El 15 de octubre se celebró el Día de las Mujeres Rurales. Es un gran día, porque, tal como señala la Organización de Naciones Unidas, ellas son quienes aseguran la mitad del sustento alimentario del planeta, y al conformar una cuarta parte de la población mundial son las guardianas de la naturaleza, quienes custodian el ambiente y la biodiversidad.
Por su conocimiento ancestral y sus capacidades como agricultoras, comerciantes o activistas, muchas lideran iniciativas con el propósito de hacer frente al cambio climático y adaptarse a él, para concientizar y practicar una agricultura sostenible, y cambiar el uso de semillas resistentes a la sequía, o crear iniciativas de reforestación y recuperación, entre otras actividades.
Sin embargo, está documentado que el cambio climático tiene un impacto más acentuado en las mujeres, sobre todo en las indígenas y campesinas, cuya condición de dependencia y precarias condiciones de vida las expone en mayor grado a los cambios del clima, la pérdida de diversidad y la contaminación.
En México hay actualmente 11 millones 23 mil mujeres que residen en municipios rurales, conforman 16.3 por ciento de la población, viven principalmente en Chiapas (1.7 millones), Veracruz (1.4 millones) y Oaxaca (1 millón); por el proceso de urbanización, ellas tendrán menor proporción en el futuro; se estima que para 2040 conformarán 15.3 por ciento del total de la población mexicana (Proyecciones de Población para 2020- 2070, Conapo).
Ochenta por ciento de las mujeres rurales son indígenas por autoadscripción en 481 municipios, de los 2 mil 469 que hay en el país, la mayoría de las mujeres rurales indígenas están en Oaxaca, Guerrero y Chiapas (Censo de Población y Vivienda 2020).
Tal como ocurre con toda la población mexicana, la rural ya está en proceso de envejecimiento: de ser 1.4 millones de mujeres rurales de 60 años y más en 2024 (397 mil, entre 60 y 64 años), pasarán de ser 2.4 millones en 2040; de ser 3.8 millones de mujeres rurales adultas de 30 a 59 años, llegarán a 4 millones en 2040; hay 2.7 millones de adolescentes rurales de 15 a 19 años, que serán 2.6 dentro de 15 años; y los 3.1 millones de niñas rurales de cero a 14 años de hoy, se reducirán para ser 2.6 millones en 2040 (Proyecciones, op. cit.).
Una gran proporción de mujeres rurales no están ocupadas. Sólo 35 por ciento de ellas es población económicamente activa, con trabajo remunerado: 38 por ciento trabajan en servicios, 26 por ciento en comercio, en industrias manufacturas 18 por ciento y en la agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, pesca y caza 15 por ciento (estimaciones del Conapo con base en Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, segundo trimestre, 2024).
Las mexicanas presentan un descenso sostenido en las tasas de fecundidad. Tienen actualmente 1.6 hijos por mujer (media nacional), las mujeres rurales tienen 2.2 hijos en promedio, aunque estas últimas se hacen madres a edades más tempranas. La tasa de fecundidad de las adolescentes rurales (de 15 a 19 años) es de 75 nacimientos por cada mil de ellas; afortunadamente descendió 20 por ciento en los últimos cinco años, que era de 95 por cada mil; en las adolescentes urbanas el descenso fue de 30 por ciento en estos años, la tasa es de 42.2 nacimientos por cada mil.
Se trata de avances que podemos atribuir a la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo de Adolescentes, la cual articula a más de 30 instituciones gubernamentales, de la academia y organizaciones de la sociedad civil, aterrizada las actividades en 32 grupos estatales y en 260 grupos municipales que se han enfocado en esta estrategia; la cual es coordinada por el Conapo y el Instituto Nacional de las Mujeres (estimaciones de la SG-Conapo con base en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, 2023).
Fortalecer la autonomía de las mujeres rurales es fundamental para superar el hambre, la pobreza y la acción climática, evitar que se conviertan en madres en la segunda década de vida contribuye a su movilidad social. Es prioridad reivindicar su participación en la toma de decisiones dentro de sus comunidades, para que puedan contar con las mismas oportunidades que los hombres de estas comunidades rurales.
Su participación es crucial para identificar riesgos y proteger a sus familias y comunidades, y para mejorar las condiciones de vida de la generación actual y de las venideras. Este Día Internacional de las Mujeres Rurales es ocasión para promover el cambio de paradigma. La ONU propone como lema “Mujeres rurales como sostenedoras de la naturaleza para nuestro futuro colectivo: construir resiliencia climática, conservar la biodiversidad y cuidar la tierra para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas”.
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