• Diálogo organizado por las direcciones General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas y de Patrimonio Mundial, de la SC y del INAH

En un mundo cada vez más tecnificado, con escenarios imprevisibles como la pandemia de coronavirus, las economías locales sustentadas en oficios deben tender a crear asociaciones, sinergias que dinamicen esas redes y a colaborar con sectores como el empresariado, los artistas y los diseñadores, que –sin renunciar a la tradición– lleven a las artesanías no a ser una moda, sino a estar de moda.

Esas fueron algunas de las conclusiones a las que llegaron Bienvenido Maquedano, funcionario español; la académica mexicana Amalia Ramírez Garayzar y dos portadoras del patrimonio: la bordadora quechua Martha Pancca y Virginia González Álvarez, artesana y cocinera de Cieneguilla (Guanajuato, México), al participar en el conversatorio digital “Economías locales y patrimonio cultural: alternativas locales a problemáticas globales”.

 Si bien, la producción de todos estos bienes se vio afectada por la actual emergencia sanitaria, el golpe más fuerte para estas comunidades ha sido la imposibilidad de comercializarlos en mercados, ferias y centros artesanales, señaló Bienvenido Maquedano, jefe de Sección en la Viceconsejería de Cultura en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, España.

En ese sentido, las instituciones públicas deben acercarse de manera directa a estos trabajadores y trabajadoras, apoyar su “alfabetización digital”; su involucramiento como talleristas en cursos de capacitación, que permitan seguir formando gente en los oficios; y ofrecerles alternativas para la venta de sus productos, dijo en el diálogo vía remota, organizado por las direcciones General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas; y de Patrimonio Mundial, de la Secretaría de Cultura (SC) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En la transmisión realizada por tv en YouTube, en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, Martha Pancca Lazarinos habló de su experiencia, la cual partió de una lucha personal en busca de autonomía y se fue extendiendo hasta involucrar a varias familias del departamento de Puno.

Martha Pancca fue capacitándose en el uso de herramientas digitales y en la innovación de sus productos para alcanzar públicos más amplios, lo que implicó aprender mejor el español; una vez absorbidos estos conocimientos, los compartió primeramente con su familia y luego con otros artesanos.

Pese a que la crisis sanitaria ha impedido la venta directa de los textiles y comprar los insumos por el cierre de fronteras, el Taller de Bordados Pancca ha encontrado una vía en la tienda virtual Ruraqmaki.pe, creada por el Ministerio de Cultura de Perú. Esta plataforma propone un modelo de gestión autónoma en que los colectivos de creadores tienen el control sobre todas las etapas del proceso de venta y despachan los productos desde sus localidades de residencia, siendo cada tienda independiente.

Plataformas similares se encuentran en el caso mexicano a través de las tiendas virtuales del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) e implementadas por gobiernos como el de los Estados de México y Veracruz, sin embargo, en opinión de Amalia Ramírez Galayzar, profesora-investigadora de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, se debe ir más allá para activar regiones cuya ancla principal es la producción artesanal.

En una cifra conservadora –apuntó--, en México aproximadamente diez millones de personas se dedican a oficios artesanales, dedicación que supone el sostenimiento de familias y, por extensión, el desarrollo de comunidades. Quienes se dedican a estos temas desde la academia “debemos entender cómo se configuran los mercados y vincularnos más con las instituciones públicas para generar proyectos y programas que sean funcionales ante escenarios como el que vivimos actualmente”.

El caso de México se contrapone con el de España, sostuvo Bienvenido Maquedano. Desde hace cuatro décadas, la actividad artesanal no figura en la macroeconomía del país ibérico, y pocas poblaciones se sostienen de la misma, pues este tipo de prácticas las ejercían en su tiempo libre agricultores, ganaderos, mineros, como una manera de complementar sus ingresos.

En Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispado, localidades de la comunidad autónoma Castilla-La Mancha, reconocidas por la UNESCO (junto con Puebla y Tlaxcala) por su histórica elaboración de la cerámica de talavera, se ha venido dando una revaloración de la técnica. Tiempo atrás, en El Puente del Arzobispado, de mil 200 habitantes, existían 80 talleres donde en cada uno laboraba una decena de personas, siendo fuente de empleo para una veintena de pueblos próximos.

Bienvenido Maquedano concluyó que “los artesanos deben ser conscientes del valor añadido que aportan a prácticas, saberes, técnicas y expresiones que ya existen; siendo importantes las sinergias para revitalizar estas manifestaciones, por ejemplo, un cocinero de Talavera de la Reina que participó en famoso reality show  culinario, ha puesto en “boga” el uso de esta cerámica y con ello ha dinamizado un barrio entero de la ciudad; por otra parte, el ayuntamiento ha sustituido el uso de botellas de plástico por jarras y vasos de talavera, lo que va aparejado con el concepto de sustentabilidad”.

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