¿Pueden cambiar los hombres? ¿Por qué les ha llevado tanto tiempo responder a los retos planteados por el feminismo en lo que se refiere a relaciones en las que la igualdad y el afecto estén más presentes?

Éstas son algunas de las preguntas con las que Victor J. Seidler, profesor de Teoría Social del Goldsmiths College de la Universidad de Londres abre su texto: “Transformando las masculinidades”, mismas preguntas que se plantean en el curso “Hombres del Siglo XXI: claves para superar nuestros micromachismos”, impartido por Antonio Cíntora, especialista y consultor en género, interculturalidad, derechos humanos y violencia.

Durante el programa de radio “Encontraste”, realizado por la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco (UAM), Cíntora habló acerca de la manera en la que el machismo, aunado a la diferenciación sexual, ha provocado que el hombre siga ocupando un lugar privilegiado en el espacio público por el simple hecho de serlo. De igual manera refirió a diferentes prácticas que siguen reproduciendo y perpetuando la violencia hacia la mujer, entre ellas, mencionó a los micromachismos, los cuales definió como pequeñas y sutiles prácticas normalizadas por la sociedad que siguen perpetuando la dominación y violencia del varón a un cuerpo feminizado.

La “dominación masculina” y las nuevas masculinidades

Asimismo, tocó el tema de las nuevas masculinidades, tema reciente en los estudios de género que ha analizado la forma en que históricamente se ha “construido” la masculinidad tradicional, y todos los efectos negativos que ésta ha traído tanto a los hombres, como a las mujeres, proponiendo nuevas alternativas o formas de ser hombre, sin limitar el desarrollo de los varones al restringir cualidades o emociones erróneamente no asociadas con su género.

De esta forma, las nuevas masculinidades proponen repensar la manera en la que se ha visto al hombre. Pierre Bourdieu, en su libro “la dominación masculina”, nos habla de que la base de toda sociedad ha sido el sexo, mientras que a la mujer se le asocia a un espacio íntimo como el hogar, al hombre se le asocia el rol de proveedor.

Lamentablemente este modelo ha permanecido hasta nuestros días, y esta división sexual del trabajo se ha convertido en espacios de desigualdad y discriminación, dominadas por el machismo, mismo que Cintora define como “construcción identitaria que tiene un gran peso cultural en nuestro país y que está alimentada por un montón de representaciones culturales, de discursos y acciones”.

Recalca que gran parte de este problema se deriva de los espacios donde aprendemos a relacionarnos emocionalmente, es decir, las instituciones del estado, como la escuela, la familia, mismas que replican una forma de ser y una expectativa del cuerpo de los varones.

Aprender a identificar los micromachismos

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Para coadyuvar a resolver esta problemática, Cíntora imparte talleres y durante el mes de noviembre lo hizo en el Museo Memoria y Tolerancia (MYT). El objetivo fue analizar las diversas situaciones de la masculinidad hegemónica, para buscar pistas analíticas que permitan desarrollar capacidades actitudinales en sus procesos de transformación; actitudes que comiencen por transformar esas pequeñas y sutiles practicas llamadas micromachismos.

Actitudes como que un/a mesero/a vaya a una mesa y le de la cuenta al hombre, sin tomar en cuenta a la mujer, que un hombre asuma que una mujer no sabe manejar o que maneja mal sólo por ser mujer, que un hombre piense que es su deber defender o proteger “el honor” de una mujer, que ellos hablen por ellas o tomen decisiones en su lugar, hacer juicios sobre lo que es o no “femenino” en una mujer (o propio de una "señorita"), pensar que ciertas profesiones o actividades son "para mujeres" o que ciertas profesiones o trabajos son aptos solo para hombres, etc.

Éstas y muchas otras expresiones son algunos de los micromachismos más naturalizados en la sociedad y que, a pesar de parecer inofensivos, reproducen y perpetúan la violencia, una violencia sutil que no precisamente necesita de golpes o insultos, una violencia en la que el varón, en algunos casos, no tiene conciencia de que su manera de relacionarse es violenta hacia otras personas.

Algunas de las recomendaciones que Cintora compartió en el programa, fueron las siguientes:

  • Revisar los códigos en los que se manejan los hombres, ya que los hombres de antes no son los mismos que los de ahora
  • Reconocer que como varones se sufre violencia, pero como cuerpo feminizado se sufre aún más, incluso hay riesgo de muerte
  • Concientización de cómo se mira al cuerpo femenino
  • Intentar tener una visión de corresponsabilidad, es decir, aceptar que el sistema está mal, pero que se puede cambiar

Entender y dimensionar el daño que ocasionan los micromachismos radica en que uno de los factores que inciden en la violencia contra las mujeres es el machismo, y ese machismo se nutre de muchos micromachismos sutiles y normalizados que pasan desapercibidos por la sociedad, pero que a la larga pueden escalar a violencias más extremas, además de que frenan el desarrollo y libre ejercicio de los derechos de las mujeres.