La diferencia entre Vladimir G. Korolenko y Anatoli V. Lunacharski, ambos hombres cultos, no fue de índole espacio-temporal sino ideoógíca. Un político no siempre puede considerarse que tiene la capacidad para dirigirse a un escritor de manera erudita, pues ¿cómo habría de tratar una persona de dogmas a una de ideas artísticas? Pero de ahí a que ni siquiera intente establecer un diálogo, y más cuando impera  la necesidad de debatir críticos para el futuro de un país (los cuales fragmentarían primero al imperio zarista y después al sistema soviético) parece inconcebible. La revolución, el nuevo régimen que utiliza los métodos represivos del anterior, la necesidad de instaurar  el humanismo y la hambruna eran algunos de los asuntos por debatir.

Buscar entablar una correspondencia por parte de Korolenko con Lunacharski, comisario de Instrucción del gobierno ruso, surge posteriormente a una reunión donde pactaron que lo harían para reconciliar diferentes posturas. Sin embargo, infructuosos fueron todos los intentos del exiliado por obtener respuesta. Seis cartas sin respuesta con traducción, introducción y apéndice de María del Mar Gámez, prologada por Jean Meyer, expone puntos de vista sobre las acciones que deberían llevar al socialismo.

A través de estas misivas, que se dieron a conocer por primera vez en el año de 1922 en idioma original, y que son publicadas ahora en español, se tiene conocimiento histórico de los acontecimientos durante los años de pugna entre quienes tenían vocación ética y aquellos que no se revelaron al veloz desarrollo del capitalismo, ignorantes de sus implicaciones y que dejaría con las mínimas herramientas o incluso sin ninguna a comunidades rurales para enfrentarse al nacimiento de otro régimen.

En un periodo de cuatro meses, Korolenko escribiría a Lunacharski estas cartas que cuestionaban el método bolchevique, el cual se jactaba de restaurar una nación pero ni siquiera era capaz de llevar a cabo simples actos de justicia, denunciando la escasez de verdaderos líderes morales, lo que provocaría que al morir él, las misivas no fueran publicadas sino hasta la caída  de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Se sabe que pasaron por las manos de Lenin, pero él debía proteger los intereses políticos que estaban en boga y mantener una postura inalterable frente al “comunismo de guerra”, así que tendrían que pasar 68 años hasta su publicación .

Korolenko, junto con Antón Chéjov, fue uno de los autores que buscaban preservar la tradición literaria rusa; sobre todo, es reconocido como “una figura pública importante” que afirmó sin temor: “los gobiernos mueren por sus mentiras… puede ser que todavía haya tiempo para regresar a la verdad”. Una lección de cómo vivir con la frustración derivada de la dificultad para realizar cambios sin antes hacer el esfuerzo por mejorar las condiciones de aquello que se pretende cambiar.

Seis cartas sin respuesta, La correspondencia frustrada entre Vladimir G. Korolenko y Anatoli V. Lunacharski; Cien del Mundo; Secretaria de Cultura, México, 2017; 118 pp.

Información: ECG

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