Aunque su ocupación no se ha definido con claridad, podría haber empezado en la fase de máxima expansión olmeca, y extenderse hasta el Clásico Tardío

Inmerso en una área rica de suelos aluviales y zonas inundables al sur de Veracruz, Cerro de las Mesas ha atraído a los científicos por considerarlo el eslabón perdido o el “anillo” de unión entre los olmecas y las culturas mesoamericanas posteriores, el centro urbano más importante de un fenómeno político, social y cultura, el cual debió tener lugar entre los años 400 y 100 a.C.

Este importante asentamiento que forma parte de La Mixtequilla, en el occidente de la cuenca baja del río Papaloapan, fue analizado en el tercer conversatorio de cinco que integran el ciclo de conferencias “México-Italia: 500 años de diálogo cultural”, organizado por la Secretaría de Cultura federal y la Embajada de Italia en nuestro país, a través de los institutos Nacional de Antropología e Historia (INAH) e Italiano de Cultura.

Con antecedentes que se remontan a la década de 1980, pero constituido formalmente en 1993, el Proyecto Arqueológico “La ruta de la obsidiana” es una iniciativa del Centro Studi Americanistici “Circolo Amerindiano”, financiado por el Ministerio de Cultura del país europeo, y que ha contado desde sus inicios con el aval del Consejo de Arqueología del INAH, facilitando sus investigaciones y temporadas de campo –dos, hasta el momento–, las cuales iniciaron en 2009.

Al inaugurar el conversatorio digital que enlazó a los especialistas de uno y otro continente, autoridades del INAH, de la Delegación de la Unión Europea en México y de la Embajada de Italia destacaron que estos proyectos además de sus objetivos científicos, poseen un alto sentido social, aspecto que en nuestro país tiene un antecedente en los trabajos del arqueólogo Manuel Gamio en el Valle de Teotihuacan, quien involucró a las comunidades. Este componente es guía en las tareas de protección, estudio, conservación y difusión del patrimonio, las cuales realiza el INAH hasta el día de hoy.

"La ruta de la obsidiana” busca la protección técnica y legal del sitio arqueológico, y se ha desarrollado bajo los principios de arqueología pública o participativa, compartiendo con la comunidad del ejido Paso del Bote, mediante la capacitación en el manejo y gestión del patrimonio cultural, la creación de microempresas y la facilitación de prácticas profesionales para estudiantes e investigadores, explicó el director de la misión arqueológica italiana en México, Romolo Santoni.

Recordó que Cerro de las Mesas fue motivo de excavaciones a principios de las décadas de 1940 y 1960, por parte de Matthew Stirling y Philip Drucker, investigadores de la National Geographic Society y la Smithsonian Institution, quienes hicieron aportes referentes a las características del sitio y develaron los 23 monumentos que integran el corpus escultórico del asentamiento.

No obstante, el que esas excavaciones carecieran del método estratigráfico en su realización, ha dejado preguntas trascendentes por responder, de ahí la necesidad de profundizar en el conocimiento del sitio, indicó en la transmisión efectuada por el canal de INAH TV en YouTube, en el marco de “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura federal.

Para entender el hiato que podría explicarse en Cerro de las Mesas, Santoni explicó que la cultura olmeca floreció en el sur del Golfo de México, entre 1200 y 500 a.C., y luego una ola de inestabilidad arrasó con monumentos y edificios, y sus centros rectores fueron abandonados junto con la cancelación de toda su iconografía. Así, tras su dominio de casi un milenio, su hegemonía desapareció.

Su impronta fue tal que se considera a esta cultura un vasto movimiento cultural que homogeneizó Mesoamérica; asimismo, la base etnolingüística de la primera expansión olmeca fue obra de una población antepasada a los actuales mixe-zoque, y su simbología se encuentra en el origen de las escrituras mesoamericanas. En ese sentido, se ha teorizado que entre el siglo V a.C. y el siglo II d.C., haya surgido una cultura, no reconocida hasta ahora, en el área ístmica mesoamericana, ya no olmeca, aunque heredera de esta.

En el caso de Cerro de las Mesas, el descubrimiento de piezas como la denominada “El Niño”, entre otros materiales, demuestran que tuvo un pasado olmeca, pero fue la era post-olmeca la que hizo florecer el centro de Veracruz, por lo que pudo haber jugado un papel importante en esta fase de transición.

Por último, la directora de la investigación, Aura Fossati, detalló que Cerro de las Mesas cubre casi 1.5 km², incluyendo una extensión al sur con el grupo de Cerro del Chivo, y otra al noreste en el área de El Ojochal, detectándose un total de 107 estructuras arqueológicas. Asimismo, presenta una evolución articulada, con una cronología que presume extenderse hasta el Clásico Tardío (600-900 d.C.), quizás, hasta el Posclásico Tempano, y aunque su ocupación aún no se ha definido con claridad, podría haber empezado en la fase de máxima expansión olmeca, pasando después por una larga etapa caracterizada por un gran desarrollo urbano arquitectónico y la producción de monumentos y estelas.