- Tras un año de labores, expertos emprenden la reintegración cromática de cuatro obras del siglo XVIII
- A la par, se realiza un proyecto de trabajo social con vecinos, comerciantes, devotos y otros actores vinculados con el inmueble
Cumplido un año desde que cuatro pinturas que integran la obra colosal Visión de escala blanca y colorada y Pensil Seráfico –de 15.13 metros de alto por 20.15 de ancho– ingresaran a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), expertos están por concluir la primera etapa de su restauración integral.
Desde esta instancia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dependiente de la Secretaría de Cultura federal, 10 especialistas atienden la magna obra, la cual fue creada en el siglo XVIII para decorar uno de los muros de los lunetos del Templo de San Fernando Rey, ubicado en la colonia Guerrero, en la Ciudad de México.
Al recapitular los alcances de este año de labores, la titular del Laboratorio de Pintura de Caballete de la CNCPC, Martha Amparo Fernández Ortiz, destacó el apoyo financiero brindado a la iniciativa por la Embajada de Suiza en México.
En las imágenes, dijo, se hicieron análisis químicos, de textiles, rayos X, fluorescencia de rayos X, luces ultravioleta e infrarroja, para conocer las características de los materiales originales y de aquellos aplicados en intervenciones previas. Además de observar afectaciones por excretas de palomas y murciélagos, así como por polvo acumulado, los exámenes revelaron daños adicionales: deterioros generados por un incendio ocurrido en la década de 1960. “Suponemos que, al subir el calor al área del coro, creó la fusión entre materiales y su degradación en ciertas áreas”.
Para subsanar las problemáticas se realizaron acciones de estabilización, como limpieza físico-química, resanes y parches. Las labores se hicieron con materiales orgánicos compatibles con las fábricas virreinales. “Solo en una de las cuatro obras, la cual presentaba deterioro avanzado en el textil, se determinó necesario reentelar”.
Resueltas las cuestiones estructurales, ahora se avanza en la parte estética, bajo el criterio de respeto de las lagunas de la capa pictórica. “Estamos conservando estos espacios, primero, porque no tenemos la información de lo que había allí y, segundo, porque esas ausencias también son parte de la historia de las pinturas”.
La primera etapa del proyecto, codirigido por Martha Amparo Fernández y Cristina Noguera Reyes, está planteada para concluir en octubre de 2024, con el montaje y el retorno de las obras al inmueble religioso. En el inter, se finalizará la reintegración cromática y se le dará un barnizado de protección; asimismo, se intervendrá el marco, el cual data del siglo XVIII.
Otro componente en que se avanzará es la investigación histórica e iconográfica del conjunto, para lo cual se cuenta con el apoyo del arqueólogo y cronista poblano, Eduardo Merlo Juárez.
Acompañamiento social
Las obras que se restauran en la CNCPC, junto con una más que permanece en el Templo de San Fernando Rey y, fueron creadas para dialogar con otras siete pinturas que, en conjunto, forman un relato hagiográfico (biografía de los santos) de san Francisco de Asís, sus milagros y la orden religiosa que fundó.
Al diseñarse para su exhibición en el coro del templo, el paso de los años las ha distanciado de los devotos y de la comunidad de la colonia Guerrero, por ello, desde la Dirección de Atención Integral a Comunidades de la CNCPC se colabora en el proyecto de restauración, mediante el acompañamiento a 50 actores sociales, entre vecinos, feligreses, autoridades religiosas y comerciantes vinculados con el recinto religioso. Un grupo de especialistas les ha dado talleres de capacitación y pláticas en torno a la conservación preventiva y la valoración del patrimonio cultural, acciones que se reforzarán en el corto y mediano plazo.
De acuerdo con el etnólogo adscrito a dicha dirección, Franco Mendoza Martínez, también dichas comunidades han efectuado cuatro visitas a los laboratorios de la CNCPC, a fin de que conozcan de primera mano las obras y obtener información, por parte de las y los restauradores, sobre las acciones que se llevan a cabo, su historia, estilo artístico e iconografía.
“Estas personas se vuelven nuestras aliadas en la conservación del patrimonio, ya que son ellas quienes hacen uso de la parroquia y de los bienes muebles que resguarda”, finalizó.