Guanajuato, Gto.- Talleres, conciertos, representaciones escénicas, proyecciones cinematográficas, obras pictóricas, procesos de creación literaria, improvisación musical y poética, realizados en las ciudades de León, Irapuato y Guanajuato,  cumplieron con el objetivo de proveer y fortalecer herramientas individuales y colectivas con respecto a la equidad de género e inclusión social, así como prevención y solución a toda forma de violencia.

Para hacer posible la programación establecida desde su origen, Arborece contó con la colaboración de creadores que se han ido especializando también como talleristas de las disciplinas en las que han fincado sus trayectorias. La directora, Ana Montiel, reconoció que la motivación para crear este concepto que es un encuentro de artistas para la sociedad, nació de la inquietud de abordar la situación de violencia que se vive a nivel nacional y la conciencia de que hay que trabajar con las familias para reconstruir el tejido social.

“Cualquier expresión artística se convierte en arte cuando trasciende y toca a las personas en su individualidad, cuando les impacta y deja huella, para realizar esta edición era importante encontrar artistas que tuvieran una forma de hacer sinergia tanto con las necesidades sociales, como del aspecto interior de las personas y que se pudieran generar y dejar herramientas creativas para redireccionar sus inquietudes y expresar sus necesidades a través de éstas.” 

En ese sentido Bruno Salvador, artista escénico de trayectoria internacional, estuvo a cargo de un taller de improvisación dirigido a mujeres, al que asistieron 20 fluctuantes con la presencia constante de 12 de ellas. Al concluir y ver el resultado de lo desarrollado en las sesiones aseguró que “ahora más que nunca saben que al transformarse y evolucionar ellas mismas, están transformando y evolucionando su comunidad.

“Lo que me llevo como aprendizaje es la persistencia de estas mujeres para alcanzar aguas más altas calmadas, cual salmones nadando contra corriente, animando a nuevas salmones a descubrir el camino de ascenso del conocimiento y la conciencia. Gracias por la calidez y las entregas en las dinámicas, por enseñarme nuevos universos, gracias a Arborece por crear estos momentos creativos para lograr evolución en las conciencias, dijo Bruno Salvador.

Andrés Solís impartió un taller de improvisación musical en la Escuela Diocesana de Música Sacra de Irapuato para 21 alumnos, todos músicos. Refirió que de la primera sesión a la última fue notable la evolución “al principio estaban inhibidos ya que no tienen mucha experiencia con la improvisación”.

A sus alumnos les precisó que “en el taller no se viene a juzgar a nadie, se viene a aprender. No importa equivocarse y si sucede hay que practicar la idea de que al menos en la improvisación de la música no hay errores; si hubiese un aparente error se puede integrar a la misma improvisación por medio de la repetición y hacer énfasis en el supuesto error y así esos ‘errores’ se convierten en parte de la musicalidad”.

El resultado final se pudo apreciar en la presentación de un ensamble de música improvisada utilizando instrumentos como el violín, chello, viola, trompeta, tuba, trombón, contrabajo, piano y guitarras. “En la improvisación, mientras más lo haces más te sueltas, más te dejas de preocupar de lo que piensan los demás; se cumplió con los objetivos”, aseguró Andrés Solís.

En el caso de la participación de la actriz de cine Anajosé Aldrete Echevarría, aplicó sus conocimientos y herramientas para un taller integral sobre bullying y equidad de género. Uno de los procesos vivenciales también relevante en Arborece fue la representación de una obra integrada por las experiencias de mujeres que luego de vivir situaciones de extrema violencia con sus parejas, se encuentran refugiadas y protegidas por las autoridades en el Centro Externo Mi Casa, donde reciben clases de guitarra, corte y confección, repostería y computación, a manera de preparación para contar con herramientas de inclusión en la sociedad.

Las participantes fueron siete madres de familia y una joven adolescente que con las enseñanzas de Anajosé y Sandra Milena, además de la guía del  hipnoterapeuta Juan Alfonso Torres, para el manejo de sus emociones en el escenario, lograron llevar a escena un texto sensible, emotivo, profundamente doloroso, con ciertos asomos de alegría y esperanza, cumpliendo así con la intención de que se miraran a sí mismas como mujeres con alto potencial para seguir adelante a cargo de sus hijos, sin volver a ser víctimas de nadie. La representación final del trabajo se complementó con la intervención de Sandra Milena Gómez para los aspectos de danza y la musicalización de Andrés Solís.

Sandra Milena Gómez estuvo a cargo del taller de danza Seres libres en el Centro Externo Mi Casa, trabajó con siete mujeres refugiadas en el centro y con 12 niñas y niños. Aunque breve, “a lo largo del taller se avanzó notoriamente en su trabajo con respecto a ciertos conceptos e ideas de empoderamiento del género. La muestra les resultó muy benéfica, pudieron sacar muchas cosas tanto en el taller como en la escenificación de la obra basada en sus vivencias y pudieron externar lo que tenían guardado y eso les ayuda a sanar”.

La idea del taller era que, a partir de unas herramientas con ejercicios de danza y teatro, ellas pudieran acercarse a ciertos conceptos “para tomar decisiones, creer en sí mismas, sobre el poder de líderes que tienen, creerlo y asimilarlo para que así puedan tener otro punto de vista acerca de su rol de mujeres”.

“Creo que este tipo de trabajo es muy importante, acercarse a las comunidades donde no llegan estos talleres artísticos. He tenido otras experiencias en India y en Colombia, pero hay que llegar un poco más donde no llegan este tipo de actividades como es el caso de este refugio”. Refiriéndose a las mujeres refugiadas, consideró que “ellas mencionan que sienten que esta experiencia les ayudó mucho más que la atención psicológica que reciben ahí”, por lo que considera importante sumar al apoyo psicológico una atención desde el punto de vista de desarrollo artístico.   

Por su lado, para la escritora y poeta Cynthia Franco, quien impartió el taller Mural poético: Voces visibles que trató de cruzar la frontera, los límites entre la persona y el lenguaje no dicho. Entre la persona y sus silencios reprimidos, Arborece “más que un circuito de artes y más que ser “tallerista”, significó asumir la voluntad de luchar y arriesgar para entrar con fuerza al trabajo dirigido a comunidades afectadas por la violencia y el desarraigo, todos tan diversos. Comenzar a trabajar desde un lugar incómodo justo por entrar en un espacio inseguro, un espacio de otredad. Una otredad alejada de la cultura de paz y no violencia, alejada del arte como medio para sanar y que la rabia que han acumulado actuara como resilencia, como reexistencia”.

“Fue una experiencia de aprendizaje tanto con padres y madres de familia que estaban ávidos por encontrar vías de encuentro con otros públicos y sobre todo, puntos de liberación desde dentro hacia fuera. Volver a reír y activar la memoria a través de la escritura. También con las mujeres refugiadas fue ver espejos, dolores, heridas que podían transmutar en liberación. Con niños y niñas indígenas, fue mostrarles la palabra como empoderamiento, como posicionamiento ante el mundo. Así es la palabra. Canto para reconocernos al nombrar.” Narró la creadora. “Agradezco esta oportunidad y la organización del circuito tan precisa.” Concluyó al término de su participación en esta primera edición de Arborece.

Al concluir Arborece su directora, Ana Montiel se muestra contenta, e impresionada por los alcances e impacto que cada una de las actividades logró en todos los involucrados. “A pesar de haber creado la programación, para mí fue muy sorpresivo. No esperaba la magnitud del impacto que se logró en conjunto. El enriquecimiento que dejan estas experiencias es tanto para los asistentes a los que se dirigieron las actividades, como para los artistas involucrados y para el equipo que encabezo como organizadora.”  Igualmente, externó su entusiasmo por preparar una siguiente edición de Arborece, que podría tener sede en cualquier estado de la república mexicana, ya que se pretende continuar con esta labor que se espera logre un beneficio social a nivel nacional.

La primera edición de Arborece se realizó principalmente gracias al entusiasmo y disposición de cada uno de los asistentes a talleres, funciones y presentaciones con el valioso respaldo y participación de Extensión Cultural de la Universidad de Guanajuato, Instituto Cultural de León, Centro de Atención Mi Casa, Centro de Desarrollo Indígena Loyola A.C, Foro Inundación, Centro Regional de Expresión Artística CREA, Escuela Superior de Música Sacra de Irapuato, Galería Corazón Parlante, Centro Cultural Mariel y Proyecto Antipasto, entre otros.

Documentos

Descarga el Kit de prensa