La precaria vida de una familia tlaxcalteca, en la que Samuel Torres Briones era el menor, hizo que el artesano de 37 años aprendiera de sus hermanos mayores a hacer sus propios juguetes: a los seis años de edad veía cómo su hermano mayor creaba sus propios carritos de barro. Ese fue su primer acercamiento a la cerámica, un oficio que aprendió jugando y profesionalizó de manera autodidacta, hasta convertirse en uno de los alfareros más reconocidos de Tlaxcala.

“Mi papá no nos compraba juguetes, no había dinero para eso; y como éramos seis hermanos si a ellos no les compraba, menos a mí. Nos mandaban al campo a pastar los animales y ahí tuve mis primeras nociones de la cerámica, porque mi hermano forraba unas rocas con plastas de barro y hacía carritos; ahí entendí cómo se trabaja la tierra”, recuerda.

Originario de San Tadeo Huiloapan, Panotla, Tlaxcala, hoy, Samuel Torres Briones es un alfarero destacado pues ha desarrollado una técnica y un estilo en el que mezcla aspectos prehispánicos con contemporáneos.

“Plasmo las vivencias de las comunidades rurales de mi Tlaxcala: las casitas de adobe, las calles de terracería, los parques antiguos…, pero también me gusta plasmar actividades de otras culturas, como la danza de los viejitos purépecha, las calendas, los huehues, un baile del cántaro en el que un personaje trae una olla en la cabeza con tres agarres y va repartiendo pulque a los espectadores. Me gusta llevar esos momentos a mis piezas.

“Pero cuando dicen que meto aspectos de lo contemporáneo tiene que ver con la técnica. Por ejemplo, una técnica antigua es sacar los tintes de las piedras que recolecto, las hago pomada y hago una pasta que resiste la temperatura y para crear cierto color; el bruñido es otra técnica antigua, prehispánica, que utilizo para que las vasijas no escurran el agua; ya, por último, aplico un poco esgrafiado a las piezas contando una historia de vida o una historia rural, con lo que adquieren un toque de modernidad”, expresa Torres Briones.

Actualmente, el artesano tlaxcalteca cuenta con varios premios y reconocimientos por su trayectoria. En el 2001, obtuvo el primer lugar en el Concurso de Alfarería y Cerámica Árbol de la Vida, de Metepec, Estado de México; diez años después se hizo acreedor del primer lugar de la edición número 35 del Premio Nacional de la Cerámica en Tlaquepaque, Jalisco, con un nacimiento en miniatura de apenas un centímetro de alto.

“Tenía como diez años de edad cuando empecé a trabajar con mis cuñados y con mis primos ayudándoles a vender. Después me regresé a mi pueblo a hacer piezas de barro con una técnica que se conoce como de churro (consiste en moldear las figuras haciendo rollos), que dicen es prehispánica, y empecé a hacer vasijas y animalitos de barro.

“Fue hasta que llegó un maestro de las misiones culturales que me enseñó a hacer utensilios de cocina, como tazones y platos pozoleros, pero como a mí me gustó el modelado, poco a poco empecé a crear mi propia técnica, mis propias mezclas, mis propios colores y mis propias texturas”.

Su especialidad son las miniaturas, dice, “de cinco centímetros para abajo”. Con esas miniaturas, Samuel Torres se ha colocado a la delantera de los artesanos alfareros de su estado, ya que a pesar de que en su familia no existía la tradición, comenta, su compromiso profesional es tal que ahora está enseñando a sus sobrinos para que le den continuidad a la labor artesanal.

“En Tlaxcala hay varias zonas alfareras, donde muchas familias traen la tradición desde varios años atrás, pero solamente se dedican a una cosa (técnica o figura). No son como yo que, a pesar de que no vengo de una familia de ceramistas, me gusta experimentar, competir, participar con otros artesanos, aprender cosas nuevas y no quedarme estancado”, agrega.

Finalmente, Samuel Torres comentó que es útil participar en el concurso del Premio Nacional de Cerámica porque, como artesano, es una oportunidad para darse a conocer y consolidarse económicamente.

“Ganar el Premio Nacional de la Cerámica fue un reto muy difícil, pero valió la pena el esfuerzo porque, como yo en algún momento, hay muchos artesanos jóvenes que apenas empiezan y si participan tienen la oportunidad de estabilizarse económicamente y tener una vida mejor”, indica.

El ceramista goza de la destreza de un escultor y lo mismo realiza piezas de alfarería, que tallas en madera y piedra.

La convocatoria del XLI Premio Nacional de Cerámica permanecerá abierta hasta la tercera semana de junio. 21 y 22 del sexto mes serán los últimos días para que los artistas locales de Tlaquepaque, Jalisco, registren su obra; mientras que 23 y 24 son las últimas fechas para registro de obra de artistas foráneos. Los resultados se darán a conocer el día viernes 30 de junio de 2017 y se avisará oportunamente el lugar y fecha de la entrega del Premio Nacional de la Cerámica a quienes resulten ganadores de las siete categorías.

Las bases de la convocatoria se encuentran disponibles en:
http://www.culturaspopulareseindigenas.gob.mx/pdf/2017/41PNC_BAJA.pdf

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