El patrimonio cultural ferrocarrilero está constituido por un diverso y numeroso conjunto de bienes con valor histórico, artístico y tecnológico; presente a lo largo y ancho de la República mexicana y que puede apreciarse en cientos de estaciones de pasajeros y de carga; talleres, tanques de agua, casas de máquinas y redondas; obras de ingeniería como puentes, túneles, locomotoras, herramientas, obras de arte, cine y literatura y, por supuesto, las mismas vías del ferrocarril, infraestructura de enorme valor cultural para México.

En el siglo XXI, una gran parte de esta infraestructura continúa productiva y los ferrocarriles en marcha, sin embargo, hay también un importante número de bienes fuera de operación, que es indispensable conservar y promover su reaprovechamiento a través de programas culturales y de desarrollo de las comunidades a las que sirvieron durante su larga vida.

El trabajo a favor del patrimonio cultural ferrocarrilero comenzó su historia en Ferrocarriles Nacionales de México, que en mayo de 1988 abrió las puertas del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, en la antigua estación del Ferrocarril Mexicano en la ciudad de Puebla.

Años después, en 1995, el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos llevó adelante el Programa Nacional para el Rescate del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de los Ferrocarriles Nacionales de México, gracias al cual este espacio cuenta hoy con extraordinarios y muy completos acervos documentales, maquinaria, herramientas y diversos objetos de la cultura ferroviaria.

En 1999, el Museo culminó el proceso de rescate patrimonial y fue entonces que gracias a la generosidad y visión del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, hoy Secretaria de Cultura, se incorporó a este organismo que, en el 2001, estableció el Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero, instancia a la cual se integraron el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos y el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias.