rabajar con jóvenes significa la posibilidad de vislumbrar un futuro mejor; en la música, el movimiento de las orquestas juveniles también propone una integración social en los países de Latinoamérica, porque es una herramienta de enseñanza fortísima expresó en entrevista, Joao Guilherme Ripper, presidente de la Academia Brasileña de Música, después de la conferencia que impartió a los miembros de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh) en el Aula Magna del Cenart.

Conocí México a través de mis estudios de Doctorado en la Universidad Católica de América, en Washington, DC, donde estudiamos la música de México, Brasil y el resto de los países latinoamericanos; ésta es la primera vez que tengo la posibilidad de estar aquí, gracias al intercambio artístico gestado por el programa de cooperación multinacional Ibermúsicas, auspiciada por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), dijo.

“Me gustaría acercarme más, involucrar a las orquestas jóvenes brasileñas porque este intercambio artístico es una herramienta de enseñanza e integración social fortísima, porque una orquesta de jóvenes significa la posibilidad de futuro, de integración social entre nuestros países donde la realidad es tan desigual”.

En este sentido, Ripper señaló que no conoce a fondo el plan artístico-académico de la OECCh, sin embargo, valora que en estos días de ensayo se ha percatado de las habilidades de sus integrantes.

“Son muy buenos músicos, en la primera lectura avanzaron mucho, es un placer poder trabajar con ellos”, asimismo reconoció el trabajo institucional que lo respalda, “es un privilegio poder estar acá y conocer a la estructura de la enseñanza musical en México, de hecho, ayer pude conocer a Arturo Márquez uno de los compositores mexicanos que admiro además de Daniel Catán”, con quien coincidió en un festival de ópera hace algunos años.

Sobre los pormenores de la obra Juegos sinfónicos, la cual será estrenada en México por la OECCh, este 1 de septiembre, en el Auditorio Blas Galindo, apuntó “mi intensión en esta obra fue hacer una imagen sinfónica, con tintes de samba, el jazz y la batucada brasileña”.

Explicó que se trata de una sinfonía con una idea programática, que alude a su analogía personal sobre la similitud que existe entre los músicos y los deportistas de alto rendimiento: disciplina, concentración, espíritu aventurero y la posibilidad de hacer un dribling (la “finta” en términos futbolísticos) para resolver una improvisación.

Por otro lado, en términos estrictos, Ripper informó que Juegos sinfónicos nació por encargo de la Orquesta Filarmónica  de Minas Gerais  a través de su director Fabio Mechetti, para celebrar 10 años de trayectoria y por la apertura de su nueva sala sinfónica en Minas, una ciudad entre Río y Sao Paulo, sin embargo Ripper ya tenía preconcebida esa idea debido a su gusto por los deportes, de hecho como su estreno coincidió con la cercanía de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, mucha gente asocia que ese fue el motivo que lo inspiró.

“Yo tenía una idea conectada con los juegos olímpicos porque me encanta el deporte, y porque existen aspectos deportivos que están vinculados con la práctica orquestal, y en la del compositor; por ejemplo, la disciplina que conlleva estudiar con los instrumentos. Evidencié dicha conexión en los tres movimientos que integran Juegos sinfónicos, el primero habla acerca de las distancias, aludiendo los recorridos de un maratón; el segundo a las disciplinas deportivas realizadas en el mar, la piscina; y el tercero, tiene que ver con el drible (la finta) dentro el futbol”.

“Me gusta realizar estas pláticas porque pienso que ayuda al intérprete a comprender y a interpretar la obra”, concluyó.

La cita para escuchar Juegos sinfónicos es el 1 y 2 de septiembre, en el Auditorio Blas Galindo del Cenart, programa De EUA a Brasil. Entrada libre. Acceso a mayores de seis años.

Información: CBMR

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