Durante las primeras etapas de la vida, las y los niños adquieren herramientas que les permitirán enfrentarse ante el mundo. Por esta razón, la intervención de madres, padres y personas cuidadoras es vital para estimularles y educarles de forma que puedan enfrentarse a las situaciones cotidianas de la vida de una manera positiva.

Para lograrlo, es necesario que cuenten con educación e inteligencia emocional, ya que la falta de desarrollo de éstas en los niños y adolescentes puede llevarlos a sentirse inseguros, a actuar agresivamente e incluso a situaciones tan graves como sufrir depresión.

Si las y los niños tienen educación y salud emocional, podrán ser personas capaces de responder favorablemente a su entorno; dominando sus impulsos, escuchando a los demás y comprendiendo su punto de vista; también tendrán una mejor comunicación con otras personas al reconocer sus propias  emociones y sentimientos así como los de las personas que los rodean.

Se debe tomar en cuenta que las habilidades emocionales que las y los niños adquieren más adelante en la vida, se construyen sobre las bases que se obtuvieron en la infancia.

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