El primero de febrero se celebraron 10 años de la entrada en vigor de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), una ley que marcó un antes y un después en el combate contra la violencia ejercida hacia las mujeres en México.

La llegada de la LGAMVLV implicó mucho tiempo y esfuerzo y fue el resultado del trabajo colectivo de grupos feministas, la academia, organizaciones civiles, legisladoras y gobierno.

Este gran proyecto  —que se materializó en la que hoy se conoce como la Ley General de Acceso— dejó clara la necesidad de una ley enfocada en el combate contra la violencia hacia las mujeres, especialmente en una época en que se creía que la violencia contra las mujeres solo ocurría en Ciudad Juárez con la ola de feminicidios que se desató en esta entidad.  

En ese momento se desconocían muchas de las distintas violencias, menos extremas, pero igualmente peligrosas y dañinas, que desde entonces ocurrían contra las mujeres en todo el país. Era necesario contar con una ley que estableciera obligaciones específicas a diferentes autoridades, así como dar un marco general de los tipos y modalidades de violencia que viven las mujeres.

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Los orígenes de la Ley General de Acceso y el combate contra la violencia hacia las mujeres

En este contexto donde la violencia contra las mujeres estaba prácticamente invisibilizada, la Comisión Especial de Feminicidio, presidida por Marcela Lagarde, conformó un equipo de 70 investigadoras que realizó la investigación “Violencia feminicida en México. Características, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas, 1985-2010”.

Esta fue la primera investigación científica, cualitativa y cuantitativa sobre violencia de género contra las mujeres realizada en México, cuyo objetivo fue documentar específicamente la situación de la violencia feminicida en el país. Esta investigación reveló que la violencia contra las mujeres era un problema que afectaba a todo el país, y no solo a Ciudad Juárez.

Aunque al inicio la propuesta de norma fue criticada porque estaba dirigida sólo a las mujeres, cuando se aprobó  rompió esquemas por ser una ley vanguardista y de avanzada. 

Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia: un parteaguas en el combate contra la violencia

A partir de su entrada en vigor el 1º de febrero de 2007, la Ley sentó las bases de la política nacional integral de combate de la violencia contra las mujeres, lo que incluyó la implementación de la Política Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la violencia contra las mujeres, a través de la creación del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Sistema Nacional), en el cual participan diversas secretarias de estado, los 32 Mecanismos para el Adelanto de las Mujeres y organismos internacionales como ONU Mujeres y la Comisión Interamericana de Mujeres.

A través del Sistema Nacional se puso el tema de la violencia de género en el centro de los programas de cada una de las secretarias, estableciendo acciones concretas a realizar.

De igual forma se estableció la creación de un Programa Integral para Prevenir, Atender Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Programa Integral), a través del cual se busca asegurar que las mujeres cuenten con herramientas que les permitan salir del círculo de la violencia.

Por otro lado, con la entrada en vigor de la Ley se promovió y difundió que el hostigamiento sexual y el acoso sexual son delitos, con el objetivo de desincentivar su comisión, además de diseñar programas que brinden servicios reeducativos integrales para víctimas y agresores.

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En suma, la Ley General de Acceso fue un logro de los colectivos feministas y de la defensa de los derechos humanos de las personas, especialmente de las mujeres y niñas. Aunque aún quedan muchos retos, es de celebrar el contar con un instrumento jurídico que sirva de base en el combate contra la violencia hacia las mujeres.

Es nuestra responsabilidad como sociedad, gobierno y país continuar esa lucha diaria, desde las distintas trincheras —la casa, escuela, el trabajo y la comunidad—, por construir un México más justo y libre de violencia, promoviendo con nuestras acciones cotidianas la igualdad entre mujeres y hombres que tanto necesitamos.

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