Con un gran fandango en el Palacio de Bellas Artes, en el que no faltó la versada y el zapateado, la agrupación Mono Blanco celebró la noche del 30 de octubre, 40 años de exponer y difundir al son jarocho en México y fuera de sus fronteras.

Gilberto Gutiérrez Silva, fundador y director de la agrupación, comentó al público presente en la Sala Principal del recinto de mármol que Mono Blanco forma parte de un México artístico y creador, así como de su pueblo y sociedad que ha demostrado ser solidario y saber trabajar en equipo.

Narró que a lo largo de cuatro décadas el mundo ha cambiado, pero que el fandango, tradición que a él y a muchos músicos del estado de Veracruz da razón de ser, sobrevive y se mantiene fortalecido en el actual siglo.

“Como grupo hicimos lo que nos correspondía, tanto en la música como en el trabajo comunitario. Hemos apoyado el resurgimiento y desarrollo del fandango, sobre todo en ciertas comunidades jarochas, mismas que han aportado talentos”, destacó.

El concierto se dividió en dos partes. Participaron tres figuras emblemáticas de la poesía del Sotavento: Samuel Aguilera, Mauro Domínguez y Fernando Guadarrama, quienes mostraron su capacidad de improvisación al recitar sus décimas dedicadas a las cuatro décadas de existencia de Mono Blanco.

En la primera parte del programa participó la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), que bajo la batuta de Arturo Márquez interpretó temas del dominio público: Los chiles verdes, La guacamaya, El pájaro Cú, El son de viento, y El cascabel, en los cuales Mono Blanco se unió con sus clásicos acordes de son jarocho.

Para la segunda parte del evento, los sonidos del arpa, el pandero, la guitarra cuarta, la jarana, el guitarrón jarocho y el requinto, fueron los protagonistas en las interpretaciones de La morena, Malhaya, El Chuchumbé  La bamba, y para el estreno de dos nuevas composiciones de la autoría de Gilberto Gutiérrez Silva: Mar de amor Soledad.

Con El Chuchumbé, sobre el escenario hubo un encuentro de danza y música, lo que generó una de las ovaciones de la velada, pues el Ballet Folklórico de Amalia Hernández hizo su aparición ejecutando su coreografía veracruzana, con lo que hizo un reconocimiento a las tradiciones campesinas del Sotavento.

Con este número, Mono Blanco se agregó a las celebraciones con motivo del Centenario del Natalicio de la bailarina, directora y coreógrafa Amalia Hernández (Ciudad de México, 19 de septiembre, 1917- Íbid., 5 de noviembre, 2000).  

La presentación cerró con broche de oro con la interpretación de La bamba, a la que se agregó el Cuarteto de Saxofones Anacrúsax, y las palmas de la audiencia, dejando el ánimo elevado.

El programa de mano del concierto presentaba palabras de Gilberto Gutiérrez Silva. “Actualmente el fandango se abre camino hacia el mundo. Mientras hay fandangos en San Pedro Soteapan, Santiago Tuxtla, Playa Vicente, El Hato, Boca de San Miguel o Tlacotlalpan: los hay también en Nueva York, Chicago y Los Angeles; los hay en Barcelona y hasta en Tokio.

“Eso nos maravilla, pero nosotros seguimos atados al proceso local de nuestra tradición. Seguimos pendientes de que no se rompa, como sucedió en el siglo XX, el eslabón generacional para que se continúe entregando el legado generación tras generación”.

Mono Blanco fue fundado en la Ciudad de México en septiembre de 1977 por los hermanos Gilberto y José Ángel Gutiérrez, y Juan Pascoe. Ha llevado su trabajo a los escenarios más importantes de los cinco continentes, donde también ha impartido talleres y conferencias.

La agrupación representa a una generación que ha sentado las bases contemporáneas de la difusión del género y la formación de sus futuros exponentes de la música del Sotavento.

Información: DAF

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