarme con ellos. Si quería enseñar, primero tendría que aprender. Es así como surgió un proceso paralelo, una pedagogía orgánica cuyas bases eran sobre todo visuales: un híbrido entre la mímica y las prendas basadas en el patronaje derivado de cuadros y rectángulos.

“Hemos recolectado y catalogado cientos de diseños autóctonos, demostrando así que más allá de los estereotipos que se exportan, la indumentaria indígena mexicana es increíblemente sofisticada, y que con base en pliegues, dobleces y costuras pueden construirse infinidad de prendas y formar cualquier figura geométrica… Las prendas que creamos son una prueba de que la tradición no necesita ser estática ni la moda efímera. Además, estoy segura de que sólo el diseño radical evitará la extinción de la artesanía mexicana”, refiere la historiadora del arte.

En El manual de la diseñadora descalza/The Barefoot Designer: A Handbook, se encuentran textos, bocetos, dibujos y fotografías, sobre las características de diversas prendas indígenas de origen prehispánico como el huipil, el enredo, el quechquemitl, tilmas, tápalos, rebozos, fajas, morrales, huaraches, así como de indumentaria indígena de origen mestizo como la falda, la blusa, el mandil, la camisa y el pantalón.

Se detallan las diferencias entre la indumentaria indígena y la sastreada; se explican las características del milenario telar de cintura y el largo proceso de elaboración de las prendas, y la manera en que se van uniendo los lienzos cuadrados y rectangulares para crear prendas indígenas tanto de origen prehispánico como mestizo.

También se habla del Taller Flora A.C., de su método de trabajo y la manera en que los artesanos pueden acercarse para ser capacitados en el desarrollo de nuevos productos, y hay un apartado con fotografías de prendas originales inspiradas en las creaciones indígenas.

En la parte final hay entrevistas realizadas por Carla Fernández a Ernesto Piedras, Alberto Ruy Sánchez y Remigio Mestas, quienes “han promovido el trabajo de las industrias creativas y tienen muy en claro los beneficios económicos y sociales que conlleva combinar el trabajo y el talento para crear productos competitivos”, explica la autora. 

“La elaboración de manuales debe ser una responsabilidad de las industrias creativas… No sólo se trata de llevar conocimiento al campo, sino de crear un puente que nos permita también interpretar y reinventar los oficios rurales. Un manual es sólo un punto de partida, pues la única forma de conservar la tradición es por medio de la innovación”, reitera.

El Manual de la diseñadora descalza se presentará como parte de las actividades del primer Abierto Mexicano de Diseño, el viernes 25 de octubre a las 17:00 horas en el Salón Internacional del Palacio de Bellas Artes, avenida Juárez esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico, con los comentarios de Taiyana Pimentel, Otilia Sandoval, Marta Turok y Julio Trujillo.

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