“Con mucha emoción recibo este inesperado homenaje. Soy una persona tan frágil y enfermiza que jamás creí llegar a estos años”, expresó la escritora Amparo Dávila (Pinos, Zacatecas, 21 febrero, 1928), en la víspera de cumplir los 90 años de edad.

Cobijada por los aplausos de sus lectores que llenaron en su totalidad la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la galardonada en 1977 con el Premio Xavier Villaurrutia aseguró que ha vivido la literatura como una vocación, una larga y terca pasión que nació con su vida y se irá con ella.

Explicó que esa vocación la sostiene el deseo y la esperanza de lograr textos, llámense cuentos o poemas, redondos, plenos de rigor estilísticos, armonía y belleza literaria.

“He vivido la literatura como una parte de mí misma, con una necesidad inherente a mi persona, de una forma ineludible de expresión, y nunca como una profesión que busca un reconocimiento o una remuneración, o alcanzar un puesto determinado”, puntualizó.

En el evento que celebró la obra y vida de la autora reconocida con la Medalla Bellas Artes en el año 2015, la titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, anunció que el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí, creado en 1974, es renombrado como Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila.

La funcionaria apuntó que parte de la infancia de Amparo Dávila  transcurrió en la ciudad de San Luis Potosí, etapa determinante en su formación como persona y como escritora, por ello el cambio de nombre.

Sobre la obra de la homenajeada, dijo Camacho, se ha destacado su deslumbrante inteligencia manifiesta en su temprana poesía que llamaría la atención del maestro Alfonso Reyes, quien la ánimo a incursionar en la narrativa, tarea que la poeta y cuentista emprendió con entusiasmo y disciplina.

“Amparo Dávila ha permanecido en el interés y aprecio de exigentes lectores del país y el extranjero. Se ha hablado de su estilo, de su limpia prosa, su imaginación. A ella le estimula más la vivencia que es lo que comunica la obra, la clara sensación de lo conocido, lo que hace que perdure en la memoria y en el sentimiento, lo cual constituye su más exacta belleza y fuerza interior”, comentó.

Al acto, en el que participaron Laura Cázares, Agustín Ramos y Alejandro Toledo, quienes desmenuzaron las características, temas y elementos presentes en la obra de Amparo Dávila, asistió Alfonso Vázquez Sosa, director del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”.

El gestor cultural destacó que las nuevas generaciones reconocen el legado de Amparo Dávila y que los certámenes dedicados a ella dan muestra de su calidad de trabajo y cómo es un ejemplo a seguir en el ámbito de la literatura.

Luego de presentar un análisis de los cuentos Estela Peña y Radio Imer Pous 94.5, reunidos en el volumen Cuentos reunidos (2009) del Fondo de Cultura Económica, Laura Cázares describió la obra de Dávila como extraordinaria, cuyos personajes dejan una marca indeleble, por lo que no sorprende el impacto que sigue generando sus relatos en los jóvenes lectores.

El editor Alejandro Toledo comentó que el perfil más significativo de Amparo Dávila es el horror. “Ocurre que la literatura fantástica mexicana ha sido leída de forma aislada, fragmentando los hallazgos y no halla aún una visión integral, por ello suelen cometerse injusticias, olvidando de pronto autores fundamentales”.

Finalmente, Toledo expuso que la autora es parte de un paisaje en el que ubica a Francisco Tario, Alfonso Reyes, Juan José Arreola, Leonora Carrington, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Adela Fernández.

En la celebración también participaron alumnos de la Escuela Nacional de Arte Teatral quienes realizaron lecturas dramatizadas de los cuentos El huésped y El espejo, y la escritora se dio el tiempo al final de firmar libros a lectores.

Información: DAF

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