Un documental fotográfico de la AkademGorodok, principal centro educativo y científico de Siberia, Rusia, fundado en 1958, es lo que constituye el más reciente libro de Pablo Ortiz Monasterio (Ciudad de México, 1952), una coedición de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta y editorial RM.

Integrado por 50 imágenes, acompañado por un texto de José Manuel Prieto, y un poema de Tito Lucrecio Caro (siglo I a.C.) AkademGorodok (Ciudad Académica), exhibe el interior de unos de los lugares que hasta 1989 habían permanecido vedados.

El fundador del Centro de la Imagen en la Ciudad de México comentó en entrevista con Conaculta que la publicación da cuenta de alguna manera de un territorio, un laboratorio de física nuclear que no es presentado como una descripción fría ni narrativa.

“Con AkademGorodok el lector puede imaginarse a qué huele, ver que había polvo, caos, si se sabe leer con mucha precisión las imágenes se obtiene mucha información y eso da cuenta de la experiencia que yo tuve. No pretendo decir que ese es el laboratorio, sino que es el laboratorio que viví y me tocó ver”.

Pablo Ortiz Monasterio fue uno de los 20 fotógrafos invitados a retratar espacios emblemáticos de Rusia en el 2013, un año antes de que dicho país fuera sede del encuentro de los G-20; el reconocido fotógrafo comentó que AkademGorodok es una perfecta suma de equívocos.

“Alguien de Dinamarca me recomendó, me llamaron y cuando me di cuenta dije voy a Rusia, propuse hacer un trabajo sobre la carrera espacial, dijeron que era secreto industrial, entonces pensé en los submarinos atómicos, quería algo de la high tech soviéticos pero tampoco hubo chance”.

Explicó que le interesaba visitar ciudades como Siberia, que habló con un amigo francés que había estado fotografiando en Rusia y le dijo que Siberia, es una ciudad con mayor densidad chamanica en el planeta. “Los chamanes es un tema que me gusta lo he hecho, pero no me hacía tanta ilusión, aun así lo plantee y dijeron que sí”.

Recordó que al llegar a Siberia fue invitado a visitar el auditorio del AkademGorodok, un lugar por donde pasaron todos los científicos importantes del siglo XX que en un primer momento no reconoció como relevante, pero que al entrar al laboratorio se encontró con un mundo subterráneo, más de 30 kilómetros de túneles.

“Entrar fue una sorpresa, vi máquinas muy peculiares con una gran paleta de colores, me di cuenta que era un lugar moderno. Me pregunté qué hacen aquí, de qué se trata, tienen una cosa antigua o detenida en el tiempo, me dije que aquello está extraordinario y que ese era mi tema, vi si era posible cambiarlo y dijeron que sí”, relató.

El co‐fundador del Consejo Mexicano de Fotografía recordó que en tiempos de la Guerra Fría este laboratorio era “una cosa de secrecía”. “Hasta el año de 1990 nadie había entrado con una cámara. Había cámaras adentro pero con otros fines, pero eso de entrar y salir con una cámara, no se podía”.

Pablo Ortiz Monasterio comentó que fue a fotografiar diario durante ocho días, en los cuales capturó 8 mil imágenes, que conforme pasaron los días hubo una resistencia en que siguiera fotografiando el interior del lugar, y que otro tiempo visitó una hemeroteca para documentarse con los periódicos de la época.

“Tuve la sensación de estar fotografiando como si estuviera ciego. Sabía que había cosas que estaban ahí pero no las veía porque no tenía la suficiente información pero que la cámara lo estaba registrando; ya después, con investigar un poco y de aprender a distinguir qué era qué y cómo. Estaba como en shock como fotógrafo, en el momento no te pones a reflexionar sobre qué hacer”.

Como una experiencia espectacular describió el artista este trabajo, en cuyas fotografías el lector podrá asomarse a una ventana donde se observan capas de diferentes momentos en el tiempo.

En su apogeo, la AkademGorodok fue el hogar de 65 mil científicos con sus familias. El ahora llamado Instituto de Física Nuclear Budker, fue por décadas, pionero en la Ciencias Nucleares.

De los muchos laboratorios que componen el AkademGorodok, el laboratorio de física nuclear fundado en 1958 por el célebre Gersh Budker es sin duda el de mayor relevancia histórica. Lo que ahí sucede es invisible al ojo humano, investigan la naturaleza y el comportamiento de las partículas elementales con ayuda de colisionadores electropositrónicos, se ocupan también de la física del plasma y las reacciones de la fusión nuclear controlada.

Información: DAF

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