• En un mar de aproximadamente nueve mil informes y proyectos relativos a la arqueología mexicana, fue el faro que guió a una gran cantidad de investigadores

El Archivo Técnico de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), uno de los más importantes en la materia a nivel mundial, nació y se construyó en gran medida por la voluntad de una persona visionaria y amante de la arqueología mexicana: José Luis Ramírez Ramírez. El INAH, su casa por más de cinco décadas, lamenta profundamente la pérdida de “Pepe”, como lo conocía la comunidad científica ligada a estos temas, quien falleció este día a los 75 años de edad.

Desde ese lugar, oculto entre pilas de documentos bien clasificados en estantes, como si fuera el abad de un antiguo monasterio, Pepe Ramírez guiaba siempre afable a todo aquel que llegaba ese repositorio buscando el informe de alguna temporada de campo, actas de las sesiones del Consejo de Arqueología, planos, mapas, fotografías de sitios sin excavar… la historia de esta disciplina en México, la cual, pese a no ser arqueólogo, conocía como pocos.

José Luis Ramírez fue conformando el archivo con lo que para otros era simple papelería, burocracia, documentación que con el tiempo fue convirtiéndose en base de exploraciones arqueológicas e investigaciones que derivaban en tesis de licenciatura y posgrado. Su crecimiento fue tal, que tuvo varias sedes: el edificio colonial de la calle de Moneda No.16, el Palacio del Marqués del Apartado, en el Centro Histórico de Ciudad de México, y el actual, ubicado en Avenida Revolución No.1900, en la colonia San Ángel.

En 2014, la institución le hizo un reconocimiento en el Museo Nacional de Antropología (MNA), por 45 años de trayectoria laboral. Ante sus admiradores, varios de ellos reconocidos arqueólogos, manifestó que no quería dejar el Instituto Nacional de Antropología e Historia, sin haberle dado algo de beneficio a la arqueología mexicana. Su humildad mereció sentidos aplausos que resonaron en el Auditorio Fray Bernandino de Sahagún.

Todavía en septiembre de 2018, cuando cumplió cinco décadas de trabajar en el Instituto, se manifestó emocionado por la eventual conversión del repositorio, en Archivo Nacional de Arqueología, una vez que se instaure de nuevo en el lugar donde surgió hace un siglo: el antiguo Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, hoy MNA. Para él, lo más importante era que el acervo, conformado por aproximadamente nueve mil informes y proyectos que dan cuenta de la labor arqueológica en nuestro país, contara con las mejores condiciones de conservación y resguardo.

Comentaba que uno de los “tesoros”, el documento más antiguo, era un título de tierras procedente de Tlaxcala, fechado hacia 1615; sin embargo, el grueso del corpus va del siglo XVIII al XXI, y ha seguido aumentando gracias a la donación de archivos personales de arqueólogos de la talla de Enrique Nalda y Alejandro Martínez Muriel, por mencionar a algunos.

El Archivo Técnico de Arqueología, indicaba Pepe Ramírez, heredó documentación del citado Museo Nacional, y a partir de 1973 con la creación del Consejo de Arqueología, fue sumando las propuestas nacionales y del exterior que llegaban a este órgano consultivo del INAH. Otra fuente importante de documentación fue la generada por la entonces Dirección de Prehistoria, fundada en 1952 y desaparecida en 1988, por una reestructuración administrativa.

En la actualidad, el Archivo Técnico de Arqueología es el acervo que contiene la documentación derivada de las actividades tanto del Consejo, como de la Coordinación Nacional de Arqueología.

Todos y cada uno de los investigadores del INAH y otras instituciones académicas afines, que conocieron, trataron y fueron guiados por José Luis Ramírez Ramírez, reconocen y estarán eternamente agradecidos con su contribución a la custodia, organización y cuidado del mismo, fuente indispensable para todos aquellos interesados en conocer la historia de la arqueología en México en sus aspectos académico, técnico y administrativo, e indirectamente, también jurídico.

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