“Amado es la palabra que en querer se concreta;

Nervo es la vibración de los nervios del mal.

¡Bendita sea y pura la canción del poeta

que lanzó sin pensar su frase de cristal!”

 

Amado Nervo. Rubén Darío

 

El poeta nicaragüense Rubén Darío calificó a Amado Nervo como “fraile de los suspiros” y “celeste anacoreta”, adjetivos contenidos en un soneto que comparte nombre con el poeta mexicano y que hacen alusión al sentimiento religioso que Nervo desarrolló y que caracterizó su obra. A decir de Carlos Pellicer, Amado Nervo no solo fue un poeta religioso, sino que “se acercó hondamente al estado místico”, es decir, a la experiencia que emerge de la unión de lo humano con lo sagrado.

Nacido en Tepic, Nayarit, en 1870, este famoso poeta inició su carrera como escritor en 1892 al ingresar como colaborador en el periódico “El Correo de la Tarde” de Mazatlán, donde escribía poemas, crónicas y ensayos, labor que combinaba con su trabajo en un despacho de abogados. 

Continuó su carrera como escritor en la Ciudad de México, donde trabajó en la redacción de diversos periódicos como “El Universal”, “El Nacional” y “El Mundo”, e incluso dirigió un suplemento llamado “El Cómico”.

Escribió en la Revista Azul, una importante publicación semanal, fundada por los escritores Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo, que se convirtió en una plataforma del modernismo en América Latina, corriente literaria a la que perteneció Nervo. Además, fundó en 1898 la Revista Moderna, misma que se convertiría en la principal difusora del modernismo en nuestro país.

Pese a que Nervo publicó diversos textos desde 1892, su novela corta “El bachiller”, publicada en 1895, representó el punto de partida y la caja de resonancia de su trayectoria y obra literaria. Este libro, que cuenta con elementos naturalistas, modernistas y decadentistas, expone la historia de un joven que decide estudiar teología y entregarse a Dios; no obstante, mientras más estricta es su disciplina, poco a poco su salud se ve afectada drásticamente.

En 1900 realizó un viaje a Francia para trabajar como corresponsal del periódico “El Imparcial”; en su estancia conoció y se relacionó con escritores como Oscar Wilde, Catulle Mendès, Jean Moréas, Guillermo Valencia, entre otros.

Durante su permanencia en Francia publicó diversas obras como “Poemas” (1901), “El éxodo y las flores del camino” (1902), “Las voces” (1904) y “Jardines interiores” (1905). Vivió por varios meses en la misma casa con el poeta Rubén Darío, con quien entabló una profunda amistad. Fue en esa misma época en la que conoció a Ana Cecilia Luisa Daillez, quien se convertiría en su esposa y más grande amor. El libro “La amada inmóvil”, publicado de manera póstuma, está inspirado en la muerte y enfermedad que padeció Daillez, quien falleció 11 años después de haber conocido al poeta.

Nervo y su hija.

A su regreso a México, Nervo ya era un poeta reconocido, por lo que pronto se desempeñó en puestos académicos y diplomáticos. Fue profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y fue nombrado embajador de ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay.

En 1906 Nervo publica “La última guerra”, un cuento considerado uno de los textos que inauguró la ciencia ficción en México. La historia se ubica en un futuro distópico en el que los animales, hartos de padecer la explotación del hombre, se rebelan contra los seres humanos, un argumento adelantado 42 años al de la historia del famoso libro “Rebelión en la granja”, de Orwell.

A Nervo se le reconoce por su calidad y producción literarias en diversos géneros como el ensayo, la novela y la poesía. Algunas de sus publicaciones más importantes, además de “El bachiller”, son “Perlas negras” (1896), “El domador de almas” (1899), “En voz baja” (1909), “Mis filosofías” (1912), “Plenitud” (1918) y “La amada inmóvil” (1922).

El poeta nayarita falleció a la edad de 49 años mientras se encontraba en una misión diplomática en Montevideo, Uruguay. Las ceremonias tras su fallecimiento se alargaron por meses, pues en Uruguay se le rindieron honores de Ministro de Estado y sus restos fueron llevados al Panteón Nacional de Montevideo.

Cerca de un mes después los restos de Nervo fueron transportados en un barco con destino a México; en su camino este buque hizo paradas en Brasil, República Dominicana y Cuba, países en los que se llevaron a cabo honras fúnebres multitudinarias.

Finalmente, el barco zarpó a Veracruz en noviembre de 1919, en su trayecto fue escoltado por barcos venezolanos, brasileños, argentinos y cubanos. Actualmente, los restos del poeta se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres.

 

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