Una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX mexicano es Rosario Castellanos Figueroa. En el aniversario 89 de su natalicio, el traductor Raúl Ortiz y Ortiz recuerda que la poeta y ensayista tenía como características fundamentales su generosidad, sentido del humor, y una manera particular de superar las tragedias que se le presentaron a lo largo de su vida.

La autora, quien nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México, “tenía la capacidad de reírse de sí misma y de no permitir que nadie se burlara de ella, contaba con un sentido del humor ácido y directo; no se me dio el conocer inteligencia mayor que la de Rosario Castellanos”, comentó en entrevista con Conaculta el también promotor cultural, quien conoció a la autora de Balún-Canán en el año de 1961.

Rosario Castellanos ejerció todos los géneros, especialmente la poesía, la narrativa y el ensayo; se ubicó como una de las grandes precursoras en la construcción de una nueva perspectiva de la vida, basada en la dignidad de las personas, la ampliación de libertades y la anhelada alegría. Entusiasta con el misticismo y misteriosa con la muerte, dejó como legado una invitación a mirar diferente, a criticar lo establecido, y a liberarse de los estereotipos que limitan y definen.

Raúl Ortiz y Ortiz, habló de la poesía de Rosario Castellanos a la que describió como sencilla, directa, conmovedora e inteligente. “Trabajó magistralmente la narrativa, el cuento, la novela rosa, y que antes de morir logró lo que siempre había aspirado alcanzar el género teatral. Ella quería escribir obras de teatro y le salían poemas; sus escritos son signos de protesta contra la injusticia”.

Quien fue embajadora de México en Israel (1971-1974) abordó la literatura universal y mexicana; sin embargo los dos grandes temas de la autora de Oficio de tinieblas fueron la situación de la mujer (su historia, imagen, posibilidades de liberación), y el problema indígena con sus desigualdades sociales (racismo, clasismo, desigualdad de oportunidades, el no conocimiento de la dignidad de las culturas indígenas, su alfabetización, etcétera).

La ensayista y poeta naturalizada mexicana, Angelina Muñiz-Huberman, expuso que Rosario Castellanos destacaba en cualquier momento que usara la pluma, tanto con su obra poética, ensayística, periodística, teatral y narrativa. “Ella mostró su valor literario y su valentía en tocar temas importantes y expresar su preocupación por la población indígena, y la presencia de la mujer”. 

La ganadora del premio Sor Juna Inés de la Cruz en el año 1993, dijo que su obra referente al indigenismo es importantísima, pero agregó que también se ocupó en abordar la literatura universal. “Tiene ensayos sobre escritoras en otras lenguas, de otros países, siempre destacó el valor de estas otras presencias, en sus ensayos. Creo que hay que ampliar su clasificación a un ámbito universal y no sólo reducirla al ámbito indigenista o feminista”.

Angelina Muñiz-Huberman se refirió a los artículos que Rosario Castellanos escribió desempeñándose como embajadora de Israel. “Eran muy interesantes porque daban una visión de otro país con el cual ella se estaba relacionando, difundía muchos aspectos de la cultura de Israel, me acuerdo que en esa época ella escribía en Excélsior, yo siempre esperaba ver que decía en su siguiente artículo, tenía la capacidad de interesar al lector”, afirmó.

La profesora en la Universidad Nacional Autónoma de México, compartió que tuvo la oportunidad de conocer a Rosario Castellanos en una de las fiestas previas a su viaje a Israel para fungir como embajadora en aquella nación. “Me pareció una persona agradable, generosa, optimista. Recuerdo que la saludé, le dije mi nombre y me dijo que había leído mi primera novela (Morada interior), eso fue una gran sorpresa para mí y como que me sentí apoyada, aunque fue un minuto o dos los que hablé con ella”.

La novelista, cuentista y ensayista Rosa Beltrán señala que la aportación de Rosario Castellanos a la literatura mexicana es inmensa y que al igual que Sor Juana Inés de la Cruz fue una escritora de tiempo completo, quien experimentó tanto con lo que vivía como lo que leía para descubrir y descubrirse nuevas formas.

“Todo lo que le ocurría se volvía materia ‘escribible’, los desencuentros amorosos con el filósofo Ricardo Guerra, su condición de mujer, los usos público y privados del cuerpo, las costumbres de las familias en Chiapas, así como los temas típicos de mediados del siglo XX”.

En la opinión de la directora de literatura de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM; la obra completa de Rosario Castellanos es un autorretrato escrito mil y una veces. “Los juicios que hacía de sí misma eran lapidarios, se describía como una mujer fea, casi sin amigas, ridícula cuando quería coquetear, mediocre, lo que decía la eximía de tener enemigos. Castellanos cuenta con un material inagotable para la risa”.

Destacó otros ámbitos en los que se desempeñó que fue la de periodista y profesora. “Rosario Castellanos tuvo la capacidad de transmitir conocimientos, tanto en el periodismo como en las clases que impartió, que más que clases, dicen sus biógrafos, daba conferencias magistrales. Cuando tuve el privilegio de participar en la cátedra Rosario Castellanos en Israel, me comentaron que sus clases reunían a 100 alumnos aunque no estuvieran estudiando literatura, porque eran lecciones magistrales donde hablaba de la historia pasada y del presente”.

La poeta Elva Macías mencionó en entrevista que Rosario Castellanos fue una escritora completa, en cuya narrativa presenta los temas de Chiapas, sus indígenas, sus ciudades con una visión moderna y contemporánea. “En su obra el indígena ya no sale reflejado como en la literatura costumbrista, ni con una relación paternalista sobre todas las figuras, son personajes complejos y ricos”.

Expresó que RB 6osario Castellanos fue una poeta sobre la soledad, el dolor, quien junto con sus contemporáneas Enriqueta Ochoa y Dolores Castro, ahondó en la visión de la mujer. Destacó que su obra tiene una vigencia histórica, porque a pesar del gran movimiento indígena que hubo, muchas de las comunidades siguen rigiéndose con las mismas costumbres, usos y aún viven mucha marginación.

“Rosario Castellanos es una autora que a casi 40 años de fallecida (7 de agosto de 1974) su obra circula permanentemente, lo que no es fácil en un autor que tiene muchos años desaparecido; es una muestra de su vigencia literaria e histórica”, aseguró Macías.

Por su parte Anamari Gomís, profesora de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, indicó que Rosario Castellanos fue de las primeras escritoras que leyó a las escritoras inglesas y las trajo al mundo mexicano, quien recuperó y retrató a México, aunque fuera algo brutalmente violento. “Ella no tuvo empacho en contar las diferencias entre ladinos, indígenas, chiapanecos y en ofrecernos todo un mundo colorido, pero también de injusticias”.

En su opinión Rosario Castellanos tiene cuentos excelentes y en su poesía un poema fundamentalLamentación de Dido. “Es un poema de la desdicha, de rompimiento con el amado, de abandono, todo esto lo convierte en un discurso poético”.

Abundó en que ella escribía a favor de los indígenas y su feminismo, lo que no significa que fuera “una desbocada feminista militante”.  Sí escribió de feminismo, sí revisó personajes feministas, sobre todo literarios, y tiene ensayos sobre el concepto de lo femenino; en sus cuentos el lector tiene que jugar con ella para resolver la historia del cuento, fue una feminista necesaria porque sigue habiendo un mundo de diferencia entre los hombres y las mujeres”.

Para el poeta Eduardo Casar, es imposible separar la alta calidad de la obra de Rosario Castellanos a la cuestión feminista. “Rosario hace una obra desde el punto de vista poético muy particular, es una poesía muy grave, no es una poeta fácil de escuchar, aunque algunos poemas de ella se han musicalizado, tiene un papel dentro de la narrativa que básicamente tiene la presencia del mundo indígena, por la magnífica novela de Balún-Canán, donde se recrea con un ambiente muy lirico la vida de una niña rodeada de pueblos de indígenas.

Eduardo Casar señaló que tuvo un gran papel como escritora de ensayos y artículos que reivindicaran la postura feminista; “es difícil pensar en la literatura chiapaneca sin pensar en la figura tutelar de Rosario Castellanos”.

Indicó que su poesía es muy personal, confesional, mientras que su narrativa, aunque abreva de su propia biografía no tienen “tantos arrebatos líricos”. “La manera como ella dirigió la lucha feminista fue a través de una escritura muy cuidadosa, con altísima calidad, su poema Lamentación de Dido refleja aspectos de una mujer del siglo XX, una escritura de altos vuelos, de alta calidad; juzgarla solamente por sus temas indigenistas y feministas reduce la visión de su escritura”.

Raúl Ortiz y Ortiz, mencionó que a la promotora cultural en el Instituto de Ciencias y Artes, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la mejor manera de recordarla es leyendo su obra y luchando cotidianamente contra la injusticia.  “Ella me enriqueció con su sabiduría, una persona inteligente, ágil y certera que tuve la fortuna de tratar”, puntualizó.

Rosario Castellano vivió su infancia y adolescencia en Comitán, Chiapas. Obtuvo la licenciatura y la maestría en filosofía en la UNAM. Fue directora de Teatro Guiñol en el Centro Coordinador Tzetal–Tzotzil del Instituto Nacional Indigenista en San Cristóbal, Chiapas; directora general de Información y Prensa de la UNAM (1960–1966); profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (1962–1971).

Tradujo a Emily Dickinson, Paul Claudel y Saint John Perse. Su novela Balún-Canán ha sido traducida al inglés, francés, alemán, hebreo e italiano. Entre los reconocimientos que obtuvo están el Premio Chiapas, 1958; el Premio Xavier Villaurrutia, 1960, por Ciudad real; el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, 1962, por Oficio de tinieblas. Sus restos se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México.

Información: DAF

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