Xavier Villaurrutia fue una de las figuras más sobresalientes de la vanguardia del teatro mexicano. Su producción literaria oscilaba entre la poesía, el ensayo, la crítica, la dramaturgia, el relato y la novela. Pese a que, a decir de Octavio Paz, su obra fue escasa, su camino por diferentes géneros no pasó desapercibido y por el contrario marcó en sus aportaciones la trascendencia de su ingenio y sensibilidad, convirtiéndose en un referente sin el cual no podría pensarse o entenderse la vida cultural de nuestro país en la primera mitad del Siglo XX.

Pese a que mayoritariamente es conocido por su trabajo poético, Villaurrutia demostró un ávido interés por el teatro, arte que pensaba como la “objetivación o materialización de un poema”, pues afirmaba que éste crea climas y personajes que se expresan en el lenguaje de la poesía; esta es la razón por la que algunos especialistas no dudan en llamar “teatro poético” al trabajo dramático de Villaurrutia.

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Una de sus obras más destacadas es Invitación a la muerte, escrita en 1943, un texto dramático en el que se expone una de las inquietudes e intereses que marcaron y que estuvieron presentes en toda la obra y vida de Villaurrutia, se trata de la muerte, el misterio que la rodea y su tragedia.

“La muerte es para mí una constante presencia, un vivirla y palparla segundo a segundo”, declaró Villaurrutia en una entrevista para la revista Tierra Nueva en 1940. Asimismo, ese mismo año en la revista Romance afirmaría: “El hombre actual, al menos yo, asiste a su propia muerte y a la de los demás. El 'memento mori' y el arte de morir son para mí de una angustiosa actualidad”.

El argumento de Invitación a la muerte se desarrolla en los años cuarenta en una casa funeraria, cuyo director es Alberto, un joven taciturno y nostálgico que rehúye de la compañía. Aparecen en la obra personajes como Horacio, Aurelia y un anciano; el primero es su mejor amigo, un joven extrovertido y moderno que se convierte en su íntimo confidente, la segunda es su enamorada y el tercero un hombre renuente al cambio.

De frente a un ambiente en el que la muerte se ha convertido en cotidianidad, no trasciende y se convierte en un tema común, Alberto cuestiona su realidad y se muestra conflictuado por temas que para los otros son intrascendentes e incomprendidos, o mejor dicho incuestionables. La estructura de esta obra y sus elementos hacen que sea considerada una adaptación o reelaboración moderna de Hamlet de Shakespeare.

“La muerte es mi elemento como el agua al pez… ¿Quién nos dice que el suicidio no es precisamente nuestro destino?”, señala el personaje principal de esta historia, en la cual además se hace un sutil acercamiento a la homosexualidad, expresada en la relación homoerótica no explicita entre Horacio y Alberto, se trata de una homosexualidad velada u oculta en la amistad de estos personajes.

“Del lado de Villaurrutia creo que el tema de la muerte en sus poemas en buena medida es producto de la angustia existencial que le causaba su homosexualidad”, señaló Elías Nandino, poeta e íntimo amigo de Villaurrutia, que a decir del dramaturgo y ensayista Gonzalo Valdés Medellín, fue la inspiración o figura homenajeada en Invitación a la muerte a través del desarrollo en la trama de un amor platónico en Alberto y Horacio.

Esta obra se estrenó en 1947 en el Palacio de Bellas Artes a través del grupo Proa Teatro, bajo la dirección de José de Jesús Aceves y con las actuaciones de Julio Monterde, Francisco Muller, José María Heredia, Eva Monzón y Hortensia Santoveña. En su estreno, la obra fue poco comprendida.

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La pasión de Villaurrutia por el teatro se vio reflejada en su desempeño en agrupaciones como Teatro Ulises, una compañía de teatro creada por Antonieta Rivas Mercado que fue dirigida por el propio Villaurrutia al lado de Salvador Novo. Este teatro, pese a su limitado aforo y su vida activa de tres años, tuvo una gran influencia en el teatro de vanguardia en México.

Villaurrutia, el poeta, el narrador, el ensayista, el dramaturgo, el contemporáneo dio a nuestro país obras como La mujer legítima (1943) y Juego peligroso (1949), La mulata de Córdoba (1948), Tragedia de las equivocaciones (1951) e Invitación a la muerte (1943), dignas representantes del teatro mexicano moderno. A decir de Vera F. Beck, Villaurrutia consiguió en su obra dramática una colaboración entre el público y el actor, pues “la sutileza y la imaginación poética son la naturalidad de su teatro”.