En cuatro años, la producción de robalo en nuestro país se duplicó, pasando de 8 mil toneladas en 2013 a 16 mil t. en 2017, por lo que se considera una especie de alto valor comercial e importancia económica para las comunidades pesqueras dedicadas a esta pesquería, sobre todo en el Golfo de México, donde los estados de Veracruz, Campeche y Tabasco, concentran el 70 por ciento de la producción nacional.

El robalo se considera una especie tropical que no tolera temperaturas frías y su zona de captura se lleva a cabo en aguas marinas de jurisdicción federal y sistemas lagunares del Golfo de México y Mar Caribe.

Del mismo modo que el robalo representa relevancia para la pesca de captura, la acuacultura ha permitido que los pescadores tomen consciencia de la producción de esta especie bajo sistemas de cultivo.

La calidad de su carne destaca por un bajo contenido de calorías y grasas, que lo convierte en un alimento ideal para reducir peso. Además, su consumo ayuda a mejorar la función y salud del corazón, venas y arterias, a la vez que ayuda a disminuir el colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Este pescado es valioso en la cultura gastronómica de algunas regiones de México, donde se preparan las famosas postas de robalo, fritas, asadas o al mojo de ajo; también se prepara en filete con cualquier tipo de salsa, como guisado, en sopa o caldo; y en restaurantes se anuncia y se sirve como una especialidad.