La iniciativa parte del proyecto de investigación para la restauración y renovación de la presentación museográfica del bien cultural, cuya extracción ilegal se dio en 1968.

En la búsqueda de una metodología adecuada para la restauración y la renovación de su presentación museográfica en el Museo Nacional de Antropología (MNA), un equipo multidisciplinario e interinstitucional, encabezado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha logrado deducir varios aspectos de las características y del contexto original del que fue extraído ilegalmente, en 1968, el llamado “Relieve de Placeres”, una de las obras maestras de la Sala Maya.

Los avances de este proyecto de investigación en torno al friso, elaborado entre los años 450 y 600 d.C., en el periodo Clásico Temprano, se dieron a conocer en el Congreso “El Patrimonio Cultural y las Nuevas Tecnologías”, que se lleva a cabo esta semana, vía remota, a través del canal de INAH TV en YouTube. 

El experto del Laboratorio de Documentación y Análisis Tridimensional, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), del INAH, Gilberto García Quintana, recordó que en 1969, un año después de su extracción ilegal por parte de saqueadores estadounidenses, el relieve o “Fachada de Placeres” fue restituido a la nación. Desde entonces forma parte de las colecciones arqueológicas del MNA. 

Desde 2018, en esta iniciativa, cuyos objetivos son la conservación, rescate de color y análisis de la imagen de la milenaria fachada —la cual debió ser saqueada de un sitio del sur de Campeche, cercano a la Zona Arqueológica de Calakmul—, confluyen una decena de especialistas adscritos al MNA y a los laboratorios especializados de la CNCPC, así como de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Posgrado en Estudios Mesoamericanos de esa casa de estudios, y del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (Cemca).

 Se sabe que al momento de su extracción, el relieve fue cubierto con una capa de polímero sintético, telas y yeso y, posteriormente, fue cortado en 48 secciones, las cuales se embalaron en cajas de madera para ser trasladadas a la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos. El gobierno mexicano logró su retorno en 1969, siendo intervenido por primera vez bajo la dirección del restaurador Carlos Sigüenza.

Cada bloque fue estabilizado individualmente antes de unir el conjunto escultórico, colocando en cada uno un soporte en la parte posterior, hecho de alambrón embebido en cemento y dejando pequeños anclajes al descubierto. Así, el relieve es una superficie modular armada por 48 paneles soldados a una estructura secundaria, la cual se fija al muro poniente de la Sala Maya del MNA, explicó García Quintana en la videoconferencia transmitida en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura.

Una vez armado el rompecabezas —continuó—, al relieve se aplicó una pasta de resane para ocultar las uniones de los paneles y darle unidad estética. Los fondos planos que correspondían a pérdida de capa pictórica, fueron resanados imitando el color de los restos de policromía similar y sin limpiar, “lo cual desvirtúa y dificulta la apreciación de la obra; asimismo, se detectó una capa blanquecina de polímeros que impide ver la paleta cromática original”.

García Quintana y la investigadora del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, del Instituto de Investigaciones Estéticas de UNAM, Nora Ariadna Pérez Castellanos, hicieron hincapié en el análisis formal que se ha hecho de la obra, contrastándola con frisos similares y contemporáneos procedentes de los sitios de Balamkú, Holmul y Xultún.

“La paleta cromática que se ha empezado a rescatar con la restauración, revela cuatro colores básicos que fueron usados de manera estandarizada: un rojo base, líneas de color rojo oscuro que enfatizan los elementos modelados y definen detalles, además de pequeñas áreas en negro y blanco. En cuanto a la reconstrucción del ‘Relieve de Placeres’, la fotografías que muestran el proceso de saqueo (disponibles en la página web Trafficking Culture), documentan varias secciones del programa escultórico que fueron extraídas o cortadas y dejadas en el lugar”.

Estas observaciones, detalló la experta de la UNAM, permitieron reconstruir gráficamente dos segmentos adicionales en ambos extremos. “Calculamos que el friso tuvo una longitud de poco más de 13 metros y 2.48 metros de altura, y la escena completa se basaba en la repetición de elementos similares. Esto nos permite proponer que estuvo ubicado en la sección superior de un edificio, por encima de los vanos de las puertas; las fotografías del montículo del que fue saqueado, refieren que, siguiendo el patrón arquitectónico típico del Petén central, reproducido en varios sitios del sur de Campeche, pertenecía a un edificio bajo, de frente amplio, con varias entradas y un pequeño basamento escalonado”.

Al respecto, el investigador del INAH, Gilberto García Quintana, explicó que la reconstrucción virtual del relieve comenzó con un modelo tridimensional en nube de puntos, resultado de un levantamiento de alta definición con escáner láser, realizado en la CNCPC. Uno de los primeros resultados fue obtener un registro completo y detallado del mismo, así como de su relación espacial en la Sala Maya. Asimismo, mediante fotogrametría, con imágenes obtenidas en el proceso de saqueo, se elaboró un modelo tridimensional de una sección de la fachada in situ, lo que ayudó al análisis de los elementos faltantes entre las piezas, antes de su extracción ilegal y en su exhibición actual en el MNA.

Apoyados a su vez en estudios de laboratorio, fue posible, incluso, levantar un modelo hipotético del edificio al que perteneció. Este ejercicio de visualización permite dar cuenta de la ubicación del relieve, la relación espacial que mantuvo con la arquitectura y las características básicas del programa escultórico.

Video mapping

Con todo el material resultante de las primeras fases del proyecto, la propuesta museográfica final en el Museo Nacional de Antropología contempla la proyección de un video mapping sobre la pieza original. Se trata de mostrar al público una serie de imágenes (animaciones 2D y 3D) que incluirá el proceso de investigación, las intervenciones que se han hecho de manera progresiva, las partes originales del friso que han sido liberadas de material de resane y del color adicional colocado en 1969, el rescate de la paleta cromática y la restitución de los elementos faltantes en ambos extremos.

El video mostrará el volumen y el color, la reconstrucción completa de la escena a partir de su estado original y la inclusión de las secciones del relieve dejadas in situ, así como la ubicación del programa escultórico en un plano arquitectónico hipotético, recreando en gran medida el contexto original. La propuesta requerirá, adicionalmente, la intervención del espacio museográfico de la Sala Maya, reacondicionándola para tener una mejor vista del relieve, una superficie adecuada para la proyección y un lugar para los proyectores.

García Quintana expresó que todo este esfuerzo se encamina a exhibir la fachada de manera integral, como parte de la tradición escultórica maya del Clásico Temprano, y no como un objeto aislado, “aunque estamos conscientes que reconstruir una pieza arqueológica como lo hemos hecho, conlleva riesgos, por ejemplo, la forma del edificio, el punto más delicado de nuestra propuesta, solo puede inferirse a partir de ciertos rasgos aún presentes en el friso y a través de la comparación controlada con ejemplares contemporáneos”.
    
Es por ello, concluyó, que la iniciativa contempla la realización de una temporada de campo, a fin de localizar el sitio y el edificio del que procede el “Relieve de Placeres”, con lo que se podrá corroborar o modificar muchos de los datos hipotéticos presentados.

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