Domingo 5 de julio, 17 h

 

La cuenca del Congo es el último bastión de naturaleza libre frente a la imparable expansión del ser humano. Los exploradores, cazadores y viajeros que se han aventurado en su interior descubrieron criaturas extraordinarias: seres mitad hombres mitad simios, elefantes dorados y hasta algún sobreviviente de la extinción cretácica. Este documental revela la identidad de estos seres, los espíritus que habitan este santuario natural.

Ciudad de México, a 3 de julio del 2020. El Canal Cultural de México, en el marco de la campaña Contigo en la distancia de la Secretaría de Cultura, estrena el documental Los espíritus del Congo, el cual forma parte de la serie Grandes Documentales de la RTVE y devela los mitos y leyendas que a lo largo de la historia han girado en torno a la fauna y los habitantes de la cuenca del Congo, la gigantesca selva que cubre una décima parte del continente africano.

La selva congoleña es regada por el río Congo, el único en el mundo que gira sobre sí mismo y cruza dos veces el Ecuador; este lugar que puede observarse desde los satélites fuera de la Tierra es impenetrable dada la espesura de las copas de sus árboles y en su interior se esconden algunos de los mamíferos más grandes del planeta. Desde las primeras expediciones en el siglo VI a. d. n. e. y aún en pleno siglo XX, las criaturas que la selva esconde con recelo han sido inspiración de mitos y fantásticas historias, este filme va tras la pista de estos seres para revelar su verdadera identidad.

El primero de esos mitos es el del gorila, descrito por los exploradores provenientes del Cartago en el 525 a. d. n. e. como un hombre salvaje de cabeza peluda; del desafortunado desenlace de aquel encuentro con los hombres bestia proviene el nombre gorila, que en cartaginés significa los que arañan, así como la idea de que son bestias feroces y terribles. Hoy la ciencia ha evidenciado que el gorila de llanura del Congo es un animal pacífico, si bien se desconoce cuántos de ellos hay en la selva.

Otra leyenda es la que gira en torno a los elefantes: algunos viajeros daban cuenta de paquidermos enanos de apenas metro y medio de altura al igual que de elefantes dorados. Mientras los elefantes pigmeos siguen siendo un misterio, gracias al descubrimiento de los bai se ha dado con la pista de los elefantes dorados: en estos claros en medio de la espesura del bosque tropical los animales se congregan para nutrirse de la riqueza mineral que hay en sus suelos y pequeños cuerpos de agua; para acceder a estos nutrientes, los elefantes taladran el suelo con sus trompas y de paso se untan con el barro rico en minerales para proteger su piel, es así como quedan teñidos color oro. 

Incluso los pigmeos, los máximos conocedores de la selva y gracias a quienes se han podido develar los misterios de este lugar, han sido blanco de disparatas confusiones: algunos los describieron como pequeños hombres peludos, pero los testimonios los señalaron a veces como criaturas malvadas y otras como seres benignos. Aquellos hombres peludos de las historias parecen ser en realidad los chimpancés y bonobos que habitan a una y otra orilla del río; estos seres comparten con el ser humano 98% de información genética, han desarrollado herramientas y se organizan en complejas estructuras sociales, pero son muy distintos entre sí: mientras los chimpancés tienen marcadas tendencias a la violencia, los bonobos son del todo pacíficos.

Este documental también va tras la pista de otras criaturas que han pasado por verdaderas quimeras o imposibles, como los okapi, una jirafa de bosque color pardo-rojizo con rayas blancas y negras en las patas como las de las cebras; el pavo del Congo, el único espécimen del tipo en la región, una especie de pavorreal y gallina; hasta el mítico Mokèlé-mbèmbé, que algunos viajeros describieron como un brontosaurio, un pretendido sobreviviente de la extinción cretácica, pero que en realidad podría ser un rinoceronte. 

Asimismo, el largometraje da cuenta de la situación actual de la selva congoleña que, a pesar de haber permanecido inaccesible al paso humano durante siglos, hoy se ve afectada por la deforestación maderera y la caza ilegal de sus especies, así como por el habitante más letal de la región, el ébola, que no sólo enferma a los seres humanos sino también a los gorilas.