José Luis Cuevas cumple este 26 de febrero 80 años de vida con un prestigio nacional e internacional que lo colocan como uno de los mejores dibujantes de la historia, a la altura de Pablo Picasso. El curador y crítico de arte Luis Rius asegura que el llamado Gato Macho es uno de los artistas de la segunda mitad del siglo XX con mayor vigencia; mientras que el poeta Miguel Ángel Muñoz dice que Cuevas ha trascendido porque tiene la fuerza del trazo y esa imaginación para redescubrir temas que no estaban explorados en México y América Latina.
A Cuevas le enorgullece contar que nació en la madrugada del 26 de febrero de 1934, en la Ciudad de México, en los altos de la fábrica de lápices y papeles El Lápiz del Águila, administrada por su abuelo paterno, Adalberto Cuevas. Ese temprano contacto con el papel y el grafito marcarían su destino de manera determinante.
A los siete años de edad ganó un certamen de dibujo infantil promovido por la Secretaría de Educación Pública, al autorretratarse como “niño obrero”. Un par de años más tarde, al conocer los murales de Roberto Montenegro, en la biblioteca de la escuela Benito Juárez, y de los de Diego Rivera en el Palacio de Cortés, en Cuernavaca, decidió que su futuro sería como artista plástico.
José Luis Cuevas es esencialmente un artista autodidacta. En 1944 ingresó a estudiar a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, pero una fiebre reumática lo obligó a abandonar sus estudios y a guardar cama durante dos años, tiempo en el que se dedicó a leer y dibujar profusamente.
Así inició una carrera que poco a poco comenzó a tener reconocimiento por su calidad técnica y expresiva. En 1958 publicó en el suplemento México en la Cultura, del diario Novedades, un texto en el que critica a los integrantes de la Escuela Mexicana de Pintura, titulado “La cortina de nopal”, y entonces se convirtió también en un artista polémico e impulsor del movimiento artístico llamado de la Ruptura, junto con Roger von Gunten, Manuel Felguérez, Vlady, Vicente Rojo, Pedro Coronel, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Enrique Echeverría y Alberto Gironella, entre otros.
José Luis Cuevas se adjudica haber otorgado el color rosa al lugar que anteriormente también fue llamado Zona Dorada y Zona Lila, en la actual Zona Rosa. Hace 45 años, realizó un mural efímero en la esquina de Génova y Londres, en rechazo a la solemnidad de quienes él llamó “los muralistas oficiales”, es decir Diego Rivera, Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros; además fue una forma de protesta por el conflicto árabe israelí que se suscitó en 1967 y por el cual se temió que desatara una hecatombe mundial.
Aquel mural sólo permaneció un mes en ese lugar, ya que un incendio lo destruyó casi en su totalidad. Sólo se lograron rescatar dos piezas, que el artista obsequió al periodista Jacobo Zabludovsky, quien todavía las conserva.
“Hay que entender a Cuevas como un artista total, no delimitándolo simplemente como pintor, porque la importancia de su trabajo está más en el área de la gráfica y el dibujo. Su aporte fundamental es haber redescubierto la gráfica en un sentido tal que exploró todo, desde la serigrafía, la litografía, grabado al azúcar, la mezzotinta, todas las técnicas posibles de la gráfica”, explica el poeta y crítico de arte Miguel Ángel Muñoz.
La originalidad de los mundos que dibuja José Luis Cuevas, inspiró al Premio Nobel de Literatura Octavio Paz a dedicarle el poema Totalidad y fragmento”, incluido en el libro Los privilegios de la vista II (FCE, 1994), en el cual dice: “José Luis dibuja/en cada hoja de cada hora/ una risa/ como un aullido/ desde el fondo del tiempo/ desde el fondo del niño/ cada día José Luis dibuja nuestra herida”.
Al respecto, Miguel Ángel Muñoz destaca la afinidad que José Luis Cuevas ha tenido con la literatura. “No hay que perder de vista su cercanía y su reinterpretación de Dostoievski, Quevedo, del Marqués de Sade, de Franz Kafka, y trabajos posteriores que hizo en torno a Octavio Paz y otros escritores. Los vínculos que tiene, por un lado, con el submundo de locura, lo monstruoso y los marginados, y su vinculación con la literatura son puntos a resaltar en su obra. Son casi 60 años como creador y yo creo que los primeros 30 son los más importantes en su obra porque es donde tiene la fuerza del trazo y esa imaginación para redescubrir temas que no estaban explorados en México y América Latina”.
Luis Rius, curador, crítico e investigador del arte, asegura que José Luis Cuevas es uno de los artistas de la segunda mitad del siglo XX con mayor vigencia. “Hay algunos maestros grandiosos que a mi modo de ver están más bien en la historia, como representantes del arte moderno. José Luis Cuevas está plenamente vigente, mucho más de lo que él o los que estamos cerca de su obra lo podríamos adivinar”.
La obra de Cuevas, así como su interés como coleccionista de arte, se puede conocer en el Museo José Luis Cuevas, inaugurado el 8 de julio de 1992 en el recinto que fuera el Convento de Santa Inés. En lo que se refiere a su vida personal, el pintor, dibujarte, grabador y escultor se encargó de compartirla durante varios años a través de su columna “Cuevario”, que durante casi 25 años publicó en los diarios Excélsior y El Universal.
“Desde que escribo, mi propósito es hacer una biografía de absolutamente todo lo vivido. En mis escritos las vivencias de los otros pueden ser descritas por mí, siempre y cuando tengan una relación conmigo”, ha manifestado el autor del libro Gato Macho, quien también ha reconocido que de no haberse dedicado a las artes plásticas, habría sido literato.
En el plano internacional, José Luis Cuevas es reconocido como uno de los grandes iniciadores de la rebelión neofigurativa. A partir de la década de los cincuenta, y gracias al gran éxito adquirido, el dibujante fue invitado a trabajar en talleres de distintas partes del mundo, incluyendo el Tamarind Workshop de Los Ángeles, California, Poligrafía en Barcelona en 1981, así como en el Taller Kyron, México.
Un ejemplo del interés internacional en su trabajo se reflejó en el año de 1982, cuando 14 galerías de la Ciudad de México y otras en Barcelona, París, Lima, Coral Gables, New York, San Diego, La Jolla y Washington, D. C., expusieron simultáneamente Marzo. Mes de José Luis Cuevas. Presencia del artista en México y el extranjero.
José Luis Cuevas ha sido merecedor de importantes menciones y premios, como el Primer Premio Internacional de Dibujo en la V Bienal de Sao Paulo (1959), el primer Premio Internacional de Grabado en la I Trienal de Nueva Delhi (1968), El Premio Nacional de Ciencias y Artes de México; también recibió la orden de Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa (1991), e ingresó al Sistema Nacional de Creadores como Creador Emérito (1993), entre otros reconocimientos que diversos países e instituciones le han otorgado.
Según José Luis Cuevas, para ser un verdadero artista se necesita tener una vocación muy firme, una disciplina férrea, una entrega absoluta y no esperar, “como artistas mediocres del siglo XIX, la aparición de las musas para ponerse a pintar”. Para Cuevas las musas no existen, sólo existe el trabajo diario y la entrega a la vocación.
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