• Con trabajos de topografía, fotogrametría y registro ya iniciados, se prevé que en el segundo semestre del año, si las condiciones sanitarias mejoran, cuando inicie la exploración in situ

Fue hace miles de años cuando al sur de lo que hoy es la Ciudad de México, diversas erupciones, entre ellas la del volcán Teuhtli –venerable señor, en náhuatl–, depositaron en los suelos ceniza y derrames lávicos que, con el paso del tiempo, crearon terrenos naturales aptos para el cultivo, facilitando a los grupos humanos nivelar terrazas de uso agrícola y levantar pequeñas localidades que ahora, como sitios arqueológicos, son investigados por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Iniciado en 2019, el Proyecto Arqueológico Tizacalco se centra en el estudio de la zona nuclear del sitio, la cual abarca aproximadamente 250 mil metros cuadrados, así como en diversas áreas de terrazas agrícolas que incluso continúan siendo usadas por los campesinos del pueblo de San Pedro Atocpan, en la alcaldía Milpa Alta.

De acuerdo con el investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, Luis Alberto Martos López, quien codirige el proyecto junto con su colega Rosalba Nieto Calleja, la principal cualidad de la iniciativa está en su transversalidad, en tanto que el INAH, la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México y autoridades de la alcaldía colaboran a invitación de la comunidad y de la asociación civil milpaltense Calpulli Tecalco.

“El sitio es muy vasto, se extiende por toda la ladera sur del Teuhtli, un volcán que es sumamente venerado en la región, ya que las personas suben todavía a él para colocar ofrendas y hacer peticiones de lluvia”.

Si bien hasta el momento se han realizado trabajos de investigación documental, así como de topografía, fotogrametría, captura de imágenes y análisis de materiales en superficie, dado que las excavaciones planeadas desde 2020 se han pospuesto como medida preventiva ante la COVID-19, lo estudiado permite identificar al menos siete conjuntos de estructuras en el área nuclear.

Dentro de estos conjuntos, detalla el arqueólogo, se distinguen aproximadamente 25 o 26 estructuras prehispánicas, entre ellas una plaza, un probable conjunto palaciego, un momoxtli o montículo, el cual podría ser un altar, dado que conserva sus escalinatas, y un tecórbito –construcción de piedras parecida a un iglú, común en la región– que conserva su cámara interna, del cual se debate sobre su función, pues se especula que fue un adoratorio, un almacén para herramientas agrícolas o un temazcal.

Un rasgo que destaca en la arquitectura del sitio es que está edificada bajo la técnica conocida como piedra seca o arquitectura a hueso, la cual consiste en el apilamiento de material pétreo por efecto de gravedad, sin usar ningún tipo de cementante.

Y aunque las observaciones apuntan a estructuras similares a las de sitios tempranos de la Cuenca de México, como Cuicuilco, en la alcaldía Tlalpan, o Temamatla, en el municipio de Chalco, será hasta realizar las excavaciones en campo que el equipo, integrado por los arqueólogos Luis Alberto Guerrero, Erika Morales, Antelma Premió y Rafael Zimbrón, además del biólogo Héctor Celedón y de los arquitectos Óscar Reyes y Raquel Mancera, precisará detalles sobre la función, temporalidad y filiación cultural de los vestigios en el área.

De momento, agrega Luis Alberto Martos, se ha detectado ocupación del periodo Posclásico Temprano (1000–1200 d.C.), dada la presencia en superficie de cerámicas de diversas tipologías aztecas, así como tiestos vidriados y cerámica que corresponderían a la época virreinal temprana.

“Nos han invitado a ver diversas colecciones de tepalcates y figurillas en la localidad, halladas por los campesinos al momento de arar, y sabemos que hay material teotihuacano, por lo que no sería extraño que la ocupación iniciara desde el Preclásico hasta la actualidad”.

La expectativa es que, si las condiciones sanitarias mejoran, en el segundo semestre del año inicie la investigación de campo en Tizacalco. Por ahora, se avanza en el trabajo de gabinete, así como en el registro de las estructuras del sitio arqueológico en las bases de datos del INAH, al tiempo que se incentiva a los pobladores a registrar sus colecciones ante la institución.

Cabe señalar que gracias a las sinergias entre los expertos del INAH, de Calpulli Tecalco AC y de las instancias coadyuvantes, en 2021 se publicó el libro Sobre los pies del Teuhtli: Tizacalco, patrimonio arqueológico de Milpa Alta.

“Este es un caso destacado de arqueología comunitaria. La gente nos ayuda en los recorridos, se ha ofrecido para participar en las excavaciones y en las restauraciones también ‘a hueso’ que planteamos para algunas estructuras. Toda la comunidad se compenetra cada vez más con el sitio, eso es lo más alentador porque será la mejor forma de conservarlo”, finaliza el arqueólogo.