Adolfo Sánchez Vázquez nació en Algeciras, Cádiz, España, en 1915 y falleció el 8 de julio del 2011 en la Ciudad de México. El filósofo destacó por su originalidad en torno al rescate de la praxis como categoría principal del pensamiento marxista, sobre el cual adoptó una versión abierta, renovadora, crítica y no dogmática.

El filósofo desarrolló su pensamiento hasta afinar sus argumentaciones, fiel a su convicción libertaria, para elevar constantemente su voz y señalar que “lo importante es cómo se está en la Tierra”. En 1961, presentó como tesis doctoral Filosofía de la praxis, cuyo examen ha ganado records en duración y objeciones, y fue considerado por él mismo como una auténtica “batalla campal de ideas”. 

Filosofía de la praxis de Adolfo Sánchez Vázquez consta de dos partes. Una se refiere a las fuentes filosóficas fundamentales para el estudio de la praxis, subdividida en cuatro capítulos sobre la concepción de la praxis en Hegel, Feuerbach, Marx y Lenin. 

La segunda consta de siete capítulos acerca de problemas en torno a la praxis: qué es; su unidad con la teoría; la praxis creadora y la reiterativa; la espontánea y la reflexiva y su mezcla para alcanzar éxito. Suele ocurrir que la praxis revolucionaria espontánea tiene una baja o ínfima conciencia de lo que socialmente quiere y debe ser, o es tan reiterativa que puede derrocarse con relativa facilidad: la praxis es crítica de la realidad, y autocrítica, porque no existen privilegiados jueces del conocimiento, y la crítica trabaja en conjunción con el comportamiento preventivo lleno de valores y conciencia de clase.

A partir de la publicación de esta obra, las reflexiones del autor se encaminaron a lograr una de sus ambiciones más fuertes: que la sociedad supere "el dogmatismo y la esclerosis que durante largos años han mellado el filo crítico y revolucionario del marxismo".

Acerca de sus estudios, cabe señalar que en 1935 cursó filosofía en la Universidad Central de Madrid. En esa etapa de su vida formó parte de la Juventud Socialista Unificada y participó activamente en la lucha republicana española. Cuando comenzó la Guerra civil se enlistó en el ejército, formando parte del Comisionado de Prensa y Propaganda. En 1939 sobrevino la derrota; "los caminos se poblaron de caminantes y hombres fugitivos que marchaban al destierro con el dolor a cuestas", dijo Pablo Neruda en aquel año.

En ese año viajó a Francia y desde ahí a México en el buque Sinaia con sus “compañeros de bodega”, Juan Rejano y Pedro Garfias. Arribó a Veracruz el 13 de junio de 1939 junto con algunos de los más valiosos intelectuales de España, recibidos por el refugio generoso que les brindó el gobierno del general Lázaro Cárdenas. 

En México participó en la fundación de las revistas Romance, España Peregrina y Ultramar. Los primeros años del exilio fueron los de la esperanza del retorno junto con una intensa actividad política y literaria. En su texto autobiográfico Mi obra filosófica señaló: “una truncada práctica literaria y, más precisamente, poética, me llevó a problematizar cuestiones estéticas, y una práctica política me condujo a la necesidad de esclarecerme cuestiones fundamentales de ella y, de esta manera, casi sin proponérmelo, me encontré en el terreno de la filosofía". 

Para 1941 se trasladó de la capital a la ciudad de Morelia; al año siguiente publicó el libro de poesía El pulso ardiendo, y en 1943 regresó a la ciudad de México para continuar con sus estudios de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En 1959 es nombrado profesor de tiempo completo de la misma.

A partir de entonces comienza una intensa labor de reflexión de diversos temas como ética, estética, filosofía política y la filosofía contemporánea direcciones sobre las cuales se desarrolló toda la obra de Adolfo Sánchez Vázquez, sin dejar de abordar otros tópicos. 

En el caso de la ética, frente al apriorismo, utopismo y moralismo, intentó fundar una ética desde el punto de vista científico. En el terreno de la estética su reflexión inició con el libro Las ideas estéticas de Marx(1965) y se continúa en la antología sobre Estética y marxismo (1970), así como en otras obras en las que despliega un abanico de opciones frente a las tesis cerradas o normativas. Sostiene una concepción abierta de la relación estética entre el hombre y la realidad, concibiendo al arte como una forma de praxis.

El análisis de su pensamiento

Samuel Arriarán, doctor en filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fue profesor adjunto, quien comparte en su libro digital El pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez, diversos comentarios de su obra. “Aunque en la primera fase de su producción literaria hay una teoría de la dialéctica de la producción y el consumo del arte, será en la tercera fase de su trayectoria donde dicha teoría adquiere su formulación completa con la crítica a la estética de la recepción y del nuevo arte digital, virtual y computarizado. 

“Por la congruencia y coherencia teórica demostrada a lo largo de más de 50 años, se podría asegurar que la mayoría de sus aportaciones a la estética marxista estrechamente vinculadas a sus aportaciones filosóficas y políticas, mantienen su validez. Por esta razón hay que considerar seriamente sus propuestas. De una u otra manera, a Adolfo Sánchez Vázquez mucho le debemos en el magisterio, y en el libre ejercicio de la cátedra universitaria, no sólo en España y México sino también en la mayoría de los países de América Latina.

Gabriel Vargas Lozano, quien forma parte del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, participó en el año de 1994 en una serie de conferencias programadas en ocasión del 70 aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras, el cual fue denominado como Ética y política. Dentro de las mismas abordó el trabajo de Adolfo Sánchez Vázquez.

“Adolfo Sánchez Vázquez contribuyó de manera definitiva al pensamiento crítico desde la filosofía política y la filosofía de la praxis. Sostuvo un diálogo siempre abierto con la estética, el arte y la literatura pero, sobre todo, con el marxismo, reflexionando sobre la condición política de nuestra sociedad”.

Gabriel Vargas Lozano señaló que desde la concepción del arte como forma específica de praxis, Sánchez Vázquez recuerda sus propias tesis que desde 1965, glosando a Marx, se anticipan a la estética de la recepción. 

“Examinó en varias de sus obras las experiencias artísticas de la última parte del siglo XX -que desde los años 60 darán lugar a la teoría de la recepción de Umberto Eco centrada en el concepto de ‘obra abierta’- y en particular las asociadas con las nuevas tecnologías en las que el receptor se convierte en creador. En su obra Filosofía de la praxis (1967), que fue originalmente su tesis doctoral, rastrea filológicamente el concepto ‘praxis’ en la filosofía y propone sus diversas dimensiones. Más tarde, en su ensayo La filosofía de la praxis como nueva práctica de la filosofía, incluido en Ensayos marxistas sobre filosofía e ideología(1983), concluye que ‘el marxismo representa una innovación radical en la filosofía. Su novedad estriba en ser una nueva práctica de la filosofía pero lo es justamente por ser una filosofía de la práctica’. Para Adolfo Sánchez Vázquez la filosofía marxista es una filosofía de la praxis, inseparable de sus funciones ideológica, crítica, política, gnoseológica y autocrítica”.

Gabriel Vargas Lozano concluye en sus comentarios que Adolfo Sánchez Vázquez hizo una honda reflexión sobre el legado de Marx y sus consecuencias en la filosofía, la sociedad, la política y la historia. “Esta reflexión ha sido profundamente crítica y autocrítica. Por un lado, ha buscado destacar y enriquecer las concepciones originales del marxismo pero, por otro, ha sido un opositor implacable de las falsificaciones y dogmatizaciones que se han hecho en su nombre. 

“En ese sentido, ya desde la década de los ochenta, al mismo tiempo que hacía una crítica al llamado ‘socialismo real’, fundamentaba la tesis de un socialismo democrático. Su pensamiento dialéctico, en movimiento, crítico y autocrítico, con una voluntad creativa, reflexionó desde la óptica de una relación entre teoría y praxis y, por tanto, en sintonía con los problemas más acuciantes del mundo contemporáneo. Su aportación ha enriquecido a la cultura mexicana en general y a la universitaria en particular”, concluyó Gabriel Vargas Lozano.

Adolfo Sánchez Vázquez y la educación

María Teresa Yurén, perteneciente al Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y docente de la Facultad de Filosofía y Letras, en el 2009 publicó para la máxima casa de estudios el ensayo titulado La filosofía de Adolfo Sánchez Vázquez: una veta para la educación valoral, en el que considera a la amplia producción del filósofo como un sólido sustento para filosofar desde una perspectiva que este autor llama “filosofía de la praxis”. 

“Esa aportación ha sido aquilatada en varias ocasiones –como lo muestran los múltiples reconocimientos que este autor ha recibido– hay otra veta que también resulta de enorme valor. Me refiero a un conjunto de herramientas conceptuales que o bien pueden utilizarse como instrumentos analíticos o bien pueden emplearse con un sentido praxeológico, es decir como teoría que puede orientar una praxis y elevar la racionalidad de ésta. Es de esta manera que me he servido de la prolífica obra de Sánchez Vázquez para organizar un metamodelo de educación valoral cuyos rasgos centrales presento en este trabajo.

“Frente al subjetivismo y el objetivismo axiológicos, la perspectiva dialéctica que sostiene Adolfo Sánchez Vázquez tiene un enorme potencial formativo. Por una parte, porque nos previene de centrar el proceso educativo en las preferencias y actitudes de los sujetos sin tomar en cuenta suficientemente las repercusiones sociales de éstas. Este olvido ha llevado en no pocos casos a aberraciones en la historia como cuando un pueblo ha cultivado la preferencia de la pureza racial por encima de los derechos de otros pueblos. Por otra parte, nos previene también de la tentación metafísica de pensar que los valores están inscritos ya en el ser de las cosas y que son necesarios, inmutables y universales”. 

La doctora en filosofía María Teresa Yurén se refiere a las consideraciones de Adolfo Sánchez Vázquez en el campo del arte, quien alude la situación estética en la que se realiza esa unidad sujeto-objeto “Con base en esta idea y considerando al valor en general, he denominado ‘situación axiológica’ a aquella en la que se da la relación y mutua dependencia entre el elemento subjetivo del valor –la preferencia– y el elemento objetivo –una cualidad o propiedad objetiva. 

“El valor está sustentado en ciertas propiedades reales que no son valiosas por sí mismas, pero que llegan a ser valiosas cuando un sujeto las pone en relación consigo mismo, con sus intereses y necesidades. En palabras de Adolfo Sánchez Vázquez, pronunciadas en un congreso de la especialidad realizado en el año de 1979 en la Facultad de Filosofía y Letras, ‘el valor no lo poseen los objetos de por sí, sino que éstos lo adquieren gracias a su relación con el hombre como ser social. Pero los objetos, a su vez, sólo pueden ser valiosos cuando están dotados efectivamente de ciertas propiedades objetivas’.”

Información: JRA

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