La finalidad de la literatura para mí es el placer, no es una utilidad práctica, lo que te puede dar un libro sobre todo creo que tiene que ver con el placer de la imaginación, de la memoria, del conocimiento, descubrimiento, de la trasgresión y de la libertad, finalmente es un ejercicio de libertad creativa definió Ana Clavel, autora de Las ninfas a veces sonríen, obra con la que ganó la sexta edición del Premio de Novela Iberoamericana Elena Poniatowska.
 
Este galardón, que reconoce la calidad literaria en lengua española, se suma a los obtenidos con anterioridad por la actual miembro del Sistema Nacional de Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes del Conaculta.
 
Entre los reconocimientos que ha obtenido destacan el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 1991 por el cuento Cuando María mira el mar (posteriormente Amorosos de atar), la Medalla de Plata 2004 de la Sociéte Académique Arts-Scienses-Lettres de Francia y el Premio de Novela Corta Juan Rulfo de Radio Francia Internacional 2005, por Las violetas son flores del deseo.
 
La autora de las novelas Los deseos y su sombra (2000), Cuerpo náufrago (2005), Desires in Shadow, Aliform, Minneapolis (2005), Las violetas son flores del deseo y El dibujante de sombras (2009) conversó con el Conaculta sobre lo que representó este galardón, sus proyectos.
-¿En qué momento de tu vida llega este reconocimiento?
 
-Justo cuando hay un trabajo muy adelantado, una serie de propuestas encaminadas. Cuando me pongo a ver que llevo 30 años trabajando, me doy cuenta de la importancia de la textura tan delicada, sutil y bien urdida de mi obra, que va justo de la mano con el hecho de decir que uno siempre recoge lo que siembra.
 
El premio me llena de alegría y es una señal de que vas en el camino, de que la apuesta que hiciste lejanamente desde que te decides por la escritura está en marcha. Es también volver al origen, a recordar que todo tiene que ver con el placer, el placer de la propia escritura y descubrir que es sustancialmente la escritura la que se convierte en una suerte de diosa prodiga, que te llena todos los huecos y te resarce de todas las pérdidas.
 
-¿Qué implica recibir este galardón?
 
-Encontrarme con esa parte de extensión del paraíso que viene de las palabras. No es más que un reubicarse en el compromiso inicial de la escritura, con ese llamado que cuando yo tenía 14 años me despertó para dictarme líneas de un texto que muchísimo después entendí que era un llamado de las sombras. También es refrendar ese compromiso con la escritura y seguir desarrollándolo a donde tenga que desarrollarse, no a donde yo desee o banalmente pudiera conducirlo, sino a donde la escritura quiera llevarme.
 
-¿Qué elementos hicieron destacar a Las ninfas a veces sonríen de entre 94 novelas?
 
-Que es una novela trasgresora por la manera en que se va planteando el universo de exploración del personaje, sin culpas, sin remordimientos, que es una afirmación de la propia escritura: humanizar y ahí está centrada su apuesta vital.
El hecho a la vez de traer el mundo mítico a la realidad cotidiana con este personaje que se cree una ninfa en nuestros días, porque de pronto está comiendo cereal que ambrosía. Es justamente como redimensionar lo sagrado, la experiencia de lo sagrado, lo divino en esta realidad tan violentada que nos ha tocado vivir.
 
Pienso que la novela es una apuesta de la imaginación literaria enfocada al mundo de la exploración sensual del lenguaje, una visión de erotismo liberado que es la parte central del libro y que la escritura misma es un emanar de imágenes como lo plantea el personaje central de la historia que a sí misma se percibe como una suerte de fuente gozosa.
 
-Escribes cuento, ensayo y novelas, ¿con qué género te identificas más?
 
-Con la narrativa, en especial la de largo aliento. Me gusta mucho el ritmo moroso de la novela y la capacidad que te brinda como autor de zambullirte y aventarte un clavado. Cuando un lector lee una novela lo hace en un número reducido de horas finalmente, a lo mejor una semana, lo que se tarde en leer el volumen de hojas.
 
Pero no sabe que para escribir eso, uno tiene borradores detrás, investigación, adentrarte a ese mundo que va fabulando y por lo menos a mí me permite una experiencia de alteridad, de estar completamente alejada, apartada del mundo concreto y real. Por eso a mí me encanta la novela porque puedo habitar esos mundos de imaginación y entrar prácticamente en un estado de conciencia alterada. Para mí es una felicidad casi orgásmica el estar escribiendo novela.
 
-Has comentado que no te gusta que tus obras sean etiquetadas como literatura erótica, entonces ¿cómo las definirías?
 
-Son una exploración del deseo, del mundo del deseo. Creo que el deseo es lo que nos define como personas, como seres humanos y no tanto la palabra, el lenguaje, sino nuestra capacidad de desear y yo lo que hago es explorar ese mundo que tiene que ver mucho con lo que está más guardado en el ser humano.
 
La manera en que me acerco a eso si tiene que ver mucho con un arte de seducción del tipo de Sherezada y hacer lo que dice Roland Barthes en cuanto a que uno como escritor debe probarle al lector que lo desea.
 
Toda mi obra tiene que ver con esa poética del deseo, por eso a veces en ella hay momentos en que se toca el registro del cuerpo de una manera muy frontal en otras en que se está hablando de la exploración de los sentidos que es un adentrarse en el Eros y el Tánatos de los personajes que están en la búsqueda de sus propios deseos.
 
-¿Cómo surge tu interés por el deseo?
 
-En algún momento se me ocurrió que mi literatura es una del deseo en buena medida  a partir de la carencia, de la muerte de mi padre, de pronto fue como un gran motor tener ese hueco, intentar rellenar esa falta con la presencia del deseo y la escritura a través de la fabulación y la seducción del lenguaje.
 
-¿Dónde localizas la raíz de toda tu obra?
 
-Empecé a escribir a los 14 años. Mi encuentro con los libros fue a los 10 años. A lo mejor el asunto de empezar a leer es que habrá escritores que por un ambiente familiar, una biblioteca propia de la familia, de pronto su cercanía con los libros fue casi simultánea al acto de crecer o nacer. En mi caso no, no teníamos libros.
 
Mi experiencia con los libros fue determinante porque me rescató del duelo de la muerte de mi padre y me abrió un universo que me llenaba de felicidad a través de las palabras. Ese tipo de felicidad yo no creo que a todo el mundo se le conceda, contario a lo que se cree que se debe de imponer la lectura, yo creo que es un acercamiento personal y que algunos los disfrutan y otros no.
 
Más allá de que los libros son utilitarios en el sentido de que contienen conocimiento como los libros técnicos, científicos, de divulgación, los textos literarios, en especial los que tienen que ver con arte y poesía, se realizan en la lectura gracias a que hay una persona capaz de ser tocada, seducida por ese libro, pero no es tampoco una obligación.
 
La finalidad de la literatura para mí es el placer, no es una utilidad práctica, lo que te puede dar un libro sobre todo creo que tiene que ver con el placer de la imaginación, de la memoria, del conocimiento, descubrimiento, de la trasgresión y de la libertad, finalmente es un ejercicio de libertad creativa.
 
A mí los libros me rescataron, mi primer autor fue Julio Verne con la novela de aventuras La vuelta al mundo en 80 días que fue prodigiosa para mí a tal grado que se me borró el mundo, desapareció y yo estaba literalmente montada en un elefante, transportándome en una locomotora, viajando en un globo aerostático acompañando al personaje central a recorrer el mundo en 80 días, cosa tan increíble ahora que lo podemos recorrer en 80 horas en avión y a través de Internet en 8 minutos.
 
-¿Cómo es tu proceso creativo?
 
-Cada libro es diferente pero en general me gusta mucho trabajar en la mañana apenas me levanto porque estoy en un estado todavía de duermevela, no alcanzó a estar consiente hasta ya avanzadas las horas de la mañana y baño de por medio. Necesito ese momento muy de frontera entre la vigilia y el sueño que me permite muy fácilmente la creación, brincar casi de la cama a la pantalla de la computadora, al teclado.
 
No tengo mayor ritual, depende mucho del libro que esté trabajando. Una de las cosas que a mí me funcionan mucho es meterme en el mundo de mis historias, esto quiere decir que si estoy trabajando una historia sobre un personaje que cambia de sexo de la noche a la mañana aparte de leer Las metamorfosis de Ovidio releo Orlando, de Virginia Wolf.
 
También empiezo a documentarme, a buscar un libro que de pronto se me apareció por ahí de un hermafrodita rescatado por Michel Foucault es decir investigar todo lo que me pueda funcionar desde diversos registros. Entonces hay una parte de trabajo inconsciente que se va armando y sobre todo en donde se va reposando en la memoria y en el sueño y eso me permite fluir más fácilmente en la escritura.
 
-¿Cuáles han sido como mujer y escritora tus mayores satisfacciones?
 
-No he sentido mayores caricias en la vida que cuando me aplaudieron al recibir el Premio Gilberto Owen que fue mi primer premio en forma. En ese momento pude imaginar el increíble goce que puede tener una estrella de rock, del espectáculo cuando le aplauden. No se lo imaginan, pero  es como una bomba de caricias, de afecto que te rodea impresionante. Fue uno de los momentos más increíbles que me ha tocado vivir.
 
Después, cuando estaba escribiendo Las violetas son flores del deseo hubo un momento en que empezó a fluir la escritura de tal modo que cuando estaba trabajando los aromas que llevaba cada una de las muñecas el mundo se me borró y de pronto de las nueve de la noche eran las cuatro de la mañana y yo me di cuenta que tenía que parar de escribir porque de pronto se me habían endurecido los hombros completamente, por estar en la emoción.
 
Entonces ese momento en donde fluyó tanto y se borró el mundo fue de los momentos más felices que he tenido en mi experiencia como escritora. También cuando algún lector se me ha acercado y dicho una revelación de cómo lo ha movido mi escritura, ese satisfactorio, una maravillosa experiencia.     
 
-¿Qué has tenido que sacrificar para lograr el éxito?
 
-Nada. Esto es una elección y cómo todo en la vida te requiere un trabajo, un esfuerzo, decisiones. Decidir quedarte sentada horas leyendo o escribiendo en lugar de andar en la fiesta es una decisión, no una renuncia.
 
-¿Qué proyectos en puerta tienes?
 
-Acabo de terminar un libro de minificciones CorazoNadas que se va a publicar en la Editorial Posdata y ahora mismo arranco con un nuevo proyecto de novela que me tendrá bastante entretenida.

Información: LCL

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