Sergio Pitol ha destacado como uno de los autores fundamentales de las letras mexicanas del siglo XX, como escritor de cuentos y novelas, pero también como editor, creador de la Biblioteca del Universitario de la Universidad Veracruzana y traductor de autores clásicos de la literatura universal, de idiomas como inglés, ruso, francés, italiano y chino, obras para las que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) creó colección Sergio Pitol Traductor.

Con una amplia trayectoria, que arrancó en 1959 con Tiempo cercado a 2011 cuando salió a la luz Autobiografía soterrada. Sus libros también han sido traducidos y se encuentran publicados en francés, alemán, italiano, polaco, húngaro, holandés, ruso, portugués y chino.

El Premio Miguel de Cervantes de 2005 también ha sido reconocido con galardones como el Xavier Villaurrutia en 1981, el Nacional de Literatura en 1983, el Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura de 1993, el Mazatlán de Literatura en 1997, el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1999. En 1997 fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y en 1998, recibió el doctorado Honoris Causa de la UNAM.

Nacido en Puebla en 1933, el escritor, quien llega este miércoles 18 de marzo a los 82 años, pasó su infancia en Potrero, Veracruz que, según el mismo autor ha relatado, “era un ingenio de azúcar rodeado de cañaverales, palmas y gigantescos árboles de mangos, donde se acercaban animales salvajes. Potrero estaba dividido en dos secciones, una de unas 15 o 17 casas, habitadas por ingleses, americanos y unos cuantos mexicanos”.

Sin embargo, su infancia fue difícil, ya que su madre murió cuando el escritor tenía cuatro años y debido a una enfermedad, tuvo que recluirse en casa, tiempo en el que se entregó a la lectura que comenzó con autores como Verne, Stevenson y Dickens, para continuar con Proust, Faulkner, Thomas Mann, Virgina Woolf, Kafka, Neruda, Borges, los poetas del grupo Contemporáneos, mexicanos, los de la generación del 27 y los clásicos españoles.

Sergio Pitol ha señalado que “Chéjov es definitivamente mi mayor maestro”, que La guerra y la paz, era la obra maestra de todas las novelas, y que sin todas sus lecturas desde Laurence Sterne hasta Cervantes, “hubiera sido, sobre todo, un mutilado. Estaría ciego y sordo. Ellos me han enseñado el mundo”.

El autor estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y en 1957, a los 24 años, escribió sus primeros cuentos que aparecieron en lo que sería su primer libro: Tiempo cercado que data de 1959.

Fue miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1960, para el que trabajó como agregado cultural en París, Varsovia, Budapest, Moscú y Praga. Además residió en Roma, Pekín y Barcelona, ciudades donde también se dedicó a la traducción.

Por ello, fue en el extranjero donde escribió la mayor parte de sus obras: Infierno de todos, 1965; Los climas, 1966; No hay tal lugar, 1967, y de 1970, Del encuentro nupcial. En 1972 publicó El tañido de una flauta, en 1981 Nocturno de Bujara y un año después, Juegos florales.

Entre 1972 y 1988, el escritor vivió de nuevo en Europa y una vez que regresó a México, lo hizo para permanecer de forma definitiva, primero en el Distrito Federal y después en Xalapa, donde reside desde entonces.

En 1984 ganó el Premio Herralde de Novela con El desfile del amor, a partir de lo que su fama se extendió y junto con sus libros, aparecieron diversos artículos sobre arte, sueños y viajes. Continúa la producción del autor con títulos como Domar a la divina garza de 1989 y La vida conyugal en 1991.

En El arte de la fuga de 1996, Sergio Pitol hace un notable balance de su trayectoria en un género muy personal, donde ensayo, autobiografía y ficción se fusionan, para seguir con Todos los cuentos más uno y Pasión por la trama, 1998; El viaje y Todo está en todas las cosas, 2000; El mago de Viena, 2005, y finalmente, Autobiografía soterrada de 2011.

El autor, que preparó su Obra Reunida para ser publicada en el Fondo de Cultura Económica, advertía que para ello había leído toda su obra, escrita durante casi 50 años y se había quedado asombrado, perplejo, porque se trataba de una autobiografía enmascarada.

“Mi obra y mi vida se imbricaban de un modo asombroso. Estaba frente a una autobiografía enmascarada, que quizás sería el único en descifrarla. En algunas partes he declarado que la literatura hace conectar todas las épocas de mi vida y les da una unidad: la infancia, los viajes, la escritura y la lectura, los sueños, una amplia variedad de sentimientos, desasosiegos, victorias, lecciones, desdichas, temores, hasta llegar a la vejez y a la proximidad de la muerte”.

 

Un estilista del lenguaje

Para el escritor y crítico literario Juan Domingo Argüelles, Sergio Pitol se entregó por completo a la literatura y su obra es auténtica, atípica, singular.

“Es de los autores menos comerciales, en el sentido que habría que insistir de que él escribió lo que quiso escribir y no se plegó a las modas, a cuestiones de mercado, creo que es uno de los escritores más auténticos y además también atípico, porque su literatura es una literatura que no se parece a ninguna otra, con una parte de festividad, con algo de grotesco deliberado, una literatura muy singular diría yo”.

Justamente, el Instituto Cervantes señalaba que “sus cuentos y novelas, influidos por Henry James en los recursos estructurales, se alejan de las tendencias literarias predominantes en las letras hispanoamericanas de su generación y destacan por su carácter erudito e irónico” y que sus novelas son ejercicios de estilo que, mediante un humor refinado y mordaz, ofrecen una mirada desencantada de la realidad.

Por ello, el también escritor Hernán Lara Zavala aseguró que Sergio Pitol es “uno de los personajes vivos más importantes de nuestra literatura” y aunque se formó junto con escritores de la talla de Juan García Ponce, Salvador Elizondo, José de la Colina y Juan Vicente Melo, el autor veracruzano empezó a ser viajero desde muy joven, por lo que hizo una carrera independiente.

“Algunas de sus novelas ocurren además en el extranjero, lo cual también le da un carácter muy especial. Es un prosista muy fino y un novelista inteligente, aunque yo diría que tal vez la obra que a mí más me gusta es su famosa El arte de la fuga, sin que le reste mérito a lo demás, me gustan sus cuentos, sus novelas, es un prosista fino, elaborado, con muy buena pluma”.

En este sentido, Juan Domingo Argüelles consideró que el autor veracruzano es “un estilista del lenguaje”, con una extraordinaria producción en géneros como la novela y el cuento, “porque además tiene esa veta de la traducción, donde se necesita tener un enorme conocimiento del idioma, un conocimiento también extraordinario de las lenguas y de las literaturas extranjeras. Yo creo que si pudiéramos hablar de un escritor que ha aportado extraordinariamente a la literatura mexicana, una divulgación de ciertos autores, de ciertas culturas, de ciertas literaturas, ese es Sergio Pitol, especialmente de la literatura polaca y rusa”.

Y es que desde la década de los sesenta, Sergio Pitol ha traducido alrededor de 40 obras literarias, de autores indispensables como Henry James, Jane Austen, Joseph Conrad, Lewis Carroll, Giorgio Bassani, Jezry Andrzejewski, Witold Gombrowicz, Ford Madox Ford, Robert Graves y Ronald Firbank.

Por ello, el Conaculta, a través de la Dirección General de Publicaciones, junto a la Universidad Veracruzana, lanzó en 2011 la colección Sergio Pitol Traductor, para difundir la labor de traducción de uno de los máximos autores de las letras mexicanas.

Para Sergio Pitol, cada traductor hace su propia versión y tiene su propio método. “Traducir poesía es una de las tareas más difíciles que se pueden enfrentar. Hay que conocer perfectamente al traducido, sus creencias, su modo de vida, sus giros específicos en el idioma, hasta su carácter.

“Es éste mi método: traduzco no del idioma, traduzco desde el poeta. También admito que con profundo respeto por el traducido es inevitable que el resultado en español al fin y al cabo sea un poema a cuatro manos, escrito por mí y por el traducido. En otras palabras, este es ‘mi’ Ungaretti, éste es ‘mi’ Montale, éste es ‘mi’ Quasimodo”.

La colección tiene las traducciones de novelas como La vuelta de tuerca, de Henry James (EU); Diario de un loco, de Lu Hsun (China); Emma, de Jane Austen (Inglaterra), y El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad (Polonia-Inglaterra), así como el libro de cuentos El ajuste de cuentas, de Tibor Déry (Hungría).

Además de Un drama de caza, de Antón Chéjov (Rusia); Madre de reyes, de Kazimierz Brandys (Polonia); Las puertas del paraíso, de Jerzy Andrzejewsky (Polonia), y Washington Square, de Henry James, y la autobiografía Adiós a todo eso, de Robert Graves (Inglaterra).

A esta colección recientemente se sumaron Los papeles de Aspern, de Henry James; Pedro, Su Majestad, Emperador, de Boris Pilniak y En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli, de Ronald Firbank.

Sergio Pitol Traductor exalta una de las facetas del escritor mexicano, que el jurado que le concedió el Cervantes en 2005, consideró de gran importancia para los hispanohablantes, pues se convirtió en un mediador fundamental para el conocimiento de escritores que, de otra manera, hubieran tenido difícil acceso público.

Por ello, Juan Domingo Argüelles destacó que “Sergio Pitol  nos descubrió a muchos lectores algunas de las literaturas más extraordinarias y menos conocidas en la lengua española, me refiero a todas estas literaturas que tienen que ver con el ámbito de la literatura rusa, todas las literaturas cercanas a esa zona, un extraordinario traductor sin duda de estos autores que en México, no me refiero los más conocidos escritores rusos, sino a otros escritores, a los polacos también, que más allá de que conocíamos nosotros en español a los grandes clásicos, él nos mostró algunos autores que estaban, de alguna forma, menos divulgados”.

Recientemente, la Dirección General de Publicaciones editó el libro Elogio del cuento polaco, con selección y prólogo de Sergio Pitol y Rodolfo Mendoza, una nutrida recopilación de obras de 35 autores de Polonia representativos de varias generaciones, que comienza en la segunda mitad del siglo XIX con Memorias de un maestro de Poznan, de Henryk Sienkiewicz, Nobel de Literatura 1905, y termina con Daniel Odija, nacido en 1974, de quien se presenta El túnel, su primer cuento traducido al español.

Eduardo Langagne, director de la Fundación para las Letras Mexicanas, señaló que también vale la pena ahora hablar de él en su labor como editor.

“Además de su muy apreciado trabajo creativo como prosista y traductor, Sergio Pitol tiene enormes merecimientos por su faceta de editor, tarea a la que ha dedicado tiempo e inteligencia. La Biblioteca del Universitario, creada por Pitol en la Universidad Veracruzana, representa, a decir de sus colaboradores, una autobiografía intelectual”.

Para dicha colección, dijo, “Pitol seleccionó los más de 50 títulos editados impresos hasta ahora y los que vendrán, en una propuesta tanto para los estudiantes como para el lector diverso que en los espléndidos tirajes puede cotejar nuestra propia literatura con autores clásicos, para considerarla en su justo valor”.

Además de que la Biblioteca del Universitario es un legado más del autor veracruzano, Eduardo Langagne indicó que también “da muestra de su capacidad lectora multidimensional e interdisciplinaria al incluir en las portadas grabados del taller del área de artes plásticas de la propia Universidad”.

Información: AGB
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